Crónicas
Ty Segall & Freedom Band + Los Paniks en Bilbao: Un artista poliédrico
«Un artista poliédrico de ese calibre posee la capacidad de reinventarse casi en cada actuación, por lo que conviene aprovechar la oportunidad cuando se presenta.»
26 agosto 2022
Sala Santana 27, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Parece que lo de ser polifacético está de moda. Asegurar que haces esto y lo otro como esos que cuando les preguntas de música dicen que les gusta de todo, igual que un ser supremo omnisciente que se encuentra en varios lugares a la vez y en ninguno en particular. Basta escarbar un poco para comprobar que este síndrome de gato de Schrödinger en cuestión de gustos no se sostiene para nada, por lo que entraría en esa obsesión personal que tienen algunos por agradar.
Hay tipos con los que eso de las diversas facetas es una verdad como un templo que se ajusta a su trayectoria. Es el caso del multiinstrumentista, compositor y productor Ty Segall, que sin haber llegado a los cuarenta posee ya una prolífica carrera en solitario con hasta catorce discos de estudio, aparte de los innumerables combos en los que ha estado involucrado, como el proyecto de hard rock Fuzz, entre cien mil cosas.
Precisamente, si la memoria no nos falla, bajo esa última denominación le vimos la última vez en el bilbaíno Kafe Antzoki, con la batería situada en un lugar privilegiado del escenario. Lo de esta noche en la sala Santana 27 tenía pinta de ser más tranquilito, si nos daba por escuchar su reciente material ‘Hello, Hi’, grabado durante el confinamiento en un estudio casero.
Hacer un concierto de pago en pleno día grande de fiestas no se antojaba la coyuntura más propicia para llenar un recinto, pero el camaleónico Ty Segall demostró un tirón espectacular, con la sala bien concurrida y hasta grupos de asistentes que parecían venir de la vecina Francia. ¿Quién dijo que las giras internacionales no tenían futuro en Aste Nagusia?
Hubo además un entremés de lujo con los barakaldeses Los Paniks, combo de ultratumba que desentierra con furor melómano la esencia del rock n’ roll y le proporciona un barniz garajero similar al utilizado por Jon Spencer o Jim Jones, entre otros revivalistas contemporáneos. “Sobre mi tumba” es un desgarro tremendo, el colosal lamento de una chatarrería donde de fondo escuchan Dr. Feelgood. Y encima se atreven con versiones de los abrasivos Dead Moon o los no menos respetados en el género Reigning Sound. Clase magistral, tomen apuntes.
Las reglas están para romperlas. Eso lo saben de sobra Ty Segall & Freedom Band, que ya de entrada desafiaron esa noción de que hay que empezar siempre con un tema enérgico cascándose una especie de prólogo acústico que fijo que dejó con el pie cambiado a la mayoría. Con el guitarrista Emmett Kelly como único acompañante, sonaron piezas de leve querencia folk como “Saturday Pt. 1”, que recordaban a esas fantasías de unicornios que se marcaba Marc Bolan antes de electrificarse y dar sentido a todo el movimiento glam rock.
Una vez que finalizó aquel aperitivo desenchufado, el asunto adquirió mayor consistencia, igual que cuando Bolan acortó su nombre a T. Rex, y alcanzamos una de las cotas de la velada con la rotunda homónima “Hello, Hi”, con cierto aire Led Zeppelin y las melodías de los Beatles de la época psicodélica. Una notable combinación con furor ruidista que para un servidor ya justificó el haber venido.
El poso lisérgico también estuvo presente en la mayoría de momentos del show, pero sin permitir que el atracón de porros fuera inhabilitante, no llegarían a esos extremos. Unas caladas para subir un poco la tontería a la cabeza y ya. Crearon un agradable burbujón con tendencia al ensimismamiento en el que predominaron las sensaciones circulares, por algo ellos mismos en el escenario se colocaban haciendo una especie de corro, más bien como si estuvieran ensayando, ajenos a los cientos de personas que estaban ahí mirándoles.
“Looking At You” fue otra de las fundamentales de la noche, con ese rollo hippie que tenían algunos de los cortes de ‘Led Zeppelin III’. No obstante, no escatimaron en electricidad, Segall se marcó punteos reseñables a las seis cuerdas y constató que en esta faceta se desenvuelve cual pez en el agua, un auténtico virtuoso en su sencillez, sin caer en el vacuo ombliguismo onanista de otros guitarristas.
Los pasajes más sosegados quedaron deslucidos una vez más por esas molestas cotorras que no ves cuando viajas al extranjero y que parecen tan incrustadas en la idiosincrasia patria como el famoso toro de Osborne. Con todo, la peña en general siguió con atención el cuelgue particular del californiano y algunos hasta parecían muy emocionados con el recital, nunca lo hubiéramos imaginado.
“Saturday Pt. 2” ejerció a modo de epílogo antes de los bises y la conclusión a la que llegamos es que en realidad había sido un bolo bastante dinámico para lo que esperábamos dentro del palo psicodélico. Pocas idas de olla, a lo sumo algún solo de teclado o intervalo ruidista de esos que no sabes muy bien cómo van a terminar, pero nada que permitiera asustarse a un fan del punk y de la inmediatez.
Regresaron y echaron el resto con los efluvios a lo Neil Young de “And, Goodnight”, no sería extraño que hubieran escuchado hasta la saciedad el “Cowboy In The Sand” del padrino del rock alternativo. Si en estudio alcanza los doce minutos, en directo duraría por ahí o incluso algo más, pero tampoco se hizo cansino. Como si fueran una suerte de orquesta, Segall hizo una reverencia y desapareció del escenario, su séquito no tardaría en acompañarle.
Desde luego el concierto de esa noche nada tuvo que ver con el que le vimos con Fuzz hace ya unos años. Un artista poliédrico de ese calibre posee la capacidad de reinventarse casi en cada actuación, por lo que conviene aprovechar la oportunidad cuando se presenta. Quizás la próxima sea otro rollo completamente diferente.
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1 comentario
Cojonuda como extensa crónica hacia los currados conciertos que se marcaron ambas bandas en la mitica Santana Bilbaina.