Crónicas

The Cure + The Twilight Sad: Contra todos los públicos

«Fue una noche absolutamente genial. Si superabas todas las (comprensibles) barreras, posiblemente, para ti fue el concierto del año. Yo dudo en qué posición está de mi top 3 de 2022. »

2 noviembre 2022

WiZink Center, Madrid

Texto: Sergio Julián (@sergio42). Fotos: Alfonso Dávila

El espectáculo de The Cure en Madrid fue excesivo, anticuado y brillante. Durante 165 minutos (esta vez se cortaron en comparación con otras giras), los asistentes de un Palacio de los Deportes a reventar tuvieron ocasión para encontrarse desubicados, gritar, bostezar, llorar y saltar plenos de emoción. Lo que sí es seguro es que, salvo los fans acérrimos de la banda, nadie quedo satisfecho (aunque, bueno, yo no soy un talifan de los británicos y bien que lo gocé).

Excesivo

The Cure es muchísimo más que los hits, que son muchos y los cuales (casi todos) se reservaron para la traca final. El cierre, con una oscura “Lullaby” no apta para aracnofóbicos; el synth pop de “The Walk” y “Close To Me”, anodinas en su vasta discografía, pero divertidas, ya que hicieron bailar al propio Smith; “Friday I’m In Love”, que contó con una cutrísimas proyecciones, muy en la línea de su ridículo videoclip oficial; “In Between Days”, temón con un sonido de organillo de orquesta cutre; y las celebradísimas “Just Like Heaven” y “Boys Don’t Cry”, consiguieron calmar las expectativas del fan de radiofórmula, ese que había bostezado durante todo el concierto.

Porque un concierto de The Cure no es para estómagos sensibles. Esos ocho temas, precedidos por un snippet de “The Blood”, pusieron el cierre como parte de un segundo bis. Antes, el sexteto, con Smith y Simon Gallup (con camiseta de Iron Maiden) como únicos miembros de la vieja guardia, habían hecho un denso repaso a toda su discografía dando un especial protagonismo a estas densas construcciones, en las que cuatro o cinco minutos pueden preceder a apenas un par de estrofas.

Momentos de altísima emoción, como “Faith” o “From the Edge of the Deep Green Sea”, requerían de una especial conexión emocional como peaje de entrada para el universo de la banda. Suavizaron temas más conocidos, como las romanticonas “Pictures of You” y “Lovesong”, o la celebradísima “Push”, en las que el público no dejó de dar palmas. Pero, en cualquier caso, el planteamiento del show no era para todo el mundo. O te metías, o desconectabas.

Anticuado

El concierto de The Cure no comparte las características de lo que hoy por hoy solemos ver de una gran gira. Además del planteamiento del setlist, dirigido a fans acérrimos, se dieron tres elementos que no estuvieron a la altura de las expectativas: escenografía, sonido y entrada.

El escenario, compuesto por una serie de pantallas de grandes dimensiones y decenas de luminarias, no dio juego en ningún momento para sorprender o captar la atención de los espectadores. Simplemente daba un pequeño contexto, en lo que fue un diseño de producción vago y, sí, antiguo.

Las proyecciones, además, eran imágenes tan básicas que parecían o bien sacados de un banco de imágenes de internet, o del karaoke a la que tu primo Juanjo va a ligar los lunes a las ocho de la tarde. Un mar para la canción con la que abrieron, “Alone”; auroras boreales en “Nothing is Forever”, y un acantilado en “Just Like Heaven”, se alternaron con las cámaras fijas dispuestas por todo el escenario.

 

De este modo, la música se volvía lo primordial, pero tristemente, el WiZink falló. Desde la posición de prensa, en una grada lateral en el primer nivel del recinto, la reverberación era asombrosamente incómoda. La mezcla de sonido tampoco estaba al nivel que se podía esperar, con el bajo de Simon Gallup y la batería de Jason Cooper comiéndose frecuentemente las guitarras de Smith, Gabrels y Bamonte. Los sintetizadores tampoco parecían encontrar su hueco, creando una maraña de sonido que hacía imposible la claridad que podían necesitar algunos momentos. Por lo menos, se escuchó alto.

La entrada, por cierto, un poquito cutre. Sonido de lluvia y de tormenta hasta que finalmente se apagan los luces y se ven los truenos en el escenario con luces estroboscópicas. Mola, pero más visto que el tebeo, como dirían algunos. Al final, los carísimos precios de las entradas se pagaban en los músicos y en la longitud del concierto; difícilmente en la producción. Luego, que cada cual considere si esta escalada de los precios es justificable. Y eso que a The Cure no se les ha ido la flapa como a Springsteen o los Stones. A ver con qué nos sorprenden AC/DC cuando se dejen caer por aquí.

Brillante

Sí, el concierto de The Cure fue absolutamente incómodo para aquellos que no sabían dónde se metían. El sonido fue el peor que he vivido en tiempo en el Palacio de los Deportes (y, ojo, que The Twilight Sad sonaron de lujo). El escenario y la puesta en escena fue cutre a más no poder. Los comentarios de Smith se quedaron en agradecimientos intranscendentes y en su dificultad para hablar español. Pero el concierto tuvo momentos absolutamente memorables.

Los cinco temas nuevos que presentaron, “Alone”, “And Nothing is Forever”, “A Fragile Thing”, “Endsong” y “I can never say goodbye", fueron espectaculares. No sabemos si finalmente se materializará el sonado nuevo álbum de la banda, pero lo cierto es que estas composiciones son los más emocionantes, interesantes musicalmente e inmersivos que Smith y los suyos han facturado en décadas. En todos ellos, el vocalista y guitarrista da rienda suelta de su espectacular voz, que supera a sus inicios en afinación, emoción y casi intensidad. Corred a YouTube para descubrir la promesa que esconde “And Nothing is Forever”, o la construcción de “Endsong”, que debería acabar todos sus conciertos.

La intensidad tampoco faltó y dejó interpretaciones cañerísimas de “A Night Like This” (‘The Head on the Door’); la siempre esquiva “Charlotte Sometimes”; “Want” (‘Wild Mood Swings’), o la atronadora “Shake Dog Shake” (‘The Top’), intensa a más no poder. Y no se me olvida la interpretación de “A Forest” (‘Seventeen Seconds’), un final estratosférico para el oscuro primer bis. Todo encajó: entrega del público, ejecución, sonido de los sintetizadores en su sitio y final protagonizado por una ida de olla de Gallup al bajo, haciendo amago de cargárselo.

Fue una noche absolutamente genial… si te podías meter en su mundo: Si superabas la oscuridad de los cortes de su próximo disco, si estabas dispuesto a perderte en canciones solo para fans con largos desarrollos, si superabas el sonido de mierda y el escenario simplón, si no te importaba los fans que gritaban porque se aburrían de los desarrollos, si no te sacaba del show los seguidores que bailaban puestos de ácido de las formas más estúpidas posibles, aparte del público haciendo headbanging en momentos aleatorios. Si superabas todas estas (comprensibles) barreras, posiblemente, para ti fue el concierto del año. Yo dudo en qué posición está de mi top 3 de 2022.

Setlist: Alone / Pictures of You / Closedown / A Night Like This / Lovesong / And Nothing is Forever / Burn / At Night / A Fragile Thing / Charlotte Sometimes / Push / Play for Today / Want / Shake Dog Shake / From the Edge of the Deep Green Sea / Endsong. Primer bis: I Can Never Say Goodbye / Cold / Faith / A Forest. Segundo bis: The Blood (fragmento acústico) / Lullaby / The Walk / Friday I’m in Love / Doing the Unstuck / Close to Me / In Between Days / Just Like Heaven / Boys Don’t Cry.

Y The Twilight Sad

The Cure salvó la vida a The Twilight Sad. Cuando la recepción de sus fantásticos discos no estaba siendo la esperada y no conseguían llenar en Escocia, Stuart Braithwaite de Mogwai hizo de intermediario para presentar la banda a los de Robert Smith. La sorpresa vino cuando el cantante ya les tenía fichados y tenían absolutamente todos sus discos. El resto, es historia: teloneros en 2016, pack en los festivales de 2019 y, de nuevo, gira en 2022.

Se tienen que llevar genial, por supuesto, pero es que se han ganado su puesto: son una apisonadora emocional cargada de ruido, melodías oscuras, confesiones y una ejecución inconmensurable. Abrieron con “Kill It in the Morning” con los sintetizadores dominando hasta que las guitarras a lo NIN se apoderaron del corte.

En “Let/s Get Lost” ya nos pudimos ir haciendo a la idea de las idas de olla de su frontman, James Graham, en constante trance entre ácido, chamanismo y violencia. Su forma de cantar, que inevitablemente recordará a Morrissey, se lució en cortes como la emocionantísima “VTr,” entre el showgaze y lo gótico; y “There’s a Girl in the Corner”, que me recordó a “She's Lost Control” de Joy Division.

El final fue maravilloso: una versión de “Keep Yourself Warm”, preciosa y fantástica rendición a los tristemente desaparecidos Frightened Rabbit”, y “And She Would Darken the Memory”, que acabó con Graham en el suelo y una bandera trans en el escenario según lo abandonaban.

Ojalá concierto en salas por aquí, que no se pasan por los madriles desde aquel lejano show en la Moby Dick en 2015. Curiosamente, aquel día cerraron con el mismo tema que hoy.

Setlist: Kill It in the Morning / Let/s Get Lost / VTr / That Summer, at Home I Had Become the Invisible Boy / There’s a Girl in the Corner / I/m Not Here [Missing Face] / [10 Good Reasons for Modern Drugs] / Keep Yourself Warm / And She Would Darken the Memory.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

3 comentarios

  • Juandie dice:

    Cojonuda e interesante crónica de el gran concierto que se curraron una de las bandas mas grandes que dio el Rock Gótico como son THE CURE en el mitico Palacio De Los Deportes de Madrid presentando su nuevo álbum y que a través de estos 9 grandes temas lo volvieron a bordar.

  • j dice:

    Estamos ante una gira oscura, solo para fans, como sucedio con Bloodflowers.

  • Luigi dice:

    Insufrible, me fui a las dos horas, y eso que estaba pegado al escenario.
    Fui a escuchar sus éxitos de siempre, y en esas dos horas solo escuché pictures of you y lovesong.

    Pensaba que no tocaría nada más conocido, después vi que si, pero la verdad, viendo cómo tocaba y cantaba, prefiero quedarme con los recuerdos. Una desilusión.

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