Crónicas

Medina Azahara en Bilbao: Monumento al rock andaluz

«Ojalá llegue el día en el que se rompa por fin ese complejo de inferioridad frente a los artistas internacionales y se considere sin ambages a Triana a la altura de Genesis, Pink Floyd y otras luminarias del género. Menos mal que disponen de buenos profetas que todavía extienden su palabra con el respeto, y la dignidad adecuada.»

30 septiembre 2022

Palacio Euskalduna, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Frente a tanto acomplejado que todavía piensa que lo de fuera es lo mejor, nunca viene mal poner de relieve la existencia de un grupo único en el mundo que rompió moldes al mezclar rock progresivo, flamenco y canción protesta a comienzos de los setenta. Hablamos por supuesto de los Triana de Jesús de la Rosa, Eduardo Rodríguez Roadway y Juan José Palacios “Tele”, trío inmortal cuyas composiciones incluso vuelan la cabeza a día de hoy, por mucho que a uno le guste el heavy, el punk o lo que sea. Cosas ante las que hay que quitarse el sombrero sí o sí más allá de etiquetas o géneros.

Si de verdad tenemos en el panorama patrio a una banda legitimada para recuperar el legado de Triana, esos son sin duda Medina Azahara, ya que la formación de Jesús de la Rosa fue una de sus grandes influencias en los inicios de su carrera allá por 1979 y no suelen faltar en su repertorio emblemáticos himnos como “Abre la puerta” o “En el lago”. No en vano ya les homenajearon con hasta siete piezas en el álbum ‘Se abre la puerta’ de 2007 y recientemente les dedicaron un disco entero como ‘Llegó el día’, con el que se han recorrido la península este último año.

Dado el carácter exclusivo del espectáculo, había ganas por catar el paso de los andaluces por Bilbao, y encima en un recinto tan exclusivo como el Palacio Euskalduna, por lo que la dignidad en lo que respecta al sonido estaba más que garantizada. La cita además casi colgó el lleno en cuanto a asistencia, pues pocas butacas quedaron vacías dentro del recinto. No era de extrañar, aquella era una ocasión única.

Los conciertos en los que se van intercalando anécdotas entre tema y tema poseen ese ambiente intimista de las conversaciones de bar, sin ego ni aire de superioridad de ningún tipo, todos de igual a igual. Así transcurrió el recital de Medina Azahara con un cancionero realmente mayúsculo que se inició con “Hijos del agobio” y “En el lago”, dos piedras angulares en la trayectoria de Triana que ya nos daban a entender que no se andaban con chiquitas.

Mantuvieron todavía la apuesta elevada con “Desnuda la mañana” y “Una noche de amor desesperada”, que seguramente nos legó una de las interpretaciones más emocionantes de la velada. La verdad es que clavaban las canciones, Manuel Martínez estuvo inmenso a la voz de principio a fin, uno podía cerrar los ojos e imaginarse que estaba escuchando al mismísimo Jesús de la Rosa.

El vocalista nos presentó “Sentimiento de amor” como uno de los cortes que más le gustaba cantar de sus mentores. Aquí cobró importancia la labor de Manuel Ibáñez, un teclista con la habilidad más que de sobra para engrandecer el homenaje, así como la no menos relevante aportación de los coros. La puesta en escena era mayúscula, con Paco Ventura otorgando magisterio a las seis cuerdas y una segunda guitarra flamenca que engrandecía todavía más el resultado final.

Calificaron las composiciones de Triana como “joyas insuperables”, una afirmación que adquiría todo el sentido del mundo ante “Sé de un lugar”, en la que quizás ceden mayor protagonismo al teclado y prescinden de los intervalos más sinfónicos, pero que les queda muy digna en cualquier caso. A “Señor Troncoso” le añaden igualmente mayor poso flamenco que la original, pero ya se sabe que las mejores versiones no son las que calcan a sus autores, sino las que transitan de un terreno a otro, por lo que fue una auténtica delicia. Pelos de punta.

La peña se saltaba el protocolo del elegante Euskalduna, se levantaba y gritaba “¡Grande Medina!”. No era para menos con el bolazo sin desperdicio que se estaban marcando. El vocalista Manuel nos contó que en “Quiero contarte” había una voz que se escuchaba entremedias y que pertenecía al batería Tele, un dato que probablemente no supieran muchos aficionados.

Para un servidor aquí había una verdadera prueba de fuego para Medina, con un comienzo de los más grandes que ha dado la música patria, pero del que volvieron a salir victoriosos con un Paco Ventura tan sublime que hasta tocó con la lengua. A sus pies, maestros.

La cosa adoptó un tono más sombrío cuando el frontman nos relató que “Llegó el día” sería con toda probabilidad la última canción que compuso Jesús de la Rosa y que hablaba de “una tragedia”. Se trataba, en efecto, de una pieza de desamor con ese lirismo e intensidad como solo podía facturar el desaparecido vocalista. Otra cota de emoción insuperable.

En esa última línea iría también la archiconocida “Tu frialdad”, en la que contaron con la ayuda de Julia a la voz y así elevar por las nubes el dueto que nos regaló junto a Manuel, menuda joya. Y “Recuerdos de una noche”, otra en la que desataron la vena flamenca, finiquitó la primera parte del repertorio dedicado a Triana, aunque esta vez conservaron el rollo progresivo de la original. Sin mácula.

Después de semejantes himnos no podrían condescender con cualquier cosa, pero casi tanta historia posee “Paseando por la mezquita” como el cancionero de Triana, muy buena elección, sí señor. La transición es que ni se notó, pues dicho tema podría ser tranquilamente de Jesús de la Rosa y compañía. Se pusieron mayestáticos con “Córdoba”, una reivindicación de sus raíces andaluzas cargada de épica.

La intención de la noche era homenajear a una época determinada, por lo que en ese contexto encajaba “No quiero pensar en ese amor” de Módulos, a la que añaden bastante tralla respecto a la original. “Palabras de libertad” pasó un tanto desapercibido entre tanta joya, pero el personal no tardó en recuperar empuje con el imprescindible “Necesito respirar”, con el estribillo cantado a capela por la animada concurrencia. No podrían haber terminado mejor.

Regresaron para los bises con “Abre la puerta”, casi nada, pese a que sea necesario señalar que la convierten en algo muy suyo. Opinamos que de la original no se debería mover ni una nota, pero su resultado también se torna impecable, con el cantante Manuel en estado de gracia. Ya les habían rendido tributo previamente, pero no podía faltar la fundamental “Todo tiene su fin”, otro himno de Módulos al que incorporan mayor contundencia, pero sin perder ni una pizca de emoción por el camino. Bañada total.

Con los pelos aún como escarpias se despidieron con “A toda esa gente”, mientras el frontman aprovechaba el momento de presentar a la banda para hacerse un selfie con una fan de las primeras filas y firmar autógrafos. Se había esfumado el repertorio en un visto y no visto, echamos de menos “Luminosa mañana”, pero todo no podía ser.

Ojalá llegue el día en el que se rompa por fin ese complejo de inferioridad frente a los artistas internacionales y se considere sin ambages a Triana a la altura de Genesis, Pink Floyd y otras luminarias del género. Menos mal que disponen de buenos profetas que todavía extienden su palabra con el respeto, y la dignidad adecuada. Un monumento al rock andaluz para guardar para siempre en la memoria.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Pedazo de resumen hacia el gran concierto que se marcaron los históricos MEDINA AZAHARA en la rockera Bilbaino presentando su nuevo álbum de homenaje a otros históricos como TRIANA que junto a sus temas más clásicos lo volvieron a bordar.

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