Bryan Adams: Un combinado de almíbar

Bryan Adams en el concierto de Madrid

Una casete de las que recordamos con total nitidez estaba compuesta por las inevitables baladas de Bryan Adams, esto es, el “Please Forgive Me”, “Heaven” o ese “(Everything I Do) I Do It For You” que por aquel entonces hizo furor gracias a la peli de Robin Hood protagonizada por Kevin Costner. Creo que se me hace imposible escuchar dicho tema sin que me venga a la cabeza alguna imagen del héroe de los desfavorecidos disparando con su arco una flecha envuelta en llamas. Estampas alojadas en recovecos de la mente desde tiempos inmemoriales.

Tras la última demostración de poderío del canadiense en el BEC hace escasos añitos, en la que exhibió un incontestable músculo rockero, la opción de repetir se plantaba encima de la mesa sin discusión alguna. Pero nuestro gozo en un pozo, pues el bolo de esa noche nada tuvo que ver con el anterior, con electricidad contenida y baladas a cascoporro, muchas más de las deseables, y además con un sonido domesticado que se notaba dirigido hacia ese público que solo acude a eventos multitudinarios. Los de U2, Rolling Stones, Bruce Springsteen, etc. Esos, hay que señalarles con el dedo.

Después de un vídeo en el que se animaba a levantar las manos a los que tuvieran entrada, Bryan Adams irrumpió con “The Last Night On Earth”, munición reciente para encandilar al personal. El de Ontario sorprendió enseguida por una impecable y poderosa voz que apenas ha acusado el paso del tiempo, aparte de un estado físico excelente que le permitía recorrerse el escenario de punta a punta en tiempo récord. En el ámbito negativo se colocaban, por otra parte, las excesivas restricciones a los fotógrafos, que tenían prohibido hacer primeros planos y tuvieron que vérselas con unas infectas luces rojizas.

El recinto casi se vino abajo con el éxito “Can’t Stop This Thing We Started”, a un volumen tal vez demasiado bajo, pero con la capacidad de emocionar a los viejos seguidores. “Run To You” también puso los pelos de punta, mientras por la pantalla se proyectaban imágenes de ambiente nocturno. “Me llamo Bryan y soy cantante por las noches”, se presentó en castellano macarrónico ante las risas del personal. Su carisma en las distancias cortas sigue intachable.

La novedad “Shine A Light” valió para desenfundar móviles como en cualquier evento social contemporáneo que se precie, antes de que la inmortal balada “Heaven” pusiera de nuevo piel de gallina con un espectacular inicio cantado a pleno pulmón por la muchedumbre. “Go Down Rockin’” era otra buena opción para el directo, al igual que “It’s Only Love”, donde el canadiense amagó con la presencia de la Tina Turner de la versión original. Daba igual que no estuviera esa señora por las inmediaciones, aquel era un temazo que sonaría bien hasta con flauta travesera.

“Cloud  #9” pudo ser prescindible, pero el canadiense levantó el sarao antes de “You Belong To Me”, cuando anunció que había dos cámaras grabando a la peña bailar, e incluso sugirió que también estaban permitidos “los bailes tradicionales vascos” mientras enfocaban a una fan que se marcaba una especie de aurresku.

Un rasgar de guitarra española precedió a “Have You Ever Really Loved A Woman?”, otra de esas piezas que cuando salió fue quemada por las radiofórmulas del momento gracias a su inclusión en la BSO de la peli ‘Don Juan de Marco’. Adams ahí no pudo evitar acordarse del desaparecido genio de las seis cuerdas Paco de Lucía, al que calificó de “amigo”, antes de darle las gracias por aquella mítica colaboración.

“Here I Am”, otro corte cinematográfico, pilló a Bryan en solitario al piano, y en esta línea sosegada interpretó en acústico “When You’re Gone”, en la que no se echó de menos la electricidad. Y después de otear a la concurrencia como el capitán de un barco, el canadiense desató el delirio con uno de sus mayores himnos, “(Everything I Do) I Do It For You”, una babosidad que en realidad tiene su punto. En tal contexto no tardó en asomar la garrulada máxima del oé, oé, oé.

“Back To You” devolvió la solidez con la banda ya al completo antes de las luces de colores y el aire macarra de “The Only Thing That Looks Good On Me Is You”, un título que no superaría la censura actual. El comienzo de “Cuts Like a Knife” es inconfundible para cualquier fan y “18 Til I Die” supuso un guiño inconfundible al sector rockero, tan maltratado durante la velada. Un canto de perpetua juventud.

El apartado de las peticiones del público en Barakaldo fue de traca. Si en otras ciudades civilizadas la peña solicitaba al artista verdaderos temones como “House Arrest” o “There Will Never Be Another Tonight”, en el BEC un chico al que Bryan llamaba “Inio” se decantó por la primeriza “Lonely Nights”, que todavía tenía un pase, y luego una tal Ana lo empeoró con la moñada insufrible de “I’ll Always Be Right There”. Menos mal que alguien con mayor criterio arregló el desaguisado con la tremenda “She’s Only Happy When She’s Dancin’” antes de regresar de nuevo al almíbar sin compasión con “The Best Of Me”. Y como abundaban en el recinto los que opinaban que faltaban más agarraos, pues la última solicitud fue para “Please Forgive Me”. Luego se extrañarán de que odiemos a los que solo acuden a un concierto al año. Los rockeros al gulag.

Por fortuna, el canadiense deshizo la nube de amor con los guitarrazos de “Summer of ‘69” y ya en los bises mantuvo el tirón con un espectacular “Somebody” que comenzó con un “one, two, three” como si fuera Springsteen. La revisión del “I Fought The Law” de The Crickets popularizado por The Clash fue lo mejor de la velada, a pesar de que la mayoría del respetable ni siquiera la reconociera. Y en plan solanas a las tablas, la estrella se marcó el villancico “Christmas Time” antes de que nos contara cómo se acordaba de cuando de pequeño viajaba hasta Bilbao para coger el ferry que antaño enlazaba con la ciudad inglesa de Southampton. “Straight From The Heart” parecía la opción más adecuada para que el personal se volcara con Adams.

Los garrulos oé, oé, oé volvieron a hacer acto de presencia antes de que el artista amagara con “Shine A Light” otra vez, una simple bromita previa a “All For Love”, aquella mítica pieza que cantara en su día junto a Rod Stewart y Sting para la BSO de ‘Los tres mosqueteros’ de 1993, los móviles se desenfundaron como espadas. Y ya con muchos enfilando hacia la salida, el canadiense sorprendió, o más bien decepcionó, con “Let’s Make A Night To Remember”, por si alguien se había quedado con ganas de más baladas. Que no me entere yo.

A años luz estuvo Bryan Adams la vez anterior en el mismo sitio, con un sonido mucho más robusto y un repertorio rockero en el que hasta se atrevió con “Kids Wanna Rock”. Los chicos esa noche desde luego que ni roquearon ni salieron contentos con el combinado de almíbar que se nos ofreció sin poder rechistar. Puro aguachirri.

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