Crónicas
Biffy Clyro + De Staat: El mejor directo existente de rock alternativo
«Asistir a un directo de Biffy Clyro es prepararse a dos horas repletas de intensidad, de métricas juguetonas, de épica creciente, de agresividad y de un repertorio incontestable. Es simplemente alucinante que una banda vuelva a Madrid presentando nueve temas de sus últimos dos discos y aun así salga victoriosa.»
7 septiembre 2022
La Riviera, Madrid
Texto: Sergio Julián (@sergio42). Fotos: Alfonso Dávila
Hay bandas que, independientemente del género que practiquen o de lo que te gusten en formato disco, en los directos son otro mundo. Te tienes que rendir a ellas. Su cuidado sonido, su actitud y su colección de temazos callan bocas, ganan seguidores y hace que merezca la pena, en definitiva, volver a las salas. No abundan y, a priori, solo se me ocurren un puñado: Nick Cave en el rock más personal, Wilco en la americana y la experimentación, Neal Morse en el progresivo o Gojira en el metal. En el mundo del rock alternativo más guitarrero, aquellos herederos de los Nirvana de ‘Bleach’ sin descuidar la canción como eje de la música, Biffy Clyro no tienen rival.
Asistir a un directo de Biffy Clyro es prepararse a dos horas repletas de intensidad, de métricas juguetonas, de épica creciente, de agresividad y de un repertorio incontestable. Es simplemente alucinante que una banda, tras la ausencia obligada por la pandemia, vuelva a Madrid presentando diez temas de sus últimos dos discos (‘A Celebration of Endings’ y ‘The Myth of the Happily Ever After’) y aun así salga victoriosa.
Antes de profundizar en su concierto, merece la pena detenerse en los divertidísimos 40 minutos que ofrecieron De Staat, a quienes algunos recordarán que telonearon a Muse en el WiZink Center sin demasiada suerte. En esta ocasión, llegan cargados de actitud y un show diseñado a medida para ganar seguidores: bailes extravagantes, poses divertidas, una forma de cantar que podía recordar lejanamente al Byrne de los Talking Heads y una gran ejecución en directo. En ocasiones, como con "Mona Lisa", sus guitarras recordaban al “Resistance” de Muse o a “La Grange” de los ZZ Top; en otras, como en “Look at Me”, su serenidad y sintetizadores nos llevaban a Kraftwerk. Entre medias, momentos cercanos al hip hop noventero con "Who’s Gonna Be The GOAT”; rock industrial y oscuridad con “Kitty Kitty”, o momentos completamente eurovisivos como “Witch Doctor”.
Architects, que teloneaban a Biffy Clyro en el tramo british del tour, hubieran sonado más altos, más técnicos y, en definitiva, más acordes al show que estarían a punto de ofrecer Biffy Clyro. Eso sí, difícilmente hubieran sido más divertidos.
Apenas unos minutos después de las nueve de la noche, y con una puesta en escena discreta, aunque con un buen equipo de luces y amplificadores pintados de blanco, Biffy Clyro entró en escena. Lo hizo con la versión de la Portsmouth Sinfonia (también conocida como “la peor orquesta de la historia”) del “Also Sprach Zarathustra” de Strauss, acompañando intencionalmente la fantástica “Dum Dum”, que reza en su momento cumbre “This is how we fuck it from the start”.
Acompañados de un teclista, un segundo guitarra y dos violinistas que vendrían a reforzar varios temas a lo largo de la noche, los escoceses pudieron ofrecer la que posiblemente sea la versión más pura que hayan podido dar hasta la fecha: sin prácticamente pregrabados, todo se ofrecía sobre las tablas. No penséis que esto afectó a la crudeza de sus canciones, porque consiguieron mantenerla al tiempo que aumentaban las dimensiones de cada canción.
Tras el tema de 'The Myth of the Happily Ever After’ llegaron una contundente “A Hunger in your Haunt”, en la que el público se dejó la voz coreando los riffs de guitarra; “Tiny Indoor Fireworks”, recibida como un clásico, o “The Pink Limit”, en la que se pudieron ver varias banderas escocesas y españolas. “Madrid, somos Biffy fuckin’ Clyro", saludó Simon Neil al final de esta interpretación.
Acto seguido, La Riviera tembló por primera vez con “Black Chandelier”, ese temazo que mejora a muchas otras discografías, y “That Golden Rule”, el primer momento puramente metalero de la velada. Fraseos cercanos al thrash y violencia que conduce a la emoción. Y es que la facilidad que tienen estos tres personajes para alternar entre ambos mundos es digna de admiración.
Los temas se sucedían sin apenas descanso. Si “Instant History” logró que la gente gritara sin miedo a dejarse la garganta “This is the sound that we make?”, con “Mountains” alcanzamos una de las cumbres de la noche. Todo el mundo estaba volcado: el público madrileño, Simon Neil, James Johnston, Ben Johnston y sus escuderos, a quien no tuvimos el gusto de conocer a lo largo de la noche. A su final, un agradecimiento en un escocés ininteligible. Todavía recuerdo con escalofríos la entrevista que hice hace unos cuantos años a James Johnston.
Turno para una versión acústica bastante bonita de “Machines”, acompañada exclusivamente por los violines; “Unknown Male 01”, con su correspondiente headbanging en su coda; la maravillosa “57” de su primer álbum y muy hija de su tiempo, con un final intenso y recuerdos a Dinosaur Jr; la agotadora “End Of”, que sabe bailar entre los primeros Arctic Monkeys en sus estrofas y el metal (el final con otra afinación sería puro groove), y la enorme “Wolves of Winter”, una canción que hizo exclamar a Simon “You guys are incredible” tras ver la locura que se desató en el foso, en el que de vez en cuando se desataban varios pogos.
Y todavía no hemos hablado de las baladitas de Biffy Clyro. Son auténticos expertos y, seguramente en otra época, hubieran peleado en la MTV por ser emitidas junto a otras power ballads. “Space” o “Biblical” fueron fantásticamente bien recibidas a este respecto. Entre medias, la escalofriante interpretación de “Slurpy Slurpy Sleep Sleep”, capaz de construir una hipnotizante tensión rodeando el space rock y heredando los muros de sonido de sus compatriotas Mogwai.
La recta final del concierto fue de matrícula. “Living is a Problem Because Everything Dies” formó el mayor poco de la noche y fue la telonera perfecta para “Bubbles”, que supuso la que seguramente haya sido la canción mejor recibida y más coreada de mis decenas de conciertos en La Riviera. El cierre antes de los bises vino con “The Captain”; la reanudación, con una “Different People”, con el órgano conduciendo de nuevo a la pista, que no dejó de corear hasta que la banda volvió al escenario.
“Cop Syrup” fue la última gran dentellada de la noche: agresividad, guitarra, decibelios disparados, screamo y un viaje astral. Todo ello, contenidos en apenas cinco minutos. Y para concluir, ahora sí que sí, “Many of Horror”, que se ganó una larga ovación de todos los que estábamos en la ribera del Manzanares.
Esto es cada concierto de los Biffy Fuckin’ Clyro. Son la mejor banda de rock alternativo que hay ahí fuera. Solo tienes que verlo para creerlo.
Hay que recordar que volveremos a disfrutar de la banda en la sala Razzmatazz de Barcelona este domingo, 11 de septiembre, tras su paso por el Andalucía Big Festival el día 8.
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1 comentario
Cojonudo resumen hacia el gran concierto que dieron los escoceses BIFFY CLYRO en la mejor sala rockera de Madrid como es La Riviera presentando su último álbum el cual ha calao de puta madre en nuestro pais.