JAVIER VARGAS RECUERDA A SU AMIGO JACK BRUCE

El guitarrista y líder de la Vargas Blues Band tuvo la suerte de poder disfrutar en primera persona del inagotable talento del que fuera bajista y cantante de Cream.

Jack Bruce con Javier Vargas

“Conocí a Jack Bruce en la primavera de 2005, cuando estaba trabajando en la producción del álbum ‘Love, Union, Peace’. Mi idea era contar con varias colaboraciones, una de ellas con míster Bruce.
Alguien que había trabajado con él me pasó el email de su manager personal, que además era su pareja, Magrit. Le conté el proyecto y enseguida les gustó la idea de colaborar en él. Me dijo que él mismo me llamaría, y dicho y hecho, a los pocos días veo en la pantalla de mi teléfono una llamada con un número largo, y cuando descolgué, alguien me saludó y escuché su voz inconfundible, era el gran Jack Bruce. La leyenda, rápido tomó mucho interés en lo que hacía y en mi nuevo álbum. Me comentó que él tenía una casa en la isla de la Palma y que nos podíamos reunir allí o en UK. La idea de ir a Canarias y encontrar un estudio para grabar con él me gustó mucho, las bases del tema ya las había grabado en los estudios Ardent en Memphis, así que solo faltaba su bajo y su voz. Después de esa primera toma de contacto quedamos para dos semanas después en la isla de la Palma. Fue un día marcado por la alegría de conocer a mi admirado músico y la tristeza, cuando en medio de la sesión con él, me enteré del fallecimiento de mi padre. Fue una sensación agridulce, pero en todo momento me sentí arropado por él después de grabar el tema, que se llamó “Pretty Blue”. Cenamos en su casa, donde conocí a su hijo, que tocaba la batería como Ginger Baker, e hicimos una jam en la que toqué con él todos los temas de Cream que sabía.
Fue alucinante, me contó durante la cena cómo era el Londres de los años 60 y cómo fueron sus inicios, era un tipo encantador.
Al día siguiente tenía que regresar a Madrid y dentro de mi tristeza por la muerte de mi padre tenía la alegría de estar viviendo una experiencia inolvidable junto uno de los más grandes músicos que ha dado el rock británico. Él venía, en esos momentos, de haber pasado una muy mala experiencia, un trasplante de hígado, y estuvo entre la vida y la muerte por un rechazo. Magrit, su mujer, me contó un secreto que nadie sabía. Viendo la salud de Jack había escrito una carta a Eric Clapton de puño y letra contándole que su compañero había estado al borde de la muerte y que si alguna vez había tenido la idea de volver a juntar a Cream ese era el momento. Clapton había aceptado y en un mes empezarían los ensayos en Londres junto a Ginger Baker. No hace falta decir que para mí Cream es de lo más grande que ocurrió en Inglaterra, tres monstruos increíbles y un Eric Clapton con una forma de tocar irrepetible, cualquier  músico y guitarrista que haya escuchado sus grabaciones -no solo las oficiales, sobre todo las piratas- opinará lo mismo, eran alucinantes, estaban en la cresta de la ola y en estado de gracia.
Pues bien, el amigo Jack Bruce tiene el detalle increíble de invitarme a esa reunión que iba a suceder en el Royal Albert Hall. Un día, dos o tres meses después, me llama Magrit y me dice que tenemos pases de backstage y que veremos el concierto en el palco familiar junto a toda su familia, fue una noticia maravillosa.
Acudimos a esa increíble cita de la que Mariskal participó, además de músicos de todo el mundo. En el backstage vi a Iron Maiden, Bill Wyman, Bryan Adams, Neal Schon o Vernon Reid entre algunos nombres... No solo movilizó el acontecimiento a toda Europa, también músicos legendarios estaban ahí participando de esa gran noche, fue el último de sus conciertos en el Royal Albert Hall y además se grabó en DVD. Al terminar, la mujer de Jack me cogió de la mano y me dijo: “Ven, Javier, tengo una sorpresa para ti”. Nos fuimos por el entramado de túneles y pasadizos que es el Albert Hall y llegamos a una zona en la que había una zona con una sala y bebidas, catering, etc... estaba ahí solo y me dijo: “Ya vuelvo”. Al momento escuché una voz a mi espalda que decía “Hi Javier”, y ahí estaba frente a mí Eric Clapton. Me quedé mudo, no me lo podía creer. Fue muy amable conmigo y yo en lo que pude articular palabra también. Fue una experiencia inolvidable, de las que te marcan, permanecí con ellos y más músicos y celebrities que fueron llegando como una hora más. Al final de la noche me despedí de Jack Bruce, su familia y su mujer y les di mi agradecimiento infinito por la
gran noche que había pasado junto a ellos. Cuando me marchaba le di un abrazo y un apretón de manos a míster Bruce y me fui caminando mientras en mi cabeza resonaban las notas de “Rollin’ and Tumblin’”, en la cual Jack hizo esa noche una interpretación magistral junto a sus dos inmensos compañeros.
Descansa en paz, genial músico y maravilloso ser humano”.

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