Crónicas
Ghost + All Them Witches + Tribulation: “Deslumbrante camino a la gloria”
«Una gala excepcional que, estamos convencidos, la próxima vez que se repita en la capital, el Wizink Center necesitará hacer uso de sus graderíos. Su crecimiento es imparable»
WiZink Center, Madrid
Texto: Jason Cenador. Fotos: Alfonso Dávila
Incluía hace un par de números, en La Heavy del pasado mes de septiembre, a Ghost como una de las bandas llamadas a tomar el relevo de los grandes veteranos de la escena en las cabeceras de los grandes festivales internacionales, a ocupar ese hueco que, aun con todo, para algunos será imposible de reemplazar una vez la biología haga de las suyas con los titanes del rock y el metal a escala internacional. La peculiar e inimitable formación sueca liderada por el hasta hace no tanto tiempo anónimo Tobias Forge recaló en Madrid al fin como banda principal en esta vorágine de éxito que está siendo su larga gira de presentación de su aplaudido ‘Prequelle’ y ratificó lo que es vox pópuli: ya es una de las grandes.
Abrían fuego, a una hora relativamente temprana de la tarde para tratarse de un miércoles laborable, los también suecos Tribulation, una banda que en los últimos tiempos se ha ganado el privilegio de abrir para no pocas bandas en numerosas giras internacionales. No era la primera vez que los veíamos de rebote, pero sí la ocasión en la que parecieron estar más entonados, con esa atrayente y genuina propuesta de metal oscuro, regado de guturales e influencias góticas y coqueteando con el doom de cuando en cuando.
Le sienta muy bien los escenarios grandes a una banda que, sin cultivar en exceso la química con el público, sí logró sonar compacta como un bloque de granito y aprovechar la coyuntura para que nos fuésemos por el sumidero de una lugubridad perenne que nos abdujo a base de temas como “Nightbound”, “Melancholia”, “The Lament” o “The World”, a caballo entre sus dos últimos trabajos, ‘Down Below’ y ‘The Children of The Night’, representantes, precisamente, de su etapa más gótica y alejada del death metal más recio que practicaban en sus inicios. Completaron su repertorio “Cries from the Underworld”, “The Motherhood of God” y “Strange Gateways Beckon”.
Mención especial merece el particular guitarrista Jonathan Hultén, cuyas extravagantes coreografías, poseído perturbadoramente por el sonido que desprende su instrumento, lucen con más dramatismo y, ciertamente, menos susceptibilidad a ser interpretadas cómicamente en escenarios de esta envergadura.
Los segundos en liza, All Them Witches, nos trasladaron por completo a la otra punta del amplio tablero estilístico que los cabezas de cartel de la noche recorren en su tan elástica propuesta. Procedentes de Nashville, Tennessee, una ciudad que desde hace décadas respira música en cada una de sus esquinas, nos retrotrajeron a un planteamiento muchísimo más apegado a la vieja escuela, colindante con las raíces más añejas del doom y el blues rock.
Su propuesta era, con toda probabilidad, la más alejadas del denominador común de gustos de los asistentes, y eso unido a una tremenda carencia de dinamismo bajo los focos hizo que la atención de muchos y muchas se desviase del escenario, pasando sin pena ni gloria una actuación que, en el apartado musical, dejó destellos muy interesantes, grandes riffs, desarrollos instrumentales sobre los que levitar con los ojos cerrados y, sobre todo, grandes dosis de pureza y naturalidad.
Poco, muy poco amigos del barniz y la parafernalia, los norteamericanos demostraron ser más amigos de los emplazamientos más recogidos y familiares, de salas más pequeñas, a la par que hacían sonar canciones como “Funeral for a Great Drunken Bird”, “3-5-7”, “1x1”, “When God Comes Back” o “Swallowed by the Sea”.
Canciones con pinta de ser del año que reinó Carolo – en Suecia – dieron paso a una pieza más bien gregoriana, señal inequívoca de que el Cardinal Copia y sus enigmáticos secuaces estaban ya cerca. Sonó entonces el solemne comienzo de la intro “Ashes”, que desembocó en un certero golpe de guitarra con el que, con una sincronización perfecta, el telón se desvaneció apareciendo sobre las tablas el nutrido grupo de Nameless Ghouls, todos músicos de primerísimo nivel, que acompañan a un Tobias Forge que hizo acto de presencia, pletórico, tras la emocionante intro de batería que condujo a “Rats”, todo un himno para arrancar por todo lo alto. Quien entonces no percibiera que iba a tratarse de un concierto de los grandes, de los que permanecen en la retina, es que estaba en el baño o apurando el cigarro a la puerta del Palacio de los Deportes.
Sin mediar palabra, prosiguieron con la absorbente “Absolution”, en la que la pirotecnia comenzó a cobrar peso y el Cardenal al mando de todo el tinglado empezó a poner en práctica el enorme carisma que atesora su indescifrable personaje haciéndonos gritar antes de ceder el protagonismo a sus acólitos en el momento del solo, con ese suculento énfasis en las melodías que tanto les ha allanado el camino hacia la loa colectiva. Es inevitable, a veces, no sentir cierta lástima por los instrumentistas tan cualificados que se lucen ante nuestros ojos y probablemente, jamás conoceremos sus identidades. ¿Necesidad conceptual a estas alturas o un halo de cierto egoísmo por parte de Forge? Su relación con sus compinches parecía, desde luego, afectuosa y natural más allá de la parafernalia.
El deje neoclásico de la sensacional “Faith” es todo un generador de adrenalina, junto con ese estribillo profundo que pide a gritos ser coreado y que contrasta con las casi guturales del vocalista, que nos dio la bienvenida al espectáculo con ese tono suyo tan característico antes de acometer la fantástica “Mary on a Cross”, una de las dos deliciosas canciones con las que recientemente nos sorprendían en ese maxi titulado ‘Seven Inches of Satanic Pabic’. La inusitadamente calurosa acogida de un público que la celebró como si de un clásico se tratara es la más absoluta prueba de la vigencia de un grupo que vive un presente de ensueño.
El herético festín musical prosiguió con un momento instrumental inaugurado por un órgano que enseguida dio paso a un curioso reto de solos entre dos de los guitarristas, con cierta simpática actuación por parte de uno de ellos que se dio por vencido haciendo que tocaba mal ante el virtuosismo de su homólogo. Fue justo antes de la increíble “Cirice”, otra de las imprescindibles de un repertorio plagado de temas que hoy son clásicos y mañana serán emblemas de una época que, aunque no se perciba muchas veces como tal, es dorada en el ámbito del rock pese a los muchos escollos que la escena siempre peleará por sortear.
Dos personajes ataviados con el siniestro traje que se suele atribuir a los médicos en la época de la peste negra deambularon por el escenario durante los instantes previos a la instrumental “Miasma”, en la que apareció un llamativo papa tambaleándose y conducido por otras dos personas, estrafalario sujeto que, ante el desconcierto de los presentes, se puso a tocar el saxofón enriqueciendo una deslumbrante pieza en la que las/los dos teclistas hicieron buena gala de su calidad.
A su conclusión, Tobias Forge volvió al escenario encaramado a una pequeña y extravagante bicicleta, para arengar a su curiosa manera al público antes de acometer “Ghuleh”, enlazada en el mismo plano con la alternante “Zombie Queen”, llevándonos en volandas seis años atrás, a la vertiente más psicodélica de aquel álbum tan cambiante e inclasificable titulado ‘Infestissumam’.
La calma antes de la tempestad arribó con los primeros compases de “Helvetesfönster”, preludio de la oscura e hipnótica “Spirit”, cantada por un Tobias que se cambiaba de ropa más rápido que los de aquel programa televisivo llamado cambio radical, que desaparecían un instante y regresaban ante las cámaras con unas pintas totalmente distintas. En esta ocasión, era una sotana negra lo que vestía el frontman, que en castellano nos gritaba: “¿Estáis ahí, Madrid?” mientras que un sinfín de fumarolas blancas inundaban el escenario.
“From the Pinnacle to the Pit”, convenientemente acompañada de pirotecnia a su conclusión, fue la antesala de una más robusta y rocosa “Ritual”, ambas haciendo de aquello una olla a presión que aumentó de temperatura con “Satan Payer”, si bien fue la majestuosa, épica y gloriosa “Year Zero” la que hizo que aquello saltase por los aires, desatando el éxtasis con esa devastadora oscuridad y sus sobrecogedores coros sinfónicos. Las constantes llamaradas hicieron de aquello un ritual infernal del que no queríamos salir, atrapados completamente en las fauces de un averno al que nos condujo el momento más impactante de toda la velada.
Tras un instante para volver a posar los pies en el suelo mientras sonaba de fondo el breve interludio “Spöksonat”, rubricaron su absoluto dominio de los contrastes y la alarmante diversidad de registros ejecutando una más sencilla y a medio tiempo “He Is”, tremendamente accesible.
Llegó entonces el momento del show de Tobias, muy ávido a la cháchara con el respetable sin desprenderse ningún momento de su personaje. Nos instó a fingir que era viernes para que por un momento nos convenciéramos de ello. “Es la magia del rock and roll, finges y se vuelve real”, comentó, antes de que la gente respondiese con un sonoro “Friday!!!” a su pregunta sobre qué día era. Siguió con su simpático discurso y nos amenazó con un tema increíblemente contundente, amenaza que cumplió con “Mummy Dust”, en la que explora su registro más gutural, en cuyo solo de teclado uno/a de los/las teclistas hizo uso de un keytar. Su conclusión, en contraste con el sentido tenebroso de la canción, vino acompañado de un diluvio de confeti dorado al que le sentaba muy bien el reflejo de los focos.
Otro momento de parloteo y bromas con un público que respondía en sintonía hasta el punto de regalarle alguna que otra rosa desde las primeras filas y al que acabó elogiando sin escatimar en recursos Tobias tras instarle a no parecer idiotas (en español esta última palabra) dio paso a la muy bailable “Kiss the Go-Goat”, confluyendo en ella el hard rock y amplias cuotas de sus compatriotas Abba y demás sonidos de reminiscencias discotequeras ochenteras. Se trata de la otra canción de su más reciente esfuerzo discográfico y la verdad, funcionó como si se tratase de un tema de toda la vida: aquello era una verdadera fiesta.
La dupla final para ponerlo todo definitivamente patas arriba la constituyeron las que probablemente sean sus canciones más redondas y pegadizas, por un lado la exquisita “Dance Macabre”, culminada con una tonelada de confeti multicolor sobre nuestras cabezas, y por el otro “Hammer Square”, himno indispensable e irrebatible tras el que se despidieron durante un buen rato con cercanía y fabulosa química tanto con el público como entre ellos.
Como la clase es un don que Tobias Forge siempre ha cultivado en escena, según se iba terminando el tema de salida subió la escalinata del espectacular escenario mientras un único foco le perseguía y se despidió con elegancia antes de que la última luz se desvaneciese y el telón cayera a plomo sobre la escena, como si del final de un gran musical se tratase. Broche de oro para una gala excepcional que, estamos convencidos, la próxima vez que se repita en la capital, el Wizink Center necesitará hacer uso de sus graderíos. Su crecimiento es imparable.
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10 comentarios
Otro gran concierto de los suecos GHOST en nuestro pais que al igual que en la ciudad condal lo bordaron con esos pedazos de temas estos geniales músicos sin desmerecer la actuación de las dos bandas teloneras que estuvieron muy a la altura de las circunstancias. Seguro que volverán pronto por estos lares.
Estuve en ese concierto y no podría estar más de de acuerdo con esta descripción. Me gustaría saber cuantas personas asistimos. Saludos
Fue un concierto mágico e inolvidable.
A mí, Tribulation no me gustó mucho, un sonido demasiado oscuro para mi gusto, en cambio All Them Witches si me gustaron, el problema es que la gente no le hizo caso a las pobres criaturas.
Ese es un aspecto que se podría debatir ampliamente acerca de los conciertos : las voces, los comentarios fuera de tono, es decir, altos de tono con conversaciones particulares con el fondo de la música que a los que estamos cerca, francamente no nos interesan para nada. Yo voy a disfrutar del concierto, no quiero perderme ni un detalle..
Otro problema es la cerveza, mucha cerveza para gente que no sabe beber y pierde la compostura y el mínimo respeto que se requiere para con los demás. Por no hablar de los canutos...En fín.
Respecto a Ghost, sobrepasó ampliamente mis expectativas, estuvieron tremendos, con un sonido de lujo, y una puesta en escena espectacular.
Deseando que vengan otra vez.
Te recuerdo que esto es un concierto de rock no una misa o un sepelio.
No seré yo quien diga que fue un mal concierto, porque no fue así, pero las crónicas de los conciertos de según qué bandas de élite parecen más auténticos masajes en los que parece que todo es genial. La banda suena de narices, y el show de luces y escenografía es de primera, pero cuesta mucho leer por aquí verdades como que el duelo guitarril fue soporífero, casi tanto como la excesiva verborrea sin sentido del gran Tobías Forge, que es un pedazo de artista pero no entiendo que necesite de esas cosas para sacar adelante un show. Se pasó la mitad del concierto hablando, y eso es difícil verlo escrito en ninguna crónica de, se supone, especialistas en esto. En serio, la banda es un cañón, pero hacéis flaco favor a los lectores cuando escribís crónicas del "todo es una maravilla". Por cierto, los precios del merchan y la bebida cada vez son más increíbles, y a 50 pavazos de entrada, pues al final acabarán cargándose el negocio, ya que de otra forma, esta banda podría perfectamente haber llenado mucho más del Wizink; dicho sea de paso, no entiendo que se ubicase ahí y tener que tapar tantísima parte del recinto, en lugar de ubicar el concierto en un sitio más pequeño, no sé si fue error de cálculo (exceso de expectativas) o tema de disponibilidad.
En cualquier caso, vaya por delante de todo que Ghost son un bandón y aportan frescura infinita a esto del rock and roll.
Totalmente de acuerdo.
Sobrevalorado ciertos puntos.
tribulation y su gran guitarrista son todo un espectáculo en directo.
Concierto correcto, la banda suena genial. Luces y decorado profesional.
Su voz deja que desear.
Podriaís mencionar el tema de los Paquetes - VIP también, que fue una autentica verguenza.
Pagar 200 euros + 50 la entrada para 1 foto con el Cardinal (sin meet and greet, ni firma de articulos ni nada) y una lamina con 5 pegatinas, a costa de tener que abandonar la primera fila (la valla) en mitad de actuación de All Them Witches y luego ya no poder recuperar tu sitio que pagaste tan caro ya que el srto. Tobias Forge no quiere ponerse la mascara antes.... Esto es el trato que tiene para sus fans. Se esta viniendo muy arriba este individuo, si sigue en esta linea se pegará una buena ostia, y esto a corto plazo...
\\no gastaís el dinero en esto...
Les vi en Barcelona y no sonaron muy bien que digamos. Además lo del duelo de guitarras es un puto ladrillo sin sentido, si fuesen Joe Satriani y Slash vale, pero no es el caso. Por otra parte, el rol campechano y simpaticote del Cardenal Copia me toca bastante los cojones, le falta carisma a el tío.
Why aren\'t you saying anything about the bad sound? They had issues, it was the worst sound!
The guitar duel seemed to be improvised as a way to stall the sound repairs. Even Tobias admitted halfway through that it\'s \"much better now\"