Crónicas

Wah Show Madrid: Una gran experiencia visual y sonora

«Dentro del engranaje de esta interpretación de un mundo post apocalíptico, el público, que es soberano, impidió que la música se prohibiera, llegando a una comunión con todos los actores y músicos, reivindicando una forma de vida y un sentimiento»

16 julio 2022

Ifema (Madrid)

Texto y foto: José Luis Martín

Foto: José Luis Martín

En un mundo distópico silenciado por la nación Omega, WAH Show Madrid es el lugar donde la resistencia mantiene vivo dos lenguajes universales: la música y la gastronomía. Este es el punto de partida de un espectáculo musical, que algunos han bautizado como gastroshow, a la cabeza en Europa y muy del estilo de Broadway y Las Vegas, que abrió sus puertas el 7 de Octubre de 2021.

Este evento se produjo como una alianza entre la productora internacional Music Has No Limits y su director creativo, Miguel Depáramo, junto con IFEMA, partner de WAH Madrid, con el objetivo de crear un destino de ocio icónico en España.

El show está disponible de jueves a domingo a partir de las 20:00 horas, con sesiones nocturnas hasta el sábado (Dinner and Show) y matinales los sábados y domingo (Brunch and Show) a las 13:00 horas. Asistí el sábado por la noche, con la ocupación al completo, acompañado de Santi Carrasco, el teclista de los gaditanos Saurom, que además es el encargado de los efectos visuales y pirotécnicos de la banda, a sabiendas de que iba a ser un buen ojo crítico y alguien que lo apreciara de verdad.

Esta experiencia se divide en tres actos, con una inicial donde prima lo gastronómico, otra siguiente donde el teatro musical es el protagonista y una final donde un Dj marca el paso del afterparty. A partir de este momento, si todavía no lo has visto y no quieres sufrir un spoiler, te consejo que dejes de leer esta crónica.

Lo primero con lo que nos encontramos nada más entrar al recinto, y después de que nos pusieran la correspondiente pulsera, fue con un recibidor en el que una especie de “Drugos” como los de la ‘Naranja Mecánica’ de Kubrick nos daban la espalda, antes de pasar por un túnel de luz y oscuridad en el que nos esperaba alguna sorpresa. Para situarnos, estábamos dentro de los 5.000 m2 del pabellón 2 de IFEMA, donde cada día trabajan más de 150 personas, entre técnicos de sonido, de luces, maquilladores, camareros, músicos, bailarines, seguridad, etc.

En esta primera zona llamada Food Hall, que era una especie de mercado callejero, podías tomar una bebida o probar distintos tipos de comidas de los cinco continentes, y los camareros en momentos determinados, dejaban sus puestos y se subían a una pasarela para interpretar distintas coreografías y bailes.

Pasamos después a una especie de teatro, dividido en varias zonas para los espectadores, donde estás más cerca o lejos de los músicos y bailarines según sea el asiento Vip o no. Allí lo que vimos fue un show en el que iban desfilando bailarines, músicos y cantantes, con una superproducción a nivel técnico y escenográfico y donde sobresalía una pantalla de Led de 232 m2, que era un gran espectáculo visual.

El apartado musical era un repaso a los grandes géneros musicales de la historia, introduciéndonos por los terrenos del pop, del rock, de la ópera, del jazz, del flamenco, de la música disco y del heavy metal. Y era en este momento donde Tete Novoa, el vocalista de Saratoga, se erigió en el gran protagonista, interpretando el “TNT” de AC/DC y el “The Tropper” de Iron Maiden, para terminar con el “Hey Jude” de The Beatles, mientras se paseaba por todo el recinto con el público en pie y coreando este himno. Hace unos meses, cuando arrancó este evento, esta parte la interpretaba Rafa Blas, el exvocalista de Nocturnia y ganador de ‘La Voz’, que siguió con su carrera en solitario y participando en distintos musicales.

Un espectáculo llevado con un gran ritmo y con un elenco de músicos y cantantes que demostraron un gran nivel y que consiguieron enganchar con la gente desde el inicio. Dentro del engranaje de esta interpretación de un mundo post apocalíptico, el público, que es soberano, impidió que la música se prohibiera, llegando a una comunión con todos los actores y músicos, reivindicando una forma de vida y un sentimiento.

Si todavía el cuerpo te pedía más, volviendo a la primera zona nos encontramos con la llamada afterparty, en la que un DJ y distintos figurantes iban a conducir la fiesta hasta casi cerca de la una de la madrugada.

En resumen, una experiencia musical y visual muy recomendable y gratificante, donde vas a pasar un rato muy agradable y entretenido, pero a sabiendas de que tienes que ir con la cartera preparada, pues los precios de las consumiciones están a la altura de los grandes festivales, y teniendo en cuenta que este evento al completo tiene una duración de cinco horas, echen ustedes cuentas.

Redacción
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