Entrevistas |James Room

«Iñaki “Uoho” es un músico mucho más increíble y completo de lo que pueda parecer»

Por: Alfredo Villaescusa

Foto: Leo Doe

El carismático cantante y guitarrista bilbaíno derrocha carácter y entrega en cada uno de sus cometidos. Tras dos fulgurantes álbumes y de camino hacia un tercero cuya fecha de lanzamiento aún planea en un horizonte de incógnitas, James Room se ha dedicado a soltar lastre creativo a través de varios singles a cada cual más excitante, con el rock and roll y la autenticidad como bandera. Alfredo Villaescusa indaga más en sus planes presentes y futuros a pocos días de que vea la luz un nuevo tema.

Creo que el próximo disco estará producido por Iñaki "Uoho" Antón, ¿cómo entraste en contacto con él? ¿Cómo es trabajar junto a él?

“Hablar del próximo disco en estos momentos casi parece vestirse de “pitonisa”. Evidentemente sería un enorme placer y un honor sin igual contar con Iñaki y que esa grabación llegara pronto. Yo estoy preparado para todo, venga cuando venga, pero no es algo sobre lo que pueda aventurarme a dar datos concretos ahora mismo. Con Iñaki entré en contacto de varias maneras y casi todas en un periodo de tiempo muy corto. Mi compadre y bajista Gabriel León (aka Gabo Brown) le conoció porque le llamaron para unirse como apoyo a unos ensayos de un concierto que estaba preparando Iñaki tocando a Bach con guitarra eléctrica. Al poco tiempo, ya lo conocí en persona, porque los dos colaboramos como invitados en un concierto de El Chelista. Ya se remató la jugada cuando, poco después, ambos participamos en la celebración del 50º aniversario del festival de Woodstock junto con otros muchos musicazos y el Kafe Antzokia de Bilbao casi revienta (ahora parece de otra vida ese sentimiento). Trabajar con Iñaki es tremendamente fluido. Casi parece una conversación entre tipos que conocen varios caminos pero que tienen una meta común, engrandecer la canción. He aprendido muy mucho de los caminos que me mostraba. Es un músico mucho más increíble y completo de lo que pueda parecer a quien no le conozca bien. Sabe latín, vaya. Pero también sabe escuchar y entender a dónde quieres llegar. Eso es algo muy de agradecer a alguien con tantos quilates”.

El último single "Comin' Down'" recrea cierto ambiente de taberna. ¿Qué te inspiró en realidad?

““Comin’ Down” tiene muchos años, y durante todos ellos ha ido adquiriendo la sabiduría de cantina y hermandad que necesitaba. Cuando la compuse no estaba pasando por un buen momento. Estaba en Madrid y la verdad es que la ciudad estaba siendo un poco cruel conmigo, o así lo sentían mis huesos. La vida es dura, pero eso ahora ya lo sabemos todos. La canción empezó siendo más lenta y oscura, pensada para tener un saxofón barítono haciendo la melodía principal y arrastrarla al más puro estilo Chuck E. Weiss y con unas buenas trompetas para el final. La grabé en una maqueta casera con mi amigo Vian Prelia y no teníamos trompetas ni nada. Solo mi guitarra y un micro. Así que decidimos sustituir esas trompetas por lo que acabamos llamando “drunken chorus” o simplemente “coros de borrachos”. Desde entonces, esos coros han rulado de taberna en taberna y de cantina en cantina hasta que pasaron a escenarios cada vez más grandes. Y el espíritu de hermandad por alaridos acabó siendo el mayor y más acertado reclamo de la canción para un buen fin de fiesta”.

¿Y qué me dices de "Chocolate Jesus" de Tom Waits? Es evidente que es una de tus grandes influencias pero ¿por qué elegiste ese tema?

“Hace ya unos años se me propuso participar en el ciclo “Izar & Star” del gran Javier “Jerry” Corral, donde bandas bien o mal denominadas locales se enfrentan a repertorios de grandes del oficio. “¿Por qué no haces a Tom Waits?”, dijeron. No tardé mucho en recoger el guante, claro, aunque me ilusionara y aterrara a partes iguales. ¡Qué responsabilidad tan grande! Intenté elegir un repertorio ecléctico y con cierto punto de incomodidad. Intenté no caer demasiado en el cliché aunque fuera una difícil tarea. Intenté encontrar un punto de encuentro entre el tío Tom y este humilde servidor, y la verdad es que uno de los temas que mejor aguantó una mutación considerable fue “Chocolate Jesus”. Digamos que no la reconoces hasta que se empieza a cantar. Empezamos a tocarla también en nuestros conciertos y funcionaba la mar de bien. Ha sido la primera versión que jamás he considerado grabar en estudio.

Tom Waits es un espejo en el que me he mirado muchas veces a lo largo de mi juventud, pero es demasiado ancho, profundo y áspero como para mirar mucho tiempo. Supongo que al final aprendí que él hace lo que le da la gana, y eso es su marca más allá de todo. No hay nada más Waits que no intentar ser Waits”.

"Bulletman", por otra parte, creo que inauguró una nueva etapa en vuestro sonido. ¿Lo percibiste de la misma manera?

“Supongo que el ser la primera vez que contábamos con el “Uoho” tuvo algo que ver (risas). Este sonido viene dado por una comunión entre de donde venía el tema, tocado en muchísimos de nuestros conciertos, y la visión de Iñaki. Tiene cierto aire grasiento que mola. Mi SG nunca había sonado así. Además nunca habíamos grabado nada con un sonido tan puramente de carretera”.

Por cierto, me llama la atención el hecho de que la portada de los últimos singles sean diferentes cartas. ¿El nuevo álbum será la baraja entera? ¿Cómo se te ocurrió esa idea?

Todos estos singles que estamos sacando son nuestros ases en la manga, tienen esa extraña conexión entre sí”

“Todos estos singles que estamos sacando son nuestros ases bajo la manga. Tienen esa extraña conexión entre sí. Y esta ha acabado por ser nuestra mano este extraño año. Nuestro comodín somos nosotros mismos, y ya hemos soltado tres cartas. Así que nos falta mostrar una última para cerrar la jugada. Una última carta para ver cómo acaba todo”.

¿Qué puedes avanzar a nivel musical respecto al próximo disco? En 'Honest Man Blues' vimos ya algunos sonidos como el swing que apenas aparecían en tu debut...

“En el próximo disco espero mostrar que sigo siendo yo, aunque es probable que haya partes de mí que no se conocen aún. Las canciones están ahí esperando a salir de la zona de confort de mis manos y mi voz, y yo estoy ansiando ver cuál de los posibles caminos escogen para mostrarse al mundo. He compuesto y sigo componiendo para esta próxima etapa de una forma muy libre y sin autocensura musical. A ver en qué acaba”.

Ahora es complicado el tema, pero ¿qué planes de gira tienes?

“Hoy por hoy, buscar conciertos es como buscar unicornios”

“Hoy por hoy buscar conciertos es como buscar unicornios. Todo plan que tengas acaba siendo desmantelado por la cruda realidad. Planes tengo muchos. Ansío tocar en directo. Lo echo terriblemente de menos. Echo de menos a mi banda y las caras del público cuando estás conectando con ellos. Es como tener una relación a distancia y no saber cuándo os vais a volver a ver. Esperemos que alguno de los planes que tenemos todos llegue a buen puerto y podamos volver a dar y ver muchos conciertos dentro de nada”.

Foto: Dave Blanco

Has actuado ya con las normas de la nueva normalidad, ¿cómo te sentiste? ¿Estás a favor de los conciertos con distanciamiento social?

“Estoy a favor de los conciertos y de la cultura. Estoy a favor del trabajo, de los empleos y de su recompensa. Es tremendamente extraño actuar frente a un montón de gente con mascarillas cuando estás acostumbrado a casi alimentarte ahí arriba de sus expresiones faciales, de sus sonrisas, de cuando cierran los ojos y levantan la cabeza. Buscas al menos sus ojos y hasta eso es difícil. Cuando estás ahí arriba nada importa más que la conexión, y estamos hechos a la conexión primitiva, humana, emocional. Las mascarillas y la distancia de seguridad en asientos son dos nuevas barreras a derribar en las primeras canciones de un concierto. Y son barreras inmensamente altas. Pero si el arte no derriba esas barreras, ¿qué podría hacerlo?”

En el escenario parece como si recrearas una especie de personaje a lo Tom Waits con el sombrero y demás. ¿Hasta qué punto es real lo que vemos en escena? ¿Te comportas así en tu vida cotidiana?

“Ahí arriba lo último en lo que me quiero parar a pensar es en cómo me comporto o si hago un movimiento en vez de otro más allá del jugueteo con mis músicos. Pocos sitios habrá en los que soy tan sincero como en el escenario. Mis sombreros tienen muchos años y siempre han sido casi una manera de sentirme seguro, de sentirme en casa. Creo que hay otros personajes que uno se crea para cuando tiene tiempo de pensar. Reuniones sociales incómodas, entrevistas de trabajo, ir al banco… Pero el escenario, al menos para mí, no se trata de eso. El escenario es donde muestras tus canciones, tu verdad, tus tripas y tu corazón. No creo que haya sitio para la mentira por mucha teatralidad o pirotecnia que le eches”.

Por último, ¿de dónde sale el seudónimo James Room? ¿Te molesta que te tomen por guiri?

“En mis primeros años de vida, mi centro de creación y de juego, mi camerino, mi lugar seguro y mi abismo era mi cuarto. Y en la puerta de mi cuarto había una placa que ponía “James’ Room”. Así que supuse que era mi nombre. No me molesta que me tomen por guiri, no (risas). Lo que me puede molestar es que eso, en mi casa, acabe jugando en mi contra, porque hay puertas mentales que no se abren ni para ventilar la habitación”.

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