Crónicas

Crónica de A Bowie Celebration: Pequeños engaños para el alma

«Homenajes al Duque Blanco ha habido hasta la extenuación y probablemente no nos libraremos de ellos en un tiempo considerable, pero si entre toda esa maraña hay alguno legitimado de verdad ese sería el de los que compartieron décadas y décadas encima del escenario junto al genio»

20 enero 2019

Teatro Circo Price, Madrid

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Hay seres que dejaron tal impacto en vida que el mundo tal vez jamás se recupere de semejante pérdida.

Del mismo modo que el gurú Frédéric Beigbeder advertía de que la desintegración de la URSS significaría el fin del romanticismo y del compromiso a largo plazo, el panorama musical quedó huérfano por algunos flancos tras la vuelta a las estrellas del creador de ‘Ziggy Stardust’ hace ya tres años, que se dice pronto. Y entonces ya no hubo otra alternativa que escarbar en su legado y escuchar canciones en bucle como los enamorados releen una y otra vez los mensajes mandados el uno al otro.

El influjo de David Bowie fue tal que superó con creces el ámbito de la música hasta llegar a la moda y transformarse en todo un icono de la ambigüedad sexual. No resulta por tanto sorprendente que muchos británicos lo consideraran en una reciente encuesta para un programa de la BBC “el artista más grande del siglo XX” por delante de otros mitos insustituibles del calibre de la actriz y modelo Marilyn Monroe, Charles Chaplin o la cantante de jazz Billie Holiday. Un panteón de dioses contemporáneos en diversos ámbitos del que saldrá a comienzos de febrero “la mejor persona del siglo XX”. Ahí es nada.

Homenajes al Duque Blanco ha habido hasta la extenuación y probablemente no nos libraremos de ellos en un tiempo considerable, pero si entre toda esa maraña hay alguno legitimado de verdad ese sería el de los que compartieron décadas y décadas encima del escenario junto al genio. De eso va en concreto ‘A Bowie Celebration: The David Bowie Alumni Tour’, una iniciativa que sus promotores rehúyen calificar como tributo y que cuenta entre sus filas con leyendas de las seis cuerdas como Earl Slick, sombra del extraterrestre en las tablas desde los 70 hasta su penúltimo disco de estudio ‘The Next Day’, el no menos importante bajista durante los 80 Carmine Rojas o el pianista Mike Garson, auténtico maestro de ceremonias que conoció a Bowie allá por 1971 y que desde entonces dejó su impronta en más de 1.000 conciertos.

Un elenco completado a la voz por Bernard Fowler, avalado por más de tres décadas como corista de los Rolling Stones, el popular voceras de Living Colour Corey Glover y un ignoto Joe Sumner, que nada más ver su peinado ya se sabe que su padre solo podría ser el mismísimo Sting. Tres perspectivas diferentes pero complementarias para abordar los tonos de un artista tan camaleónico que lo mismo podría emular tonos a lo Elvis que entregarse a agudos imposibles o fundirse en negro de etiqueta hasta adquirir la pose y maneras de un elegante crooner a lo Frank Sinatra.

Lejos del lleno absoluto que una cita con tantos musicazos merecería, una multitud eminentemente puretil con algún que otro jovenzuelo por ahí insufló al Teatro Circo Price el calor humano preciso para que el evento no pinchase en cuanto a asistencia. Muchos huecos libres se veían por las gradas, pero abajo en la platea había un buen fiestón y a veces uno miraba hacia abajo consciente de que allí era donde de verdad se repartía la pomada.

Con el pianista Mike Garson como una especie de guía turístico del evento presentando canciones y demás, A Bowie Celebration comenzó de una manera impactante al recurrir a “Bring Me The Disco King”, una oscura pieza de ínfulas jazzísticas que cerraba el álbum ‘Reality’ de 2003. Desde luego hay que tenerlos cuadrados para iniciar de tal forma un concierto en el que la peña espera éxitos para tararear a machamartillo casi desde el minuto uno, aunque a un señor con una mano tan precisa a la tecla como la de Garson se le puede conceder el capricho. Todo un guiño al sector sibarita del respetable.

Y de la época tardía del mito pasamos de un plumazo a su gloriosa etapa glam con “Rebel Rebel”, una auténtica piedra angular de ese movimiento transgresor y precursor directo del punk que rompió barreras entre lo masculino y femenino y se atrevió a cuestionar dogmas hasta entonces inmutables. En esa tónica, elevaron la apuesta con el inmortal “Moonage Daydream” de ‘Ziggy Stardust’, un himno que contó a las seis cuerdas con el mítico Earl Slick, un tipo que por sus llamativas pintas podría tocar con Billy Idol o en The Cure, no en vano ya ha colaborado con el propio Robert Smith, aparte de con John Lennon, David Coverdale y un largo etcétera.

Sin apartarnos del inolvidable compositor de “Imagine”, que ya metió mano en la elaboración de “Fame”, un Corey Glover con sombrero y gustándose mucho borda precisamente dicha pieza. Y sin dejar tampoco el disco ‘Young Americans’, se marcan un espectacular tema homónimo con poso soul a lo Otis Redding, coros gloriosos y un alarde vocal final que desató una estruendosa cascada de aplausos. Como para no comer de la mano de Glover.

Un tanto más anodino se tornó el hijo de Sting Joe Sumner, que se atrevió con algo tan mayúsculo como el “Space Oddity”. Y lo cierto es que cumple por la mínima, pese a que se eche en falta una mayor personalidad, que por el contrario sí poseen los restantes vocalistas Glover y Fowler. “Starman” alcanzó asimismo los estándares de calidad exigibles, aunque con un público tan desatado casi cualquier cosa se hubiera dado por buena. Plas, plas y a correr.

“Five Years” podría poner pelos de punta en cualquier situación imaginable, desde un anuncio de televisión hasta cuando la cantaban colocados a todo trapo los protagonistas de la novela ‘Vives en las cintas que me grabaste’ de Rob Sheffield. Y lo mismo podría aplicarse a “Changes”, con una delicada intro a piano casi jazz antes de que Corey aportara a la voz su inconfundible poso soul.

“A veces buceamos en el catálogo de David Bowie”, dijo el pianista Mike Garson antes de arrancarse con otra sorpresa para expertos, esto es, “Win” de ‘Young Americans’, una pura delicia. Y ya si se hubieran estirado con el soul de negrazos de “Fascination” del mismo trabajo se nos habrían caído hasta los pantalones. Los llamados “años de Phil Collins” por el propio Bowie de principios de los ochenta pasaron muy de refilón, con alguna parada destacada como la hipnótica “Ashes To Ashes” o la final antes de los bises “Under Pressure”, con un dueto impresionante entre Glover y Fowler que provocó hasta que algunas personas se levantaran de los asientos y bailaran como si estuvieran en ‘Fama’.

No podemos dejar de mencionar otros detalles exquisitos como la suite “Sweet Thing” del ‘Diamond Dogs’ o la exótica “Aladdin Sane (1913-1938-197?)” del álbum homónimo. Una pena que apenas hubiera alusión a la tan influyente trilogía berlinesa de ‘Low’, ‘“Heroes”’ o ‘Lodger’ o la contemporánea corriente industrial de ‘Outside’ o ‘Earthling’. Pero no se puede contentar a todo el mundo, menos con una discografía tan prolífica.

Como era de esperar, la peña se desató de lo lindo con la trilladísima “Heroes”, que era imposible obviar aunque a un servidor ya le repita más que el ajo. Han pasado varias décadas y para muchos no ha perdido ni un ápice de interés esa historia sobre una pareja que se besaba apasionadamente junto a un muro a la vista de unos siniestros guardianes. Zeitgeist. El espíritu del tiempo.

Seguramente hubiéramos preferido contemplar a Bowie en carne y hueso, pero por desgracia desde hace tres años entró en esa categoría de grupos como Ramones o The Doors, entre tantos otros, que jamás volveremos a ver encima de un escenario. Imposibles a los que uno deberá acostumbrarse del mismo modo en que se evitan ciertas drogas o coincidir con determinadas personas. Pequeños engaños para el alma. Como lo de esa noche.

Redacción
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1 comentario

  • Juandie dice:

    Sin duda un digno homenaje hacia uno de los mejores músicos de la historia del Glam Rock y en el mitico Price madrileño donde tan históricas bandas españolas como de fuera han tocado a lo largo de su historia.

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