Ambröxx

Un momento en mi mente

Autoeditado (2022)

Por: Jaume Gil

7.5

Hay discos que los disfrutas ya no tanto por lo que escuchas, sino por lo que intuyes que podrá llegar a ofrecer el artista. Es el caso de ‘Un momento en mi mente’, debut en solitario de un soñador Antonio Fonseca, polivalente e imaginativo músico que nos ofrece para arrancar su proyecto Ambröxx un conjunto de buenos temas, algunos muy acertados y otros igualmente disfrutables. Trabajo variado y de miras amplias, que nos transporta al rock y el pop de los ochenta.

Con un par de escuchas llego a la conclusión que Antonio Fonseca es un artista que ha venido a pasárselo bien. Se sobreentiende que todos los músicos disfrutan del oficio, pero me da que en este caso, además, Fonseca se lo pasa en grande componiendo y arreglando a su gusto, perfilando y grabando todos los instrumentos de sus creaciones, sonriendo y gozando en cada mejora realizada.

Muestra de su vocación por experimentar son los dos instrumentales, “Symphony nº1: D.P.” y “Symphony nº2: L.A.”. La primera a ritmo de vals y un claro ramalazo a Brian May; la segunda más roquera, pulsando cuerda de guitarra dejando retrogusto a “Brighton Rock”. Canciones cortas que, intercaladas a los seis temas restantes, le dan un toque original al empaquetado final.

El álbum empieza con “Desenlace personal”, donde una vez más el madrileño no esconde su afición por el sonido de guitarra de Queen, desarrollando una original ópera rock. El tema gana rudeza en su mitad y culmina con un aplicado final instrumental. En mi opinión, uno de los temas más redondos del disco, pero no el único, porque la siguiente pieza también tiene su miga. Se trata de “Ceniza de piel”, un cambio de tercios hacia un ritmo bailable donde el bajo discotequero y los sintetizadores, muy bien puestos, se conjugan con rascados de guitarra funk: ¡Bienvenidos, años ochenta!

“Ludo-atrapado” recoge muy bien el tono trascendente de la temática. Es un rock abierto de estructura clásica, pero con espacio para el ingenio en la parte central. Sólido en lo instrumental, sin grandes artificios, aunque menos certero en lo vocal. “Mi poesía” y su introducción de teclados me conecta con El Rey del Pop y su “Earth Song”, consiguiendo una canción dulce con voluntad épica. Y de esta misma voluntad nace “Ubi Sit Lumen” (donde hay luz): progresión de piano y cuerdas con ímpetu, un tema grande y muy difícil de cantar sustentado por coros heroicos que ayudan a sustanciar el objetivo.

En general, un disco con muy buenas intenciones y calidad instrumental. Me quedo con el desparpajo con que afronta los retos que él mismo se propone. Con su versatilidad y construyendo poco a poco su sello personal, seguro que sus futuras creaciones serán dignas de matrícula de honor.

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Redacción
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