Diamond Dogs

Slap Bang Blue Rendezvous

Wild Kingdom (2022)

Por: Josep Fleitas

7.5

Es extraña la sensación que me ha quedado tras darle varias escuchas a esta nueva obra de unos Diamond Dogs que siguen una estela que a veces desaparece entre las aguas de un rock ‘n’ roll cuya textura se ha ido convirtiendo en más cremosa que la que nos presentaban en sus sólidos inicios, a principios de los noventa.

Hablando de aquellos inicios, aún recuerdo la sensación que tuve al haber escuchado su primera obra, ‘Honked’ (1994), esa sensación fue como la que personalmente uno siente al reencontrarse con la ilusión de haber hallado un objeto muy preciado que se había perdido hacía algún tiempo, tenerlo nuevamente tras haberlo echado en falta por sorpresa y sin buscarlo, haber vuelto a sentir la alegría de disfrutarlo nuevamente tras haberlo echado muy en falta y no haber sido capaz de reemplazarlo con otra cosa. ¡Había reencontrado el rock ‘n’ roll de base! Ese que me hacía rechinar los dientes de rabia cada vez que se acababan las canciones incluidas en el álbum que estaba disfrutando, ese que no importa la cantidad de veces, la circunstancia o el lugar en el que lo escuches, ya que el resultado es siempre el mismo: plenitud, alegría y satisfacción… ¡Esos eran los Diamond Dogs que me enamoraron y me convirtieron en su fan!

Tras los años, la lógica (o no) evolución en la estructura musical de la banda -quizás influenciada por el continuo cambio de miembros en su formación y la pérdida de pilares como lo fueron el excelso guitarrista de Hellacopters Anders ‘Boba Fett’ Lindström y la del saxofonista Mats ‘Magic’ Gunnarson, éste por su triste fallecimiento en 2014- provocó la distensión de una formación que desde entonces parece ir siguiendo el curso que dejó su brillante estela, pero que lo hace de forma desalineada e intermitente, caso de su último trabajo en estudio, penúltimo ya, ‘Weekend Monsters’ (2020), ese cuya provocativa portada dejaba altas las expectativas, pero cuyo contenido no las colmaba.

Ahora, Soren Karlsson vuelve a la carga con un nuevo álbum en el que ha dejado entrever que esa dinámica de intermitencia no se ha roto, sino que más bien se ha acentuado, al recrearse en un doble álbum cuyo atrevido y extenso contenido hacen de su escucha un entretenimiento que se encaja y desencaja secuencialmente, convirtiendo el tiempo empleado en suculento y paciente a la vez. Y es que para nada voy a decir que este es un mal disco, ni que no me he divertido escuchándolo, sino que la explotación de estilos e influencias está tan diversificada que, para disfrutarlo en su totalidad y volumen hay que estar dispuesto a desalinear los gustos, estructuras y preferencias, sin esperar el reencuentro de aquella brillante etapa de la banda referida al principio de esta crítica.

Debo dar la razón a las palabras del productor de ‘Slap Bang Blue Rendezvous’, Tomas Skoksberg (Catanemia, Refused, Solefald…), cuando dice que éste es su ‘White Album’, ya que las referencias al legado de The Beatles se disciernen en ese ambiente de elegancia que se dispensaba en el álbum blanco de los de Liverpool y que aquí se proyecta explícitamente en las partes corales que casi todos los temas condensan. Así, el espíritu de los del Cavern queda más que relevante en la escucha de temas como “Get Me Out”, “Vanity Villians”, “You Got A Diamond In Me”, “You Shouldn’t Be Lonley A Saturday Night”, siendo estos unas exponenciales referencias que en ciertos momentos agradeces que estén ahí.

Por otra parte, la zona más roquera, esa que gozaremos cuando queramos disfrutar de las criaturas de la noche, están bien dispensadas en los encuentros que podemos tener frente a los intensos momentos de “Allright Brutus I’m On”, “Suicidal Idol” y ese recuerdo a los inicios de Sulo en la música, ese ámbito más punk y desgarbado que en la larga longitud del álbum el líder y cantante nos deja en tan solo una ocasión, siendo “Rocked, Wrecked, Robbed And Ruined” esa punzada que te hace querer sacudir al mundo a base de tortazos.

Como decía, el álbum es una tormenta de sensaciones en las que podemos encontrarnos con oleadas de ese rock ‘n’ roll fino y perfilado, con la estructura que siempre nos han aportado los magníficos Georgia Satellites, recordados personalmente en “Slang Bang Blue” y “Rock It And Roll It”, mientras las reminiscencias más crudas de Dogs D’Amour nos las vamos a encontrar integradas en gran parte de las evoluciones que “What If I Knocked” contiene.

Como no puede ser de otra manera, en el álbum no pueden faltar las zonas de glam de sentimiento setentero, tan habitual y esperado en todas las obras de los Diamond. Las vamos a poder disfrutar en las deambulaciones de “Everithing’s Fine”, “Sunday Haze”, “Run Through The Wildfire”, temas con un espíritu claramente festivo y muy inyectados en la esencia de bandas como los incombustibles Slade. Otros de los incombustibles cuya referencia tampoco puede faltar son los Hanoi Rocks de Michael Monroe en su etapa más glamourosa y las del anhelado David Bowie, impulsos enclavados de forma muy personal en las capacidades que contienen pasajes como “Make Up Boogie”, “Lose To Get Bay” y “Common From Of Life” en el primero de los casos, y “Ghost Pain Of Your Love” y “Queen Of The Milky Way” por otro lado.

¿Son esos aspectos más influenciados algo negativo? Directamente ¡No! Más bien ese es un ámbito en el que podemos definir el carácter de Sulo, signo del paso del tiempo y una evolución cada vez más definida, ámbitos que tranquilamente se puede dividir en dos tramos: la parte más expansiva de temas como “Golden Wheel”, “Rocket Ricochet”, “Blind Broke Patron Saint”, y la más melancólica y sentimental de “A Rock In The Sea”, “Toxic Daydream” y “Anyway I Can Make Her Smile”.

En resumen, en ‘Slang, Bang Blue Rendezvous’, nos encontraremos con un álbum muy variado y eficiente, que sin saturaciones nos va a recordar a las grandes influencias en las que Sulo ha basado su estrategia compositiva, pero demasiado largo para un disfrute ininterrumpido.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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