Jorge Salán

El cielo es lodo

Autoproducido (2021)

Por: David Esteban

8.5

Hay artistas que, aprovechando la desgraciada situación pandémica que hace ya casi dos años paralizó prácticamente al universo entero, se pusieron el mono de trabajo de la composición –pues consecuentemente la actividad de la música en vivo se encontraba inerte– y ni cortos ni perezosos, manteniendo una línea de trabajo intensa e incansable, han conseguido, en este corto período de tiempo, seguir creando y publicando nueva música. Este es el caso de nuestro más internacional guitarrista, Jorge Salán, pues en poco menos de un año desde la publicación de ‘Tempus’ ha sorprendido a sus seguidores con una nueva placa titulada ‘El cielo es lodo’.

Siguiendo la misma línea estilística que su predecesor, entregándose al puro y duro rock o hard rock evitando rebanarnos demasiado los sesos en estériles etiquetas, el nuevo disco del madrileño es un magnífico conjunto de diez cortes donde no faltan todas y cada una de las señas de identidad que han convertido a Jorge Salán en el magistral y talentoso músico que es.

Desde la rápida e inicial "El cielo es lodo", con su majestuoso solo de guitarra, pasando por la más oscura y pesada "Has matado el rock", cuyas sonoridades que acompañan a la pieza otorgan al global de la pista un atractivo bien gustoso. Su aura un tanto pesimista rápidamente se disipa por medio de "Patrulla" y "Terrateniente", dos piezas cuyas incursiones de hammond ofrecen un clasicismo por el que muchos se derretirán. Melódicas y contenidas, al bueno de Jorge le sirven para expresarse intensamente, sobre todo en la primera de ellas, cuya letra es una adaptación de su escritor favorito, Manuel Vicent.

El tempo marcado de "Entre las 2 y las 22" se desmarca como un bonito ejercicio íntimo y personal donde el artista aglutina sentimiento, una enigmática lírica y el buen hacer instrumental al que nos tiene siempre acostumbrados. El estribillo de "Todos somos dios", alternando el castellano con el inglés y acompañándolo de una contundente base rítmica, hace de éste un corte de lo más pegadizo.

Quizás sea en "Disidentes" donde la "experimentación" se hace algo más presente, ya que un formidable y pesado riff termina entrelazado con bonitas melodías, colchones hammond, cambios de ritmo y algún que otro retazo progresivo. En "Almohada" Jorge vuelve a inspirarse en el escritor valenciano Manuel Vicent para regalarnos una bonita pieza donde el teclado y la acústica casan a la perfección. Preciosismo musical para encarar la recta final del álbum por medio de "La prisión", melodía a raudales, y "Pueblos del mundo", una libre versión del clásico de Siniestro Total.

En definitiva, un fantástico nuevo álbum que por enésima vez deja patente lo buen músico que es, el talento que atesora y el carácter trabajador e inquieto de su personalidad. ¡Más que recomendado!


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Redacción
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