Crónicas
Crónica de Sôber + O.C.A.S.
«Sôber y O.C.A.S. ofrecen "Sinfonía del Paradysso" en una cita memorable en Madrid.»
24 febrero 2018
Palacio Municipal de Congresos, Madrid
Texto: Borja Díaz. Fotos: Alfonso Dávila
La noche pintaba especial, así lo habían anunciado, pero no me imaginaba lo que Sôber nos tenían preparado para hacer de esta una cita memorable. Los madrileños junto con la sinfónica O.C.A.S nos ofrecieron un espectáculo soberbio bajo el nombre de “Sinfonía del Paradysso”. Una revisión de aquel trabajo mítico del 2002, junto con algunos temas más actuales, todos ellos tocados junto a la orquesta sinfónica.
Sobre el papel era fácil pensar que únicamente añadirían unos arreglos orquestales a los temas ya compuestos. Pero nada de eso, han sabido integrar todos los elementos, consiguiendo crear una única atmósfera llena de intensidad y matices en directo. Por si fuera poco, el escenario lleno de pétalos por el suelo, estaba culminado por tres pantallas gigantes que proyectaron imágenes acompañando todas las canciones.
Nos ponía en alerta una intro musical y una locución que jugaba con los títulos de canciones de Sôber, mientras los miembros de la orquesta bajaban por los pasillos con una capucha hasta colocarse en sus puestos. Por detrás del escenario también emergían Manu, Jorge, Antonio y Carlos, para dar continuidad a este ambiente con “Una vida para exprimir”. Un tema pesado y cadencioso, concebido para ser banda sonora de un libro, con la voz de Carlos más oscura y grave. Ideal para un comienzo así.
La gente tenía ganas de ver este espectáculo y lo demostraron con la ovación tras esta primera canción. Pero venían a tocar íntegro el ‘Paradysso’ y las dos primeras en sonar, “Animal” y “Reencuentro” prolongaron este inicio potente. Algún despistado podría pensar que con esto de la orquesta el concierto iba ser tranquilo. Pronto Carlos demandó al público que se levantara, aunque tampoco hizo falta insistir con la gente de pie disfrutando de “Blancanieve”. En ella los instrumentos de viento metal nos dejaron momentos intensos en una gran adaptación.
Que el primer día que las entradas se pusieron a la venta ya hubieran vendido 700 indica la expectación que había para escuchar temas como el siguiente en sonar, “Eternidad”, con una sinfónica. Además la orquesta no fue un mero acompañamiento. Bien integrada en escena, Jorge Escobedo no dudó en más de una ocasión en mezclarse entre ellos para tocar desde allí. También Carlos, interactuando incluso con su director.
Por supuesto había alguien que no podía faltar en una cita tan importante. Quisieron dedicar “Lejos” a Alberto Madrid, anterior batería de la banda, que murió hace ya 13 años en un accidente de tráfico. El momento mecheros, o móviles, estaba destinado a “Náufrago” y así fue. Estas dos canciones llenaron de emoción e intensidad el auditorio. Y para salir de este clima, nada mejor que un cañonazo como “Cápsula”, con un gran trabajo de Manu Reyes desde la batería, demostrando su calidad.
El último trabajo de los madrileños lo quisieron representar con “El viaje”, antes de atacarnos con “Hemoglobina”, adornando el puente antes del último estribillo de una manera magistral. En “El hombre de hielo” la orquesta volvería a mostrarse soberbia, además del genial solo que nos dejo Antonio Bernardini. El público en pie aplaudiendo demuestra la genialidad que nos acababan de regalar. Siguieron con “Vacío”, pero el tiempo parecía haberse detenido al terminar “Paradysso”. Nos despertaron de golpe al retirarse de escena y es que estábamos disfrutando de tal manera que no nos habíamos percatado de que llevaban más de una hora y cuarto.
Volvería la orquesta para acompañar a Carlos Escobedo cantando “Estrella Polar” desde el público. Pero todavía nos tenían que regalar granes momentos. Después de “No perdones” le llegaba el turno a “Arrepentido”. Seguramente el himno por excelencia de la banda y que resonó en todas nuestras gargantas.
Nuevo parón que aprovecharía Carlos Escobedo para presentar y agradecer a todo el mundo. Nos pediría que llamáramos a la orquesta para animarles a volver. Lo hicieron con “Superbia” y “Mis cenizas”. El broche final después de casi dos horas no podía ser otro que con “Diez años” esta vez con Jorge tocando desde el público. Una noche magistral en la que Sôber y O.C.A.S nos regalaron la fantástica “Sinfonía del Paradysso”. Un espectáculo que nadie se debería perder.
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