Crónicas
Zurbarán Rock: Barcelona Rock Strings & Orquesta
«Los instrumentos de cuerda de la música clásica se hermanaron con la historia y filosofía del rock y el metal demostrando que la buena música no tiene límites. Como expone mi estimado John Oliva en su época de Savatage y aquél “Gutter Ballet” que tan bien quedaría en el repertorio de la Barcelona Rock String: “…And Still The Orchestra Plays!”»
2 abril 2022
Fórum Evolución, Burgos
Texto y fotos: Josep Fleitas
Tras el éxito de la primera edición del Zurbarán Rock Orquestal, en el que las medidas de la pandemia obligaron a cercenar el aforo del gran auditorio Fórum Evolución, así como la cantidad en los componentes de la Barcelona Rock Strings, que el pasado 22 de mayo de 2021 se presentaron en un formato reducido que con tan solo cinco componentes nos hicieron disfrutar de lo lindo en el mismo espacio burgalés, la asociación cultural Metal Castellae volvió a armarse de valor, y con el empuje e ilusión que siempre les ha caracterizado, quisieron proponernos la versión más completa de la Barcelona Rock Strings, formada esta vez por una veintena de componentes que, bajo la batuta de su director, Jordi Font, representaron de manera sinfónica un buen elenco de temas en lo que fue un buen recorrido por buena parte de la historia y estilos del rock y el metal.
Antes de entrar en materia, quiero volver a agradecer de manera más que efusiva a toda la organización del Metal Castellae, a la gente del Restaurante del Club Ciclista Burgalés y a la peña del Jarra ‘n’ Heavy, quienes, con su excelente trato, buen saber hacer y su calidad humana, hicieron de ésta una nueva y más que grata experiencia, haciéndome sentir nuevamente como en casa. ¡Se os quiere!
Ya entrando en materia, quiero comentar que es una lástima que en una ciudad como Burgos, dónde las oportunidades de tener eventos en los que el rock sea el protagonista no son tan habituales como en otros lugares, los promotores de conciertos no se pongan de acuerdo en organizar los actos y estos se lleguen a solapar, caso de este día 2 de abril, en el que en Burgos coincidieron el concierto aquí reseñado y los que dieron con Obús como protagonistas de un concierto que se efectuó en la Sala Andén 56 y el de Destrangis en la Sala La Rua, lo que, sin duda, afectó a todas las partes en cuanto a lo que al reparto en la asistencia de público se refiere.
Con un aforo que rozaba la media entrada de la platea del gran auditorio, se inició el evento con unas explicaciones del director del proyecto, Jordi Font, quien durante algo más de media hora expuso con ambientaciones comparativas las similitudes que hay entre las composiciones y bases de la música clásica y el rock, remarcando estas en las enclavadas en la época del clasicismo (1750-1820) y autores como Mozart, Bach, Haydn, Beethoven… y cómo éstos han influenciado en la música rock y el metal en general.
Como crítica constructiva propia, y a voz de comentarios de algunos de los asistentes con los que pude conversar, estas explicaciones estuvieron demasiado enclavadas en la técnica de la música clásica y el paralelismo con algunos temas, saltándose las, quizás, otras fórmulas más convenientes y atractivas para el tipo de público que asistía al evento. Un tratamiento más idóneo hubiera sido el comentar el influjo que la música clásica ha tenido en el largo elenco de instrumentistas que se han inspirado en ella, caso de John Lord, Ritchie Blackmore, Yngwie Malmsteen, Tony MacAlpine, Vitalij Kuprij, pudiendo incluir en ese espacio a bandas de metal neoclásico como Ring Of Fire, Rhapsody, Royal Hunt, Stratovarius o los japoneses Concerto Moon, e incluso mencionar al respecto a las ya numerosas exposiciones orquestadas en directo que han sido realizadas por muchas bandas, caso de Metallica, Kiss, Deep Purple, Scorpions, etc… Sin duda eso hubiera despertado mucho más la atención de un público que, paciente y en silencio prestó atención a las palabras de un Jordi al que se le era imposible no expresar la pasión por la música como los nervios contenidos por el momento y lo que tras su intervención iba a acontecer, que fue mucho y muy bueno.
Tras la intro de Jordi, que, sufriendo y gozando, como él mismo me comentó, durante todo el concierto se mantuvo entre bastidores, se propuso un breve receso tras el que aparecieron en escena los veinte componentes de la orquesta de cuerda, acomodándose estos en el escenario por secciones, flanqueadas estas por dos grupos de seis violines acompañantes en cada extremo, fronteadas por las partes de instrumentos más graves (cuatro chelos, una viola y un contrabajo), y liderando todo en primera línea los dos violines solistas, que en esta ocasión blandieron el ucraniano Oleksander Sora y la actual violinista en la formación catalana Forja, Mireia Puigmal.
El auditorio, aún sin estar al completo, tenía un buen aforamiento que cubría la mitad de la zona de platea, en ella se asentaba un público muy variado y multigeneracional, que en todo momento estuvo expectante y atento a las evoluciones que los veinte músicos dispusieron en la hora y media que duró un concierto que inició tranquilo a pesar de que el primer tema en su versión original es uno de los más potentes de Queen, me refiero al mítico “I Want It All”, que la Rock Strings remodelaron de su formato original para convertirlo en un medio tempo que logró caldear el ambiente y nos hizo entrar en materia. Los dos siguientes en turno fueron otras remodelaciones de los originales, ya que mientras el intenso “Crazy Train“ de Ozzy se apaciguaba elegantemente en una balada, el mítico “The Man Who Sold The World” de David Bowie, revitalizado por Nirvana, curiosamente lo hacía con detalles de tango.
El hielo se había roto y el público ya mostraba las primeras injerencias ante las evoluciones de una orquesta que se había despojado de los nervios iniciales, lo que se notó en la interpretación del clásico de los incombustibles Scorpions “Rock YouLike A Hurricane”, pieza en la que aun tímidamente se escucharon los acompañamientos de palmas, pero todo cambió cuando la orquesta interpretó con mucha más soltura, ímpetu y entrega unos enervantes “Symphony Of Destruction” de Megadeth, “Fade To Black” de Metallica y el “Chop Suey” de System Of A Down, ahí los violines principales, Mireia y Oleksander, se desataron perfilando tanto las partes que en sus originales aplican las guitarras, como imitando las voces que completan a estos himnos, mientras las partes de chelo, contrabajo y viola daban potencia y los violines acompañantes rellenaban unos espacios que se convertían en grandes ambientaciones. Fueron minutos de éxtasis en los que se disfrutaron de música y matices mientras los juegos de luces se encargaban de aumentar la exhibición que la orquesta estaba ofreciéndonos.
Ya todo estaba en su sitio, el público entregado y en muchos casos rompiendo el protocolo de los asientos cuando otra nueva andanada de clásicos volvía a motivarnos, en este caso fue un medley de clásicos de AC/DC el que nos hizo volver a elevar el ánimo: “Thunderstruck”, “Back In Black”, “Hells Bells”, “Whole Lotta Rosie” o “Highway To Hell”, fueron algunos de los responsables que al finalizar el mix rompiéramos en aplausos y vítores de felicitación ante la buena propuesta que estábamos viviendo.
Pero la cosa no iba a aflojar, lejos de ello, “The Trooper” de los Maiden nos levantó de nuevo, esta vez proponiendo la entonación en imitación a lo que Bruce Dickinson espolea en un himno que orquestalmente funcionó a la perfección.
Tal y como Jordi nos comentó en su charla previa al concierto, él es un gran fan de Extremoduro y, claro, en el repertorio no podían faltar algunas de sus creaciones, en este caso fue “La vereda de la puerta de atrás”, esa que unió nuevamente a Fito y Robe en recuerdo a su amistad y años de batallas en los escenarios compartidos y que a manos de la Rock String tuvo un concepto especial gracias a la adaptación en la que esta conformó la evolutiva propuesta de los de Plasencia.
Con la interpretación de Extremoduro habíamos llegado a un momento en el que el concierto se centró en la parte en la que Guns N’ Roses y Metallica iban a estar representados con los incipientes “Sweet Child O'Mine” y “Enter Sandman”, cuyas interpretaciones me recordaron a las exposiciones que Apocalyptica nos ofertaban, con la gran diferencia, eso sí, que la potencia de la batería que emplean los finlandeses estaba suplida por las livianas melodías de los violines acompañantes y solistas, lo que propiciaba un carácter mucho más intimista y de relax a unas interpretaciones que fueron muy disfrutadas y largamente ovacionadas en sus finales.
Tras estas buenas proposiciones y con el foro muy caldeado gracias a lo que allí estábamos viviendo, sorpresivamente vemos desaparecer a la orquesta, quedando ésta resumida a lo que el pasado año la Barcelona Rock Strings nos ofreció en su formato reducido de cinco miembros. Allí estaban en sobre el escenario el sustituto momentáneo de Pere Norasc, Oleksander Sora junto a Mireia Puigmal con sus violines solistas, Aurora Matías a la Viola, Núria Conangla al Cello y Camil Piqué al contrabajo para deleitarnos, y de qué manera, con un temazo como es ese monumental destello de la ingeniería musical que es “YYZ” de Rush, esa monumental irradiación que se incluye en un excelso ‘Moving Pictures’, que ya cuenta con cuarenta años de su exitosa salida al mercado. ¿Qué os puedo decir? La verdad es que me quedé sin palabras y casi sin aliento al escuchar cómo el quinteto secuenciaba e interpretaba esa joya instrumental, algo que, seguro que hubieran disfrutado y emocionado a los mismísimos Alex, Geddy y el tristemente desaparecido Neil (D.E.P.).
Desde luego que ese no fue el tema más celebrado de la noche, pero sin duda fue el más sorprendente y elaborado.
Tras esos minutos de éxtasis personal, la orquesta volvió a su formación completa y lo hizo para interpretar esos himnos que todos conocemos y que de alguna manera hemos gozado dentro de la historia del rock nacional, que para la ocasión estuvo recogido en otro mix en el que brillaron piezas como “Los roqueros van al infierno” de Barón Rojo, “Vamos muy bien” de Obús, el “Maneras de vivir” de Leño, cuya interpretación levantó voces y palmeos, y los acomodados y siempre festivos “Molinos de viento” de Mägo de Oz, “Golfa” de Extremoduro y “En tu agujero” de Marea… El final del mix se recogió con el público totalmente en pie y entregado, y unos aplausos que duraron más de un minuto y que posiblemente hubieran durado más a no ser que Jordi salió de entre bastidores para agradecer la efusividad con la que se agradeció el buen trabajo que la Barcelona Rock String había realizado en todos los condicionales del concierto.
La orquesta se despidió, pero todos queríamos más y las palmas y los típico “Oé, Oé, Oé…”, tuvieron rápidamente su efecto ya que los veinte miembros volvieron a sus respectivos lugares para reaparecer con la melancólica motivación que el “Stairway To Heaven” de los Zeppelin siempre proporciona, pero que aumenta hasta encoger corazones en la interpretación orquestada que pudimos disfrutar de manos de unos componentes que saldaron la noche con el mismo himno de Iron Maiden que usaron en la despedida del concierto del pasado año, así el “Fear of the Dark” propuso emoción, pasión, entrega y cierre a una noche en la que los instrumentos de cuerda de la música clásica se hermanaron con la historia y filosofía del rock y el metal demostrando que la buena música no tiene límites.
Como expone mi estimado John Oliva en su época de Savatage y aquél “Gutter Ballet” que tan bien quedaría en el repertorio de la Barcelona Rock String: “…And Still The Orchestra Plays!”
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1 comentario
Extenso resumen hacia el gran concierto que se marcó esta banda con orquesta en la capital burgalesa.