Crónicas

Tool: Romper esquemas e inspirar a millones

«Tool sigue ofreciendo una de las experiencias más únicas e inmersivas, que rompe esquemas, define estilos, e inspira a millones. Y, por favor, que sea así por muchas giras más.»

16 enero 2022

Chase Center, San Francisco (EEUU)

Texto: Uri Nieto

Chase Center, el nuevo estadio de los Golden State Warriors en San Francisco, estaba a medio llenar cuando Blonde Redhead abría la noche. Los neoyorquinos, escogidos a dedo por el propio Maynard (como es costumbre en las giras de Tool), calentaron la noche con un set hipnótico lleno de rock experimental delicioso. Aunque el trío tan sólo ocupaba una pequeña fracción del gigantesco escenario, su música y energía llegaban a cada rincón del estadio de básquet que poco a poco se iba llenando.

Maynard en Download Madrid. Foto: Jason Cenador

Al terminar su set, toda la maquinaria pre-Tool se puso en marcha: corrieron una altísima cortina de filamentos verticales semi-transparentes que rodeaba el escenario en forma de media luna; hicieron los tradicionales chequeos de amplis, instrumentos y pedales; y, por alguna razón que todavía escapa mi comprensión, aspiraron minuciosamente el suelo del escenario con una aspiradora portátil durante 10 minutos. Tal vez era parte del espectáculo. A estas alturas, todo buen asistente de un concierto de Tool sabe lo “meta” que puede llegar a ser.

Y sin más preámbulos, y con un estadio con más sillas vacías de las que uno esperaría, se apagaron las luces y "Letanie Contre La Peur" empezó a sonar. El cuarteto Angelino apareció tranquilamente, casi como en procesión, haciendo honor a la letanía en la que estábamos sumergidos. Y con todos a sus puestos (Jusin Chancellor y Adam Jones a las cuerdas y en la vanguardia, Danny Carey detrás de la batería infinita colocada en un podio central, y Maynard James Keenan con su micro y su cresta en la penumbra, a los laterales de Danny), empezaron a tocar la canción homónima de su último disco: "Fear Inoculum".

Qué maravilla de sonido, por Dios. Tal vez sea culpa de la escasez de música en directo en estos dos últimos años de pandemia, pero cuando entró el motor de la batería y el bajo en todo su esplendor y empezaron a proyectar fractales por delante (cortina) y detrás (pantalla de más de, estimo, 300 metros cuadrados), mi cuerpo entró en una especie de trance del cual nunca quiso salir. Todo sonó de manera inmaculada desde el primer momento.

Para el deleite de muchos, no había una marea de pantallas de móvil alzadas capturando el momento y rompiendo la experiencia inmersiva. Ya es tradición que tanto en los conciertos de Tool como de A Perfect Circle prohíban tomar cualquier tipo de fotos o vídeos, y esta ocasión no fue una excepción. El estadio estaba repleto de carteles avisando que estaba totalmente prohibido hacer dichas capturas. Gracias, Tool.

Al terminar la canción, Maynard se dirigió a un público hipnotizado: “Para no ofender a nadie, simplemente diré ‘Bay Area’”, seguramente aludiendo a lo políticamente correctas que son las izquierdas americanas, cuya Bay Area (área que cubre toda la bahía de San Francisco, incluyendo Silicon Valley, Oakland y San José) es uno de sus máximos exponentes. Siguió: “¿Lo he dicho bien?” y al ver que la gente contestaba sin demasiado entusiasmo, Maynard añadió: “Esto parece Bakersfield. Vamos a intentarlo de nuevo”, lo cual hizo que la gente se riera a carcajada limpia y que a alguien se le escapara algún que otro comentario semi-ofendido (Bakersfield es una ciudad de la California central famosa en el estado por su calor extremo, alto nivel de emisiones contaminantes y número terroríficamente mayoritario de votantes de Trump). Maynard acabó su efímero discurso con un efusivo: “¡Hola, San Francisco!” Que fue respondido con un calor y una energía que hicieron vibrar todo el estadio.

Y Justin empezó a aporrear los acordes de "Sober" y los asistentes perdieron los papeles. Sexto concierto de la gira, pero primer concierto con esta canción en el set. Para muchos, la noche ya había superado con creces las expectativas, y eso que justo empezaba. Maynard estaba radiante en su ya característica oscuridad, y Adam hacía sonar la guitarra como si fueran tres con su arsenal de pedales y amplificadores. Los espectadores seguimos cabalgando la espiral con "The Pot", cuya entrada marcada por Maynard y las polirritmias de Justin y Danny se entremezclaban con las proyecciones psicodélicas que no sólo jugaban acorde con la canción (“You must’ve been high”), sino con la cantidad de asistentes que gozaban en ese mismo momento de la completa legalización de la marihuana en California.

El cuarteto nos llevó otra vez de vuelta a los años 90 con "Push it", una de las canciones preferidas por un servidor (en general, no sólo de Tool). El tema culminó con el grito de “There’s no love in fear”, que resonó por el estadio y erizó los pelos a más de uno. Seguramente adrede fue la transición a "Pneuma": el cambio de tonalidad justo al final de "Push it" se alinea perfectamente con el principio de "Pneuma". Qué delicia. Danny nos deleitó con sus sonidos del sur asiático y sus ritmos imposibles. Adam y Justin nos dieron una masterclass sobre cómo usar pedales de delay. Maynard seguía metiendo lo que sólo él sabe meter en una voz para transmitir tanto.

Las cortinas se abrieron y nos fuimos a "The Grudge", y por ende al grito de Maynard que, aunque no fue de 22 segundos como en el original, duró sus buenos 10 largos. Los visuales cambiaron de formato, mucho más retro, pero perfectamente sincronizados con la música. Como curiosidad, un chico delante de mí grabó casi toda la canción con su teléfono, hasta que alguien de seguridad vino a regañarle. Me fijé que el chico no llevaba mascarilla, y por un momento pensé que le pedía que se la pusiera, ya que es ilegal estar en lugares cerrados sin ella. Pero no, dejó de grabar y la chica de seguridad se fue satisfecha. #Prioridades.

Y así llegamos a "Right In Two", canción que considera a los humanos como meros “monos parlantes”, representados perfectamente en los visuales que deconstruían una cara de mono gigante. Maynard iba cambiando de lateral en la retaguardia, siempre en la oscuridad, luciendo su cresta a través de su silueta a contraluz. Tantos cambios binarios tal vez iban acorde con el “dos” del título de la canción, aunque, por muy tentador que sea, mejor no entrar en demasiadas teorías conspiranoicas.

Tool en Download Madrid. Foto: Jason Cenador

"Descending", del último disco, fue la siguiente. Trece minutos de lo mejor de Tool, con los visuales más espectaculares de la noche. Colores, líquidos, fractales y formas imposibles danzando en la pantalla gigante con los ritmos sincopados imposibles de seguir. Acabaron esta parte del set con el clásico "Hooker With A Penis". Resulta difícil pensar que esta canción tiene más de 25 años. Sonó tan fresca como cualquier otra del nuevo disco. Dejando el escenario con una energía rebosante, las luces se encendieron y proyectaron un reloj con un contador de 12 minutos. Momento de usar el baño y consumir más en el bar. ¿Capitalismo salvaje o descanso merecido?

La parte final del set empezó con Danny jugando con sus secuenciadores y sintetizadores analógicos de los años 70 y 80, mezclados con su batería de dimensiones titánicas. Hizo una interpretación libre de "Chocolate Chip Trip", que culminó a golpe de gong.

Lo siguiente fue algo sorprendente en un concierto de esta magnitud: los cuatro músicos se reunieron en petit comité al frente del escenario, se sentaron, y empezaron a tocar "Culling Voices". Danny cogió una guitarra que, dado su tamaño, parecía más bien un Ukelele. Y, por fin, Maynard salió de las sombras para dejar su mirada fija en el suelo. A medida que la canción progresaba, los músicos volvieron a sus puestos originales, dejando al público con una sensación de desconcierto. El ejército de técnicos que recogieron los mini amplis y las sillas me hizo pensar que seguramente todo habría fluido mejor si se hubieran ahorrado toda esta logística claramente innecesaria.

Al terminar, Maynard volvió a dirigirse al público para anunciar que, durante esta última canción, la gente podría tomar fotos y/o vídeos con sus “cacharros estúpidos”. E "Invincible" empezó, y sorprendentemente la mayoría de asistentes prefirieron ver el espectáculo que inmortalizarlo con sus cacharros. Los visuales volvieron a dejarnos con la boca abierta y la ejecución fue consistente con la de toda la noche: perfecta.

Tool concluía así un viaje épico por su catálogo, centrándose en un 'Fear Inoculum' que casi tocaron por completo. Por si alguien tenía alguna duda, dejaron claro que están en plena forma y que, de momento, ni Ómicron puede con ellos. Tool sigue ofreciendo una de las experiencias más únicas e inmersivas, que rompe esquemas, define estilos, e inspira a millones. Y, por favor, que sea así por muchas giras más.

 

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Muy buena crónica del buen concierto que se marcaron una de las mejores bandas de los states como son TOOL después de tantisimo tiempo sin poder presentar en condiciones su último álbum de estudio por culpa de la puta pandemia de mierda. Ojala los traigan a la preciosa España.

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