Crónicas

Guns N' Roses: Fuego sagrado

«La pandemia había interrumpido los conciertos y finalmente se pudo desahogar tanta espera en tres horas efectivas de una actuación fuera de serie, en la cual se renovaron los votos de un romance que sigue intacto con Argentina»

30 septiembre 2022

Estadio River Plate, Buenos Aires, argentina

Texto: Lucy Dávalos @lucydavalosOk. Fotos: @darachriss

Axl Rose y Duff McKagan en Hellfest 2022

Guns N' Roses retornó a Buenos Aires, Argentina, de la mano de Axl Rose, Slash y Duff McKagan, el tridente del hard rock más ofensivo de los años 80 y 90, hoy convertidos en auténticos gentlemen, músicos profesionales, capaces de conmover con su entrega a una multitud enfervorizada gritando por amor a la banda de sus sueños. Unos setenta mil espectadores fueron testigos privilegiados de una velada en la cual las llamas de la pasión por los que fueran "chicos malos" de Los Angeles continúa inalterable.

Guns N' Roses se presentó en Argentina como parte del "We're f'n' Back! Tour", después de cinco años desde su última visita, con una pausa obligada causada por el virus Covid-19. El estadio de River Plate, del barrio de Núñez, fue el escenario elegido, el mismo donde hace 30 años la prensa, políticos, padres y hasta la Iglesia se asustaban por una eminente visita de a quienes señalaban como "forajidos", antisociales que venían a corromper a los más jóvenes con sus conductas y canciones de rock. Los tiempos cambiaron, pero este grupo, convertido hoy en día en un clásico, se encuentra tan vigente como siempre. Quizás se haya alterado la euforia de otras épocas, posicionados en la cumbre de su éxito, pero nunca dejaron de ser por demás amados y reverenciados en estas tierras.

Las expectativas crecían en las horas previas, cuando en la prueba de sonido se escuchaba los ensayos de "Rocket Queen", "Knockin'On Heaven's Door", "Civil War", "Estranged" y "Reckless Life" que más tarde replicarían en su actuación, y que ya fuera de esos muros, despertaban la felicidad de los fans que acamparon durante días, haciendo amistades, compartiendo mates entre litografías y remeras que se tentaban en comprar, aunque lo malo haya sido que se programara una única función, imposibilitando que muchos seguidores asistieran a la fiesta, quedándose sin un ticket para un concierto soñado. Mala organización y revendedores suelen ser parte de una historia de terror.

A las 17:00 se abrieron las puertas, y los más ansiosos corrieron hacía las vallas, ahora había que matar la espera.

Airbag sería nuevamente la banda local dispuesta para ese anhelado viernes tal como en el 2017. A partir de las 20:00, los hermanos Sardelli, Gastón, Patricio y Guido, se lucieron con su desempeño, repertorio y un inflable que le daba mayor importancia a la escenografía. Entonaron los primeros acordes del Himno Nacional Argentino, "Sólo aquí", "Huracán" y "Cae el Sol", algunos de los temas que alentaron a la gente a que cantara sus hits para despedirse con el comienzo de "Como un diamante", habiendo sonado muy dignamente.

Pronto los técnicos fueron acomodando nuevos equipos para que a las 21:00 clavadas, desde las plateas hasta el sector de campo, se emitiera un grito de emoción. La oscuridad sería precedida por las luces direccionales, y las pantallas reflejaban la aparición de la caricatura de un robot animado, sello que adoptaron desde 'Appetite for Destruction'. Los visuales en general desparraman pinceladas de arte surrealista o ciencia ficción dónde robots, mujeres, sangre, rosas y lluvia se mezclan una y otra vez. Son sus imágenes preferidas.

Entonces el vozarrón de McBob, su locutor oficial, irrumpió con su típica presentación para que "It's So Easy" encendiera el chispero y la fogata se tornase una caldera. Para la tercera canción, pasadas "Mr. Brownstone" y "Chinese Democracy", Axl tuvo que llamar a Del James, su amigo y tour mánager, para que oficiara de traductor y le pidiera al público que se corriera unos pasos atrás para evitar así aplastamientos y que nadie saliera lastimado en un campo VIP criminal, donde no cabía un alfiler y aparentaba ser una marea humana imparable.

En "Welcome to the Jungle" eran setenta mil corazones y un sólo palpitar, saltando y coreando cada estrofa. Sin desacelerar, continuaron con "Better", sus toques industriales nos trasladan al año 2000 sin abandonar su potencia mediante sus cambios de registros vocales, donde Melissa Reese desde su teclado electrónico y consola agrega los efectos y sonidos más raros acompañando la fuerza y lo moderno de esta composición, seguido por "Reckless Life" y "Double Talkin'Jive", hasta ahí no había existido un respiro.

En "Live and Let Die" ya no incluyeron la pirotecnia (ni las explosiones en ninguna parte del show, quizás por conciencia ecológica, empatía o disminuir gastos, quién sabe) pero sí las coreografías de Axl Rose, girando y sacudiendo el pie del micrófono, casi un calco del videoclip, notando que su cuerpo tiene una memoria celular que se activa con ciertas canciones y expresa de manera física los típicos pasos de baile que nunca olvida.

Técnicamente impecables y con un sonido sin demasiadas fisuras, se iba disfrutando de un recital que perfectamente podía colocarse entre los mejores de los últimos que esta agrupación ha ofrecido en Buenos Aires. Colaboró mucho el feedback y la comunicación existente debajo y arriba del escenario, energía que iba circulando y se percibía en la atmósfera, evidenciándose claramente en "Estranged", esa oda épica a la soledad y melancolía que se canta a viva voz y llena de lágrimas los ojos. Relato magnífico de un amor perdido.

A estas alturas mencionar que vivir un show de Guns N' Roses en Argentina es una experiencia aparte, parece estar de más, pero en verdad se vuelve un espectáculo completamente grandioso, elevado a otro nivel. Quien se autoproclame un fiel seguidor del rock y tenga la oportunidad de presenciar alguno de sus conciertos por estos lares, tendrá la seguridad que cada centavo invertido valdrá la pena, y ese día de su vida será inigualable. Es que los fans argentinos saltando al unísono ponen a bailar al cosmos. Todo un escándalo emocional.

Slash en Hellfest 2022

Tampoco faltó "Attitude", cover de The Misfits interpretado desde siempre por Duff McKagan. Su corazón punk no le permite cambiar su esencia por más que actualmente sea un bajista atlético a base de entrenamiento y vitaminas, siempre acompañado por el guitarrista Richard Fortus como ladero, una dupla que suele combinarse muy bien.

"Sorry" puso una pausa y desaceleró por un rato el ritmo vertiginoso al que venía apostando parte de su propuesta musical con una gema del álbum 'Chinese Democracy'. Para continuar con la misma solemnidad, Slash dejó de lado su versión de "The Godfather". Siempre ocultando su melena ensortijada bajo una galera, con lentes oscuros, pantalones de cuero y camisa de una seda finísima, cada vez más introvertido y sumergido en sus guitarras, la rapidez de sus dedos serpenteaba sobre las cuerdas, vestido íntegramente de negro como su alma blusera, con una Gibson semiacústica desplegó una bella interpretación de "Blackbird", extraída del álbum blanco de The Beatles, símbolo de los movimientos de derechos civiles y uno de los temas más candentes en Estados Unidos por ese año 1968, que representa la lucha de los afroamericanos por la libertad e igualdad lidiando con el racismo, condensada en la figura de Martín Luther King.

Ver a Axl Rose y Slash juntos sobre un mismo escenario aún parece un espejismo. Durante mucho tiempo, la mayoría de sus admiradores soñaron con este reencuentro, y ambos se encuentran en un gran nivel, al igual que ocurrió por aquel 2014, cuando Duff McKagan se presentó junto al que llamaban el 'New GNR' en el estadio de Ferrocarril Oeste haciendo crecer las esperanzas de una futura reunión que hoy es una realidad concreta.

Aquellos muchachos perdidos que fueron alguna vez, ahora son hombres aguerridos que aún encarnan los sueños de su juventud, esos por los que tanto apostaron con la misma fuerza, pero recargados de mística. Actualmente todo confluye con buena vibra, relax y un excelente ánimo en sus rostros cargados de sonrisas cómplices en esta nueva travesía.

Después de "Sweet Child O'Mine" era el momento de acercar el elegante piano de cola para "November Rain" y repetir el ritual de los celulares emulando luciérnagas, mientras en las pantallas una rosa apenas soportaba las gotas de una tormenta feroz.

Rose se cambió varias veces de vestuario entre jeans, camperas de cuero blancas, negras, customizadas con tachas y pinturas látex, pañuelos y botas en pico donde suele colocar los collares de sus mascotas cuando está lejos o alguno parte al otro lado, porque si hay algo que demuestra hace años es un sentimentalismo al parecer innato y un estilo único.

Ya casi llegaba el final, los bises vinieron por el lado de la demoledora "Coma" con un frontman digno de una agrupación icónica con un nivel vocal que fue brutal, soberbio en algunos tramos, acallando críticas como la leyenda de rock viviente que es, luciendo desde sus agudos hasta una voz rasposa impecable, listo para muchas giras más, gracias a tanto talento, virtuosismo y madurez.

"Patience" y "Don't Cry", las power ballads que provocan escalofríos, también fueron parte de un setlist que se paseó por toda su discografía, aunque en esta oportunidad no estuvieron los habituales papelitos flotando en el aire al final de "Paradise City", tal vez un signo de los tiempos. Esto no hizo que fuera un cierre deslucido, con Axl corriendo y desplegándose por ambos lados de la pasarelas, alentando a la gente a que no decayera la adrenalina hasta el fin de un set sólido que tuvo una gran carga emocional, arrojando el silbato y su micrófono al público, posibilitando llevarte un exquisito suvenir a casa, habiéndolo dejado todo en escena.

Por unos instantes hubo oscuridad y el regreso desde las sombras fue para reverenciar a los presentes en una comunión de almas entre aplausos y deseos de un reencuentro no muy lejano.

La pandemia había interrumpido los conciertos y finalmente se pudo desahogar tanta espera en tres horas efectivas de una actuación fuera de serie, en la cual se renovaron los votos de un romance que sigue intacto con Argentina, donde prácticamente son pseudo-dioses de una religión pagana en el nombre del hard rock. La música es la unión, se los notó felices y sonaron increíbles, todo fueron rosas y, una vez más, volvió a reanimarse ese inextinguible fuego sagrado.

Guns N Roses, Setlist en el Estadio River Plate, Buenos Aires, Argentina:

It's So Easy
Mr Brownstone
Chinese Democracy
Slither
Welcome to the Jungle
Better
Reckless Life
Double Talkin' Jive
Live and Let Die
Estranged
Shadow if Your Love
Rocket Queen
You Could be Mine
Attitude
Absurd
Hard Skool
Civil War
Sorry
Slash solo ( Blackbird/ The Beatles)
Sweet Child O' Mine
November Rain
Wichita Lineman
Knockin'On Heaven's Door
Nightrain
Encore:
Coma
Patience
Don't Cry
Paradise City

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto que se marcaron una de las bandas más grandes que dio el Hard Rock Americano en la capital bonaerense. A ver si se atreven con un nuevo álbum el cual ya les va pintando después de su reunión con la mitad de la formación clásica por el puto $.

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