Crónicas
Loquillo: El último clásico
«El artista barcelonés, afincado en Donostia desde hace décadas, cerró triunfal su gira 2022 en casa, en el Kursaal, sin bises ni tonterías, entre abrazos sin fin»
2 diciembre 2022
Auditorio Kursaal, Donostia
Texto: Aitor Zubizarreta. Fotos: Iñigo Malvido.
El artista barcelonés, afincado en Donostia desde hace décadas, cerró triunfal su gira 2022 en casa, en el Kursaal. Amado u odiado a partes iguales, es obvio que Loquillo no deja indiferente a nadie. Igualmente, es indiscutible que es el músico estatal de su generación que mejor ha aguantado en nuestro rock and roll entendiendo el negocio como una carrera de fondo, sin sprints para atajar caminos ni caer en modas ajenas a él.
Por algo lleva más de 40 años cantando “quiero ser un rock and roll star” y sigue arriba y llenando grandes recintos, siendo más chulo que nadie y reivindicándose sin vergüenza ninguna como “El Rey”, título de uno de los mejores cortes de su último trabajo, “Diario de una tregua”, y que ha dado nombre a una exitosa gira que finiquitó en el Kursaal donostiarra, ante sus vecinos.
Al final, el personaje se ha impuesto a la persona, si es que en algún momento han sido factores diferenciales en él, algo que con “El Loco” se hace complicado de discernir. A pocos días de cumplir 62 inviernos, José María Sanz Beltrán se mete entre pecho y espalda shows de dos horas de un talento, poderío y estilazo al que muy pocos peros se pueden poner.
Con un vozarrón que no parece sufrir, escénicamente sigue moviéndose con soltura, marcando pasos, giros y poses siempre medidos, con clase. Con sus casi dos metros de altura, es como esos grandes pívots que bailan claqué en una baldosa bajo el aro o se meten un triplazo de nueve metros. Todo es posible con El Loco, como que se baje a pasear entre la audiencia, chocando palmas y feliz de la vida, aunque no tanto como sus fans.
Después está la pedazo de banda que le acompaña, con tres guitarristas, bajo, teclas y batería, más un ocasional saxo sumando más matices aún a la tremenda orquesta de rock a la que Loquillo mira y aplaude con admiración cuando se aparta a un lado y cede todo el protagonismo a una banda total, que se luce y explaya a menudo con remates instrumentales infinitos que atruenan impecables bajo la excelente acústica del Kursaal.
Todos elegantemente trajeados con colores diferentes cada uno, con el contraste radical del blanco nuclear del siempre espectacular Igor Paskual a la guitarra, y por supuesto el negro riguroso del jefe de filas, al que la corbata le duró una canción.
La primera parte del show estuvo marcada por la solidez y temas menos trillados, como “Los buscadores”, “Sol”, con acompañamiento perfecto de órgano Hammond; “La vampiresa del Rabal”, “La libertad”, “Historia de dos ciudades”, que repitió tras errar el principio; “Creo en mí”… “El Hombre de negro” fue aclamada, pero lo ánimos se desataron definitivamente con “El rompeolas”.
Con “Carne para Linda” y “Rey del glam” la audiencia que casi llenó las 1800 butacas del auditorio ya no podía seguir sentada en sus asientos. Loquillo agradeció al servicio médico y fisios de la Real Sociedad el trabajo que habían hecho para recuperarle del fuerte esguince de tobillo que sufrió hace unas semanas para poder sacar adelante el show, y hasta el final la fiesta fue ya imparable con una sucesión de clásicos para disfrute del personal: “Rock and roll actitud”, “La mataré”, y sobre todo “El ritmo del garaje”, “Feo, fuerte y formal”, “Rock And Roll Star” y “Cadillac solitario”.
Sin bises ni tonterías, el grupo se despidió entre abrazos sin fin. Loquillo es un grande.
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1 comentario
Pequeño resumen para el buen concierto que se marcó uno de nuestros músicos más ilustres como es LOQUILLO en San Sebastian presentando su último álbum de estudio de hace dos años.