Keith Richards (The Rolling Stones) cumple 79 años: Sus cinco momentos más estrambóticos

18 diciembre, 2022 4:50 pm Publicado por  1 Comentario

Keith Richards en 1977.

Dicen de él que su personalidad tormentosa encajaba con la del poeta romántico pendenciero Lord Byron, pues a ambos se les definía como sujetos “locos, malos y peligrosos de conocer”. Lo cierto es que pocos han encarnado tan a la perfección el epítome de sexo, drogas y rock n’ roll como el eterno guitarrista de The Rolling Stones, Keith Richards, que hoy precisamente cumple 79 años, toda una proeza para un tipo al que muchos imaginaban dejando un bonito cadáver. Alfredo Villaescusa rescata sus cinco momentos más estrambóticos.

Un problema con la policía

En la trayectoria del legendario hacha de Sus Satánicas Majestades las drogas ocupan un capítulo aparte, o más de uno, vaya. Su declarada adicción al alcohol y a diversas sustancias como la heroína y cocaína le llevaron a ser juzgado cinco veces por este motivo entre 1967 y 1978. No obstante, también ocurrió una anécdota muy divertida sobre este asunto, como la que vivió durante la década de los 80 junto a su compañero a las seis cuerdas Ron Wood.

Al parecer, ambos se encerraron en los camerinos para ponerse hasta el culo, todo un clásico. Se trataba de un equilibrado cóctel de alcohol, marihuana, heroína y cocaína, sustancias de las que iban disponiendo en una mesa cercana. Richards y Wood habían pasado ya el puntillo y se encontraban en lo mejor del colocón cuando de repente el mánager del grupo golpeó violentamente la puerta y gritó: “¡Keith! ¡Ron! ¡La policía está aquí!”.

El susto que se pegaron en el cuerpo seguramente les quitó el morón de un plumazo, así que entraron en pánico, como cualquier hijo de vecino, y tiraron todas las drogas por el váter. Abren la puerta y no eran las autoridades, sino Sting y Steward Copeland, los miembros del grupo The Police. Por lo menos no les llevarían arrestados.

Un drogadicto responsable

A pesar de lo que pueda parecer, Richards siempre se ha considerado a sí mismo como un “drogadicto responsable”, pues según su opinión, siempre tuvo el control de la situación bajo los efectos de las drogas y supo cuándo parar, los problemas venían cuando se juntaba con gente que no entendía ese último concepto.

En una gira por Suiza sí que estuvo realmente al borde de la muerte cuando en una fiesta a alguien se le ocurrió añadir estricnina a la marihuana. Esta sustancia es un alcaloide que se suele utilizar como pesticida para diversos roedores. Debido a esa peligrosa mezcla, Keith entró en un peculiar estado de coma en el que podía ver y escuchar lo que sucedía a su alrededor, como esas afirmaciones de algunos llevándose las manos a la cabeza diciendo: “¡Está muerto!”. Y mientras tanto, él pensando que para nada, que todavía se encontraba en el mundo de los vivos, un poco como el protagonista de aquel relato de Edgar Allan Poe en el que un tipo se quedaba atrapado en un ataúd. Escalofriante como mínimo.

Un tirito de papá

Uno de los episodios más locos de su ajetreada existencia tiene que ver con el hecho de haber inhalado las cenizas de su padre. En una entrevista con NME le preguntaron por lo más raro que se había metido y esto fue lo que contestó: “¿Lo más raro que he intentado inhalar? A mi padre. Inhalé a mi padre. Mi padre fue cremado y no pude aguantar las ganas de mezclarlo con algo de cocaína. A mí padre no le habría importado. Funcionó muy bien y sigo vivo”.

Al publicarse la entrevista, el revuelo fue mayúsculo, hasta el punto de que el mánager del grupo tuvo que asegurar que tales declaraciones se hicieron en broma mientras el propio Richards decía que se había sacado aquello de contexto. En la autobiografía ‘Life’ se aludió de nuevo a este asunto con estas palabras: “Mientras abría la caja, una delgada capa de cenizas llegó a la mesa. No podía simplemente barrerlo, así que pasé mis dedos por encima e inhalé el residuo”. Fue únicamente una inhalación casual. Menos mal, ya nos quedamos más tranquilos.

No me toques la guitarra

La leyenda del rock n’ roll Chuck Berry era el ídolo y principal influencia de Keith Richards, pero el creador de “School Days” y tantos otros himnos no tenía un carácter precisamente afable, máxime cuando algunos acusaban a The Rolling Stones en sus comienzos de saquear el legado de Berry.

Lo cierto es que un día en los años 60 Keith fue a ver un concierto suyo y consiguió colarse en el camerino. Ahí vio la guitarra de Chuck y no pudo resistirse a tocarla, momento en el que justo entró su dueño que al encontrarse esa escena optó por dar un puñetazo a Richards mientras gritaba: “¡Nadie toca mi guitarra!”.

Más tarde, Chuck Berry le pidió disculpas y Keith no se lo tomó a mal, incluso bromeó con el asunto al decir que fue “uno de sus mejores hits” (ndr: hit significa éxito o golpe, entre otras cosas). Curiosamente, en 1995, en el marco de la gira ‘Totally Stripped’, Richards se encontró a Ron Wood tocando una de sus guitarras y optó por disparar al instrumento, que luego fue subastado por una amplia suma décadas después.

El peligro que acecha a un coco

Sin duda uno de los accidentes más rocambolescos que la mayoría recuerda de Richards sucedió en abril de 2006 y casi pudo acabar con su vida. Keith y Ronnie Wood decidieron tomarse unas merecidas vacaciones en una isla privada cerca de la costa de Fiji. Fue en este entorno tan idílico donde el mítico guitarrista se subió a un árbol y al bajar se cayó y se dio un tremendo golpe.

Aunque se hablaba de que la caída fue de doce metros, en realidad solo fueron dos. Tal percance ocurrió cuando tras darse un baño al hacha le entró hambre y optó por bajar un coco con sus propias manos. Como había estado nadando, la humedad que todavía conservaba hizo que se resbalara de la rama y diera directamente de cabeza con un tronco en el suelo.

Después de aquello, Keith siguió haciendo vida normal hasta que dos días más tarde sufrió un fuerte dolor de cabeza que le dejaba ciego. El veterano rockero se había fracturado el cráneo y requería cirugía, por ese motivo hoy en día camina con una placa de metal en la cabeza. Como Terminator.

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Alfredo Villaescusa
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