Crónicas
Samu Ortiga + Sheena Stormer + Impactrones: Las mil caras del rock
«Una noche plagada de estilos y ánimos distintos entre sí, pero que compaginaron perfectamente, otorgándonos buena música y agradables sensaciones»
3 diciembre 2022
Sala Rockville, Madrid
Texto: Arus Vidiella. Fotos: Paula To Tsuki
El pasado día 3, tuvimos las ocasión de acudir a un evento cuanto menos interesante, la unión de tres grupos de estilos muy dispares, aunque todos con un elemento en común: el rock.
Abría la noche en la sala Rockville la joven Sheena Stormer, con un despliegue visual y sonoro cien por cien acorde al glam de los 80. Guitarras de distorsión sucia sobre una línea de bajo contundente que hacía las veces de segunda guitarra acompañaban a una voz rota que se movía cómoda en los tonos medios que legaba en ocasiones unos agudos elevados tanto en tono como en la textura de la voz.
A pesar de un público reducido que parecía aun más bajo en número debido al tamaño de la sala, los asistentes se entregaron a los acordes de la guitarra cuasi psicodélica más propia de los 70, al bajo de línea dura y a una batería que no paraba de marcar un ritmo ameno y estudiado.
La puesta en escena y los vestuarios del grupo, muy acordes al estilo “under” de la época, con un exceso de brillos, pantalones acampanados y el cuero como una segunda piel, daban un remate perfecto para la música y el ánimo que Sheena Stormer ofreció al público presente. Un despliegue de emoción, ilusión y ganas de cantar que podía sentirse en cada intervención y pieza de esta joven artista.
Llegó el turno de Samu Ortiga, que retomando el escenario (es también el guitarrista de Sheena Stormer), se disponía a ofrecernos un show alejado del metal y más centrado a un sonido seventies y más cercano al rock psicodélico de grupos como Iron Butterfly.
Con una puesta en escena minimalista, demostrando que solo tres músicos bien compenetrados y sabiendo lo que hacen pueden llenar un escenario, el concierto se abrió con un acertado tema corto, plagado de riffs con un sabor de boca muy new age y lleno de efecto wah-wah, con el que tanto los músicos como el público comenzaron a calentar lo que sería una excelente comunión entre todos los asistentes a la sala con la música de este artista.
Los ritmos clásicos de la guitarra de Ortiga lograban poco a poco que las primeras filas de la sala se llenaran de cabezas moviéndose al copas de las canciones, dando comienzo a los primeros bailes en la sala.
Con cada tema, sabiamente elegidos en orden y estilo, Ortiga comenzaba a dar muestras de su registro vocal, del que en los temas lentos nos permitían ser más conscientes de su capacidad, con una voz más nítida, dejando notar pinceladas de color y giros técnicos en las canciones.
Demostrando que su registro musical es mucho más que el rock de los 70, los temas comenzaron a fluir entre estilos, enseñándonos la capacidad de adaptación del músico y mostrándonos un grupo muy bien cohesionado, el cual, durante uno de sus temas más afines al rock británico de los 90 que al folk rock de los 70, se fundió con la intensidad interpretativa en escena.
Poses casi coreografiadas, en las que bajista y guitarrista se fundían en un baile acompasado al son de los acordes, logrando hacer partícipe de esa unión de músicos a su batería, arrancaron los primeros acompañamientos del publico con palmas y movimientos al son de la música. Un público que, a pesar de tranquilo (el estilo de Ortiga invita al disfrute sonoro sin grandes aspavientos, de una forma relajada), terminó dando sus frutos con ovaciones en cada una de las intervenciones del frontman, antes y después de las piezas, mostrando la unión lograda entre público y artista.
Ortiga parecía más cómodo a las seis cuerdas que en la voz, pero ya en su cuarto tema desplegó una serie de recursos y capacidad más que notables, afianzando su presencia sobre el escenario a medida que los presentes comenzaban a bailar su temas más movidos.
En la presentación de su último single, "Hoy mueres", Samu Ortiga se vino arriba y comenzó a contonearse en cada estrofa, demostrando una seguridad y tablas en el escenario que lograron que el público entrara ya de manera absoluta.
El setlist se movía de manera acertada entre temas bailables y otros más pausados, permitiendo un disfrute continuo de todo el repertorio, manteniendo la calidad instrumental y vocal durante toda la actuación. Cabe destacar la imagen y el papel de Ortiga como frontman, que haciendo honor a su nombre y posición, sin parar de animar al público en sus intervenciones, se convierte en una parte imprescindible de la experiencia.
Llegaba el turno de Impactrones. Para esta ocasión, la sala comenzó a llenarse de una manera más perceptible. El exceso visual de grupo es lo primero que te impacta cuando sube al escenario. Sus “pintas”, su actitud gamberra y su total falta de vergüenza son la antesala de su heavy glam de manual.
Desde el primer instante, el publico empieza a dar brincos, jalear con vítores cada movimiento del grupo, que se gana a los presentes, dejando clara que su intención con sus letras y su show es divertir a la par que divertirse.
Una sala que al inicio se encontraba dividida en dos sectores se fundió en un solo ente de espectadores entregados, conocedores del espectáculo que venían a ver, coreando las canciones e intercambiando risas y vítores con el grupo en un dialogo fluido y extraño (como lo son ellos) que se torna el hilo conductor entre cada uno de los temas.
En un abrir y cerrar de ojos, con cada canción el publico empieza a saltar descontrolado, chocándose entre ellos animados por la música y animando aun mas a los propios interpretes, creando una interacción continua entre ambos en un espectáculo divertido musical y anímicamente.
Una noche plagada de estilos y ánimos distintos entre sí, pero que compaginaron perfectamente, otorgándonos una noche de buena música y agradables sensaciones.
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1 comentario
Estupendo resumen hacia las descargas de estas tres cojonudas bandas en la Rockville madrileña presentando sobre todo SAMU ORTIGA su nueva placa de estudio.