RokaVieja

La espiral

Autoeditado (2019)

Por: Manuel Gamarra

8

Porque en la variedad está el gusto, y Rokavieja se lo ha tomado al pie de la letra. Lo dicho, un ska marcado por la aparición constante de saxo, trombón y trompeta, que acaban en cierta medida eclipsando y dejando casi como instrumentos secundarios a guitarra, bajo y batería (que no me maten).

Las apariencias, sin haber escuchado nada de ellos antes, eran las de típico grupo trompetero de la costa mediterránea. Así que, antes de meterme de lleno con su nuevo disco, decidí pasarme por YouTube para tener unas primeras referencias de Rokavieja. Y la primera en la frente. Me encontré con la joyita de “Qué calor”, un corte veraniego a más no poder y que han potenciado todavía más con un videoclip sencillamente fabuloso. Sonido de rock surfero californiano mezclado con un ska muy bailable, y lo que es más importante, buen rollito, tanto por la música como por el vídeo, y eso que también guarda en la letra una reivindicación social muy seria. Sigo: Cánon en el estribillo (!), parte rapeada y, en definitiva, un rollo que evoca por momentos a la mítica “Aquí no hay playa” de The Refrescos; no tanto por el aspecto musical si no por todo lo que la rodea.

Juegan también con sonidos digitales en varios temas, basta de clasicismos. La intro, de hecho, es puramente electrónica, contrastando mucho en cuanto a sonido con la primera canción del disco propiamente dicha, “La roka ha vuelto”; me habría molado muchísimo que empalmaran ambos cortes, pero evidentemente no seré yo quien les diga lo que tienen que hacer con su música, sobre todo cuando no sé ni coger una guitarra.

Siguiendo con esa ‘Espiral’, se acercan al soul americano en “La ley seca”, single adelanto del álbum. No solo por la música, evidentemente, si no por el tema y la época en la que se ambienta: “Ginebra de bañera…”. La variedad se acentúa todavía más en otras como “El lado más salvaje”, que tira por derroteros punkies, tanto que en las primeras notas piensas que te han cambiado el grupo.

Las últimas canciones son más pausadas, cerrando el plástico “La Espiral”, completamente instrumental, pero con dos entre medias que, bajo mi punto de vista, merecen una mención aparte. La primera es “Nos persiguen”, por ser posiblemente la más conocida de la banda y la que les ha hecho llegar a más gente, lanzada como single independiente hace dos años y que han decidido incluir en este disco. ¿La razón? Pues que multaron al cantante (que por cierto quiero me enseñe a bailar como él “Qué calor”) por gritar “mucha policía, poca diversión” en mitad de un concierto… Y cuando estaba presente un policía deteniendo a un chaval del público por encender una bengala. Mis dieses. ¿Recurso fácil? No sé, pero el caso es que la canción mola, que al final es lo importante.

Y la segunda a destacar es “Bosa”, el cuarto corte, porque es sencillamente brutal. Melancolía, tiempos pasados que no volverán. Leía el otro día “si la hubiese firmado La Raíz estaríamos hablando de cientos de miles de visitas”. Pues toda la razón: “¿Y ahora qué? ¿Dónde se ha metido dónde está? El futuro prometido cuéntame”.

Pero vamos, que aunque solo me haya centrado en mis favoritos eso no quiere decir que todos los demás, los doce en total, no merezcan la pena. Variedad por bandera con base de ska. No te quejarás de cansado ni repetitivo.

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Manu Gamarra

Aporreador de teclados, intento de periodista. Sin política y sin dios. La música anoche me volvió a salvar.

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