Crónicas
Steven Wilson: Reflexiones en un mundo posmoderno
«Uno de los conciertos que seguramente acabe en las listas de los mejores del año»
1 febrero 2018
WiZink Center, Madrid
Texto: Yorgos Goumas. Fotos: Paco García
Los lectores me van a perdonar este título algo pedante pero enseguida voy a explicar el porqué de esta introducción. Una de las cualidades de un artista es que tiene que ser un reflejo de los tiempos en los que vive. Según Wilson, vivimos en tiempos de la post verdad, donde no existe una sola sino que el propio concepto de la “verdad” está moldeado por las convicciones de cada individuo que a su vez está moldeado por el sistema (educación, religión, medios de comunicación, etc.). En otras palabras, la verdad ya no es un absoluto, algo objetivo y firme, sino algo relativo y cambiante. Los hechos ya no importan; sólo los sentimientos y si la verdad no se ajusta en nuestras convicciones, es a ella la que hay que ajustarse a nuestras creencias y no al revés.
Consecuentemente y a modo de una pequeña introducción al show, los allí asistentes fuimos obsequiados por un video, proyectado por una pantalla grande LED, donde se veían imágenes de varios conceptos, cada una acompañada por una palabra correspondiente (religión, familia, amor, odio, etc.). Para visualizar la confusión del mundo posmoderno, las mismas imágenes volvían a aparecer de manera cada vez más acelerada pero ahora las palabras que les acompañaban no eran las que lógicamente les correspondían así que, por ejemplo, la imagen de un terrorista estaba acompañada por la palabra “seguridad” o la imagen de un político por la palabra “verdad”.
Justo al final del vídeo, Steven Wilson y sus músicos aparecieron en el escenario y arrancaron con “To the Bone”, un tema que versa precisamente sobre la temática del vídeo para después proseguir con “Nowhere Now”, una canción preciosa sobre cómo solemos perder la perspectiva más amplia acerca del mundo cuando estamos ofuscados con nuestros propios asuntos personales. El tema estuvo acompañado por imágenes del videoclip que estuvo rodado en el complejo astronómico Atacama Large Millimeter Array en Chile; tema e imágenes que nos hacen querer romper los lazos (físicos y mentales) que nos atan al suelo. Para el tema “Pariah”, la banda estuvo acompañada por la vocalista israelí Ninet Tayeb, quien ha estado colaborando con Steven en sus dos últimos discos… a través de la pantalla LED; quizás como una metáfora acerca de nuestro mundo posmoderno: estamos aquí pero no estamos a la vez… o nuestra presencia ya está sólo dictada por las pantallas tecnológicas y nuestras relacionadas ya no se basan en el contacto físico sino en un toque en una pantalla. Quizás por ello, Wilson se dirigió al público al final del tema para decirnos que quizás el recinto no era el más apropiado para un contacto cercano entre la banda y el público de modo que se agradecerían las muestras de afecto y entusiasmo por parte del respetable.
El rock a lo Pink Floyd y King Crimson hizo acto de presencia por primera vez, cuando sonaron “Home Invasion” y “Regret #9”, dos temas donde se pudieron lucir los músicos ya que, aunque Wilson no es un instrumentista virtuoso, sabe cómo acompañarse de gente talentosa. Después del furioso “The Creator Had a Mastertape”, un tema inspirado por los asesinos en series, y la preciosa balada “Refuge”, Wilson nos contó que su fascinación por dichos energúmenos proviene de su madre la cual tenía una colección de libros y se acuerda viendo junto a ella en la tele documentales relacionados con el tema: “Eso explica porqué soy un ‘sick fuck’ (puto salido)” dijo con sorna “Sin embargo, los enemigos públicos No. 1, ya no son ellos sino la gente que está dispuesta a matar indiscriminadamente en nombre de su dios. Son la gente que come oscuridad”, y enseguida arrancaron con “People Who Eat Darkness” junto a Tayeb quien esta vez apareció en el escenario en carne y hueso, ya que está acompañando a Wilson en esta gira.
El tema “Ancestral”, muy a lo King Crimson, nos llevó a un descanso de unos 15 minutos y la segunda parte empezó con un clásico de su ex banda Porcupine Tree, “Arriving Somewhere But Not Here”. En este punto, Wilson dijo que fue su madre quien le introdujo en el mundo de la música pop pero no el pop de una Miley Cyrus sino de música de calidad: “Los Beatles, ELO, Abba, etc. hicieron música pop autentica y popular. Que levante la mano el que no le gustan Abba” nos dijo… Creo que los únicos que nos levantamos la mano en todo el recinto fuimos un chico delante de mí con una sudadera de Opeth y yo. “El siguiente tema es mi primer intento a la hora de hacer pop así que os pido que os levantéis de vuestros asientos y que mostréis vuestro entusiasmo” nos pidió para enseguida arrancar con “Permanating”, un tema que efectivamente tiene reminiscencias tanto de ELO como del “Mamma Mia” de Abba. Después del “Song of I”, nos agració con otro tema melancólico y dulce de su época con Porcupine Tree, “Lazarus”. Como anécdota, a la hora de arrancar con “The Same Asylum”, la banda entró antes que él, algo que él atribuyó al hecho que era solo la segunda fecha de la gira y aún no tenían los cambios entre tema y tema bien asimilados. Segunda vuelta al disco ‘In Absentia’ (2002) de Porcupine Tree después del “The Creator…” con el oscuro “Heartattack In A Layby” para subir la intensidad con “Detonation”, un tema que va acerca de aquellos que están dispuestos a morir y matar detonando un cinturón de explosivos atado en su cuerpo. Sonidos oscuros industriales invadieron el recinto con “Sleep Together”, sonidos fríos y duros que hacen contraste con la voz dulce de Wilson. “Ahora toca hacer nuestra falsa salida donde vosotros se supone que tenéis que reclamar nuestra vuelta al escenario” dijo Wilson, indicando el final inminente de la velada.
Efectivamente, la banda volvió al escenario pero no entera ya que sólo estuvieron Wilson y su teclista, acompañados por Tayeb, para interpretar la balada “Blank Tapes”. Después del “Harmony Korine”, acompañado en la pantalla por el videoclip, Wilson se hacía como si se preguntara a sí mismo, que iba a tocar después y enseguida el público empezó a gritar títulos de temas: “No, no va a ser “Free Bird” (ndr el clásico cierre de un bolo de Lynyrd Skynyrd) ni “Trains”” nos dice con sorna “Va a ser este” y cerraron la noche con una obra maestra: “The Raven That Refused to Sing”; no se me ocurre mejor cierre, sinceramente, para una velada emocionante y para uno de los conciertos que seguramente acabe en las listas de los mejores del año.
Steven Wilson fue el primer artista que me enseñó que el progresivo (aunque de los 50 y pico discos que ha editado, ni la mitad se podrían considerar como propios de este género) no tiene por qué estar emparejado obligatoriamente con el hastío que producen los largos y suntuosos paisajes musicales que parece que van sobre conceptos complicados e intelectuales o incluso fantásticos y alegóricos pero que en realidad son vacíos y presuntuosos. Desde el primer concierto en el que le vi con Porcupine Tree en 2003, un servidor fue seducido por su capacidad de mezclar melodías emotivas y con gancho a la vez, pero sin sacrificar el factor cerebral. Un artista inquieto al que le gusta experimentar pero sin perder nunca su estilo particular marcado por la melancolía que volvió a encandilarnos y a emocionarnos.
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