Festilocura

Blog: Palabra de Mariskal

Ese era el expresivo titular que destacábamos en la portada de nuestro anterior número y que venía a corroborar esta explosión inusitada de “pasión y amor” por los festivales de rock que nos atañen por parte de algunos particulares ávidos de protagonismo y negocio (aspiración loable no exenta de riesgos) y, sobre todo, por ayuntamientos e instituciones públicas de todos los colores en busca de votos, principalmente a costa de nuestros bolsillos. Algunos durante décadas nos negaron y hasta nos repudiaron y ahora se apuntan de forma descarada al grito de “nosotros, rockeros de toda la vida”. Bienvenidos, mejor eso que seguir negando y privando a sus parroquianos del placer de escuchar y participar de la gran fiesta de la cultura popular que significan los festivales de potente rock.

Pero… no nos ceguemos. A esos que se gastan alegre y sonoramente, nunca mejor dicho, la pasta de nuestros impuestos, hay que recordarles que no nos conformamos con el “pintamoneo” puntual de protagonistas por un fin de semana a golpe de talonario con las grandes estrellas principalmente en cartelera. Que queremos locales gratis o aprecio asequible para ensayar, espacios bien acondicionados para tocar y un apoyo a la compra de instrumentos y equipos para hacer una labor auténtica de soporte a los ya consagrados o emergentes currantes de estos sonidos de vanguardia que algunos descubren tardíamente.

Sería triste que se quedara en una moda pasajera, como ha ocurrido otras tantas veces cuando llenan estadios los grandes como los Stones, AC/DC, Metallica, Maiden... Y luego, “si te he visto, no me acuerdo”.

Entonces nos ponen de nuevo de moda y todos sacan a relucir su pasado heavy, mostrando viejos posters, tickets y vinilos como certificado de que no van de oportunistas, lo que muchas veces es verdad, y las circunstancias les obligan a salir del armario. Leña al mono. Venga a celebrar esta “festilocura”, que todos sobrevivan y anuncien buenos carteles para 2023 y que no se olviden de los nuestros, que durante todo el año se dejan la vida, el tiempo de ocio y el dinero para que la llama siga viva cada día. Ellos también merecen un hueco en esos relumbrantes carteles donde veteranos y noveles deben tener su sitio.

Patti Smith en Azkena. Foto: Markceröck

Y hablando de veteranía, pioneros y emergentes, las portadas últimas hablan por sí solas de esa dualidad que seguimos apoyando, con protagonismos tan variados como los Stones y Kreator o los más futuribles Black Label Society, Sabaton y Ghost, por poner solo algunos ejemplos de los que hemos mostrado en la cubierta.

Orgullosos de seguir en esa línea que nos depara sorpresas tan reconfortantes como ver a la diosa Patti Smith con setenta y cinco tacos (lo de Jagger da para pensar que se clonó) defendiendo su legado no solo con clase y dignidad, sino reafirmando el rock como una expresión de vida más allá de los propios sonidos. Sus tres conciertos, en Pedralbes, Azkena y Botánico, han sido memorables, donde el espíritu y las versiones de Dylan y Hendrix no han faltado, junto con sus temas de reivindicación y rebeldía, culminando con ese demoledor “People Have the Power”, y sin olvidarse de uno de los grandes poetas de la generación beat, Allen Ginsberg, recitando con rabia a los 25 años de su muerte su célebre poema/canción “Footnote To Howl”. Chapó también por su defensa del feminismo y tantas causas no perdidas a las que ella también pone banda sonora con sus libros y apariciones públicas.

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