Crónicas
Sweden Rock Festival 2018 (viernes 8 de junio)
«Un día más nos sentimos satisfechos por lo visto, vivido y disfrutado»
8 junio 2018
Norje, Suecia
Texto: Mariano Muniesa y Josep Fleitas Fotos: Josep Fleitas
Tercer día de festival en el Sweden, y tercera jornada de un calor tan poco usual en el lugar que ni los más longevos recuerdan ver tan poco verde en las praderas de Norje/Sölvesborg. Un bochorno que fatiga e intentó dejarnos KO, pero, aunque aún no nos encontrábamos repuestos del todo por las fuerzas que vertimos durante la jornada anterior, sobre todo ante las excelencias de Iron Maiden y la brutalidad de Kreator, nuestros ánimos estaban por todo lo alto. Sobre todo porque nos sentíamos ilusionados y bien dispuestos a afrontar un nuevo día en un festival que presentaba otro cartel de auténtico lujo.
Para empezar el día, nada mejor que una buena dosis de nostalgia del hard rock de los 80 a cargo de Vixen, la banda metalera femenina que revolucionó la escena a finales de los años 80 y que han demostrado en su reciente comeback que están en un magnífico estado de forma. A pesar de que su actuación era muy temprano y del fuerte calor que hacía, congregaron a un numeroso y entusiasta publico que no dejo de corear las canciones clásicas de su repertorio, en especial las ya legendarias "Crying" y "Edge Of Broken Heart". Despedidas entre calurosos aplausos, hicieron una actuación excelente que sería recordada como una de las mejores del día.
Mariano Muniesa
Debo confesar que estaba lleno de emoción ante la posibilidad de ver por primera vez a una de mis bandas favoritas de los años 70, los holandeses Focus. De la formación original sólo quedan el flautista y teclista Thijs Van Leer y el batería, Pierre van der Linden, pero han sabido elegir perfectamente, para acompañarles, a unos músicos de un virtuosismo y de un talento a la altura de la leyenda de esta gran banda de rock progresivo. Su set obviamente se basó en una completa selección de sus mejores canciones de los 70, muy desarrolladas instrumentalmente, con mucha fuerza y logrando arrancar explícitas muestras de entusiasmo entre los asistentes. Si en la primera parte de su actuación brilló con luz propia "Eruption", inevitablemente el tema estrella del set fue "Hocus Pocus", alargada en varios minutos y durante la cual Thijs Van Leer presentó a los miembros restantes de la banda. Brillante show de un grupo clásico de clásicos que me encantaría volver a disfrutar en directo.
Mariano Muniesa
Tenía muchas ganas de poder comprobar en primera persona cómo había evolucionado el cantante de Pretty Maids, después de que en marzo sufriese un accidente, un desafortunado golpe en la cabeza que le hizo perder el sentido y por el que tuvo que ser hospitalizado, obligándole a suspender los dos últimos conciertos de su gira Europea. Por fortuna,Ronnie Atkins se ha recuperado muy bien de lo que podía haber sido algo más que un susto.
En el Festival Stage, Atkins demostró esa recuperación a base de una mediada pero efectiva entrega, y unos registros que para nada manifestaron síntomas de unas temidas secuelas. Éste fue un concierto en el que el escenario principal del festival volvió a ser testigo de ese arraigo y profesional puntd’honor del que sólo disponen los que sienten verdadera pasión por lo que hacen.
Con calculada entrega, estudiados paréntesis y el acortamiento en quince minutos en lo previsto en el timetable, Pretty Maids volvió a salir airoso en un show en el que además de la intensidad del sol brillaron temas como: “Back to Back”, “Red, Hot& Heavy”, “Pandemonium”, “Little Drops of Heaven” y “Future World”. ¡Con dos cojones, sí señor!
Josep Fleitas
La original y personalísima mezcla de blues progresivo y hard rock con pinceladas doom y stoner que caracteriza el sonido de Graveyard funciona muy bien en directo y así se demostró en el magnífico concierto que el grupo ofreció en Sweden Rock. Muy sólidos y compactos, abrieron su set con mucha fuerza, haciendo unas versiones de "Slow Motion", "Please Don't", "Hisingen" y "Blues Magnetic" realmente formidables. Aunque en la parte intermedia del show quizá bajaron un poco el pie del acelerador y remitió un tanto esa fuerza inicial – incluso "Too Much Is Not Enough" sonó más lenta que de costumbre- fueron recobrando energía hacia el final del show y en la parte final, sus versiones de "Uncomfortably Numb", "Ain't Fit to Live Here" y "The Siren" dejaron a todos los asistentes con un magnífico sabor de boca.
Mariano Muniesa
El recuerdo de la anterior actuación de Madam X en la edición de 2014 del festival no me motivaba demasiado a volver a verles en directo. Pero pensé en la típica frase de positivismo y automotivación que sentencia el dicho: “Siempre es bueno intentar dar una segunda oportunidad; así sea por el egoísmo de no guardar el mal recuerdo de una situación que podría haber acabado con mucho mejor resultado del obtenido”. Y en este caso la cosa mejoró, aunque no todo lo que personalmente me hubiera gustado vivir frente al Sweden Stage... Y es que el concierto de Madam X fue uno de esos en forma de olas, de dientes de sierra, una montaña rusa de subidas y bajadas demasiado continuadas. Aunque todo hay que decirlo, “Godzilla” al bajo, Maxine Petrucci a la guitarra y su hermana y batería en Vixen, Roxy Petrucci, lo intentaron y se esforzaron, pero ni el sonido, ni las pocas ganas y energía que le puso el cantante Bret Kraiser entonando himnos del glam de carácter ochentero como “She’s Hot Tonight”, “Good Stuff”, “Stand Up and Fight”, “Metal in My Veins” y su máximo hit “High in High School”, consiguieron más de un aprobado justito ante un concierto en que no despertó en mi más que la sensación de que Madam X se proyecta muchísimo mejor en estudio que en sus directos. Sinceramente, espero que a la tercera vaya la vencida.
Josep Fleitas
Una de las partes que sin duda se viven de manera negativa en los festivales de múltiples escenarios son las coincidencias en los horarios de las actuaciones de bandas que tienes especial interés en disfrutar. Personalmente, si no es algo que tengo muy claro, he aprendido a dividir para ganar, y aunque siempre me queda el pequeño resquemor de haber querido vivir y disfrutar de los conciertos completos de las bandas que coinciden, esta decisión salomónica me deja más tranquilo conmigo mismo.
Esta es la sensación que tengo al recordar dos buenos conciertos que coincidían en su horario y que tenía ganas de disfrutar. El uno porque siempre que les he visto me han divertido mucho –The Darkness-, y el otro, por la dificultad de poder verle en directo –Bernie Tormé-. Y lo cierto es que lo que vi de los dos me deja muy tranquilo, ya que ambos cumplieron con sobras mis expectativas.
Por su parte, The Darkness cumplió de sobra con su papel de banda divertida, capaz y sumamente dispuesta a hacer casi lo que sea para que el público se lo pase muy bien ante sus estrafalarias deambulaciones. Consabido es que los agudos y falsetes de Justin Hawkins hacen de su hard rock el de una de las bandas más glamurosas de la actualidad, pero cuándo Justin se sube al escenario de un festival, todo se maximiza. Eso mismo lo pudimos comprobar en el fin de fiesta que The Darkness ofrecieron en el Rock Stage en el 2012 y ahora la tendencia sigue siendo la misma, eso sí, con una estética más espacial y una conformación, sobre todo en las guitarras de Dan Hawkins, más heavy que otrora. Así “Solid Gold”, “One Way Ticket”, “Givin’ Up”, “Biccanners of hispaniola”, “Barbarian”, “Open Fire” y “Love Is Only A Feeling” brillaron tanto como lo hacía el sol a esa hora de la tarde y el traje en el que Justin iba enfundado… The Darkness siguen estando en la brecha gracias a sus giras con Queen, The Hollywood Vampires y la inminente edición de su álbum en directo ‘Live At Hammersmith’. ¡Por muchos años!
Tal y como había comentado al principio de esta doble crónica, debido lo inédito de sus actuaciones, me dirigí a disfrutar del resto del concierto del guitarra y cantante Bernie Tormé en el Rockklasikker Stage, el escenario más pequeño del festival, dispuesto en una gran carpa que recoge, además de las partes más clásicas del rock, los conciertos de NEMIS (New Music In Sweden), bandas con una alta y suculenta calidad, que el festival se preocupa por dar a conocer.
Bernie Tormé es un nombre que ha gozado de buena fortuna, pero sólo de manera parcial, ya que su valor como guitarrista y las grandes sensaciones que genera el escuchar su blues rock no están ni mucho menos valorados en su justa medida. Si damos un pequeño repaso a la trayectoria del guitarra irlandés veremos que le podemos emparejar con Ian Gillan en su banda Gillan, con el bajista de éste John McCoy en McCoy, con Ozzy al ser el primer sustituto de Randy Rhoads, o en su propia banda en la que ha participado en las voces gente como Dee Snider. En definitiva, aunque The Darkness me gusta, ver a una leyenda como lo es Bernie Tormé es un verdadero lujo, máxime con lo que pude disfrutar de su concierto. Algo para no olvidar nunca…
En formación de power trío, el artista ofreció un asombroso espectáculo a las guitarras, demostrando su maestría en muchos ámbitos de las 6 cuerdas y haciendo ver sus técnicas como algo tan simple que parece que cualquiera pueda realizarlo (algo muy poco probable). Y así se sucedieron el tapping, el rasgado, el muting, el sweeppicking, el shred, el chickenpicking, el timming, arpegios, armónicos… En definitiva, todo un lujazo ver a alguien tan completo y suelto como él, que mostró y distribuyó su talento en temas como: “Star”, “Stoneship” y “Possession”, los éxitos de McCoy “Rocky Road (From Dublin)” y “Can’t Beat Rock n Roll”, el clásico de Gary Bonds “New Orleans”, y el excelente “No Easy Way” de Gillan. Como decía: ¡Todo un lujazo haber podido disfrutar de semejante portento de las seis cuerdas!
Josep Fleitas
Con el buen recuerdo que tenía de la actuación de Dark Funeral el pasado verano en el festival Acordes de Rock me acerqué a ver una nueva descarga de estos irredentos blackmetaleros, que de nuevo me gustaron y convencieron. Hay que decir, en cualquier caso, que un show como el de Dark Funeral pierde espectacularidad cuando tienen que tocar a las cuatro de la tarde y bajo un sol de justicia. Sin embargo, estuvieron impecables en lo musical y su público disfrutó mucho de su show, que comenzó con "Unchain My Soul" y "The Arrival of Satan's Empire" para continuar después con "Vobiscum Satanas", "As I Ascend" y entre las mejores, sin duda, "As One We Shall Conquer" y "Open the Gates", para terminar a lo grande con un inmenso "Where Shadows Forever Reign".
Mariano Muniesa
Tras haber disfrutado de The Darkness, y sobre todo de la excelencia de Bernie Tormé, llegaba el momento de volver a sentir los nervios a flor de piel, la electricidad que se va acumulando en todo el cuerpo y que busca un válvula, un punto en el que dejar ir, en el que descargar toda esa adrenalina, esa energía acumulada, y para mí ese pararrayos particular es la música y la magia que se desprende de los himnos de mi banda favorita por excelencia: Uriah Heep.
Sí, lo sé, es imposible que sea imparcial, pero es que lo que se vivió en el Festival Stage fue mucho y muy grande. Una combinación magistral entre la entrega, el feeling, la energía, el virtuosismo y la simpatía, una muestra de cómo debe ser una banda y cómo debe entregarse al público.
Uriah Heep se entregó al completo ante un setlist en el que, lógicamente, faltaron muchos clásicos, pero en el que no sobró ni un solo segundo de lo que Mick Box (guitarra), Bernie Shaw (voz), Phil Lanzon (teclados), Russell Gilbrook (batería) y Davey Rimmer (bajo) distribuyeron en la mágica hora y media de concierto que nos regalaron. Y todo empezó de la manera más electrizante, todo un subidón de masividad en el que en 1970 fue su primera expresión inicial, ese himno que pronto cumplirá medio siglo de existencia y cuyo profundo y pétreo sonido sigue elevándolo a los mayores ámbitos del heavy metal más enervante, potente y original: “Gypsy”.
Tras él, otro de los más enérgicos y escaladores clásicos. “Look at Yourself”, en el que la potencia de pegada de Russell Gilbrook hacía temer por la destrucción total de su batería, la voz de Bernie Shaw subió hasta su propio tope, la rotación de mano en la técnica de circlepicking en la guitarra de Mick Box, su eterna sonrisa y sus gestos de prestidigitador nos traspasaban, los teclados con sonido Hammond de Lanzon recubrían todo el ambiente, el bajo de un ya totalmente adaptado Davey Rimmer engrosó el ambiente haciéndome acordar de esa máxima expresión que el desaparecido Trevor Border dispensaba en un solo que parecía transportarlo a otras dimensiones.
Tras la explosión de esos dos monstruos del hard & heavy más clásico, tocaba respirar unos breves momentos. Mientras el canadiense Bernie Shaw presentaba y databa los temas, sus álbumes, su historia y alguna divertida y didáctica anécdota sobre ellos, era momento de tomar aire para volver a exhalarlo ante las disposiciones de las melodías de “Stealin”, “Sunrise” y un “Magician’s Birthday” que demostró la capacidad profesional y humana de la banda, ya que a dos personas de distancia de mi posición, cayó desplomada una chica con fuertes convulsiones. La banda siguió actuando, vigilando qué pasaba y alargando el tema en el solo de Mick, que no cesó de tocas hasta que unos diez minutos más tarde la chica fue evacuada. Tras el tema, Mick dio explicaciones del alargamiento de su solo para quién no se hubiera percatado del suceso, deseó una pronta y total recuperación a la afectada y agradeció la profesionalidad de los miembros de seguridad y sanidad. ¡Genial!
Con todo nuevamente reordenado, la exposición de una acústica en manos de Mick presagiaba la genialidad de un “The Wizard” que siguió arrastrándome a dejarme la voz en su mítico estribillo. Tras esa joya incluida en el magistral ‘Demonds and Wizards’ tocaba el tema más “novel” del set (1998), “Between Two Worlds”. Y, para acabar, el paradoxismo hecho realidad, esa genialidad progresiva que el ex teclista de la banda, el maestro Ken Hensley, escribió en un bus mientras esperaba la llegada del resto de la formación para seguir de ruta tras un concierto. Una pieza que comparo con maravillas como del género como lo son “Stairway to Heaven” de los Zeppelin, el “Mistreaded” o el “Child in Time” de Deep Purple, el “Stargazer” de Rainbow o el “Black Sabbath” de los homónimos padres de la oscuridad… “July Morning”. Momento demoledor, rompedor, de pleno éxtasis… ¡Hay que vivirlo para describir todas las sensaciones que produce un solo tema!
Estaba siendo un show de locura. En él, tan sólo la música era suficiente para hacer sentir de una forma tan especial que con un puntual juego de luces y un cartel con el nombre de la banda es posible llegar a la máxima expresión de lo que debería ser la entrega y pasión, la conexión entre banda y público, y qué mejor representación de ello que dejarnos el resto de voz que aún nos quedaba en “Lady in Black” y sacar fuerzas de flaqueza ante el encore que significó un terremoto de la máxima intensidad llamado “Easy Livin”.
En breve tendremos una nueva oportunidad de volver a vivir la magia de estos genios. Nos vemos en el Rock Fest y les escuchamos pronto en su nueva obra, cuyo título lo dice todo ‘Living the Dream’.
Josep Fleitas
Seguimos con las excelencias, y en el 4 Sound le tocaba el turno a uno de los vocalistas con más fuerza y apasionamiento del hard rock más actual, uno de los cantantes de la Transiberian Orchestra, el británico Nathan James con su formación, Inglorious.
Nathan ya me sorprendió en la pasada edición del Azkena, sólo que en aquella ocasión sus agudos llegaron a tal extremo que había momentos de saturación y dejándose en el frigorífico el que personalmente considero su mejor pieza, “Until I Die”. En esta ocasión, Nathan contó con media hora más de set, moduló su voz y completó el set con muy buena eficacia, en gran medida debido a que la banda ahora se muestra más sólida y consistente, con más seguridad en sí misma, por lo que demuestra completamente su gran valía en un escenario, que esta vez sí, no se les quedó grande en la interpretación de un Hard & Heavy con matices de blues, que indefectiblemente nos recordará a los mejores Whitesnake en las exposiciones de “Breakaway”, “TakingtheBlame”, “I Don’t Need Your Loving”, “Holy Water”, “Spend my Time” y, esta vez sí, la magistral “Until I Die”. Muy buen concierto de una formación que en breve editará su tercer trabajo que espero siga en la misma línea de efectividad de sus dos recomendables predecesores.
Josep Fleitas
Antes de que todos nos marchásemos raudos al escenario principal para el show de Ozzy Osbourne, quise ver a una de las leyendas del heavy metal sueco, grupo de culto absoluto en su país que ofreció un concierto sumamente emotivo, en el que llamaba la atención ver a muchas familias al completo, con los padres ya cincuentones con sus hijos milenials o incluso con niños de corta edad. Heavy Load invitaron para esta ocasión al fundador de la banda, Eddie Malm, que hizo con ellos varias canciones a lo largo del show. Banda de heavy metal muy clásica, muy ochentera -su estilo bien se puede definir como una mezcla entre Judas Priest y Manowar- abrieron este singular concierto con "Heavy Metal Angels" , para continuar después con un show muy potente en el que destacarían entre los mejores temas "The King", "Walhalla Warriors", "Roar Of The North" y "I'm Alive", amén del espectacular solo que se marco su batería y en la parte final, "Stronger Than Evil".
Mariano Muniesa
Llegaba el momento del cabeza de cartel de esta tercera jornada de festival. Y como siempre, era temor de todos el poder ver y escuchar en qué forma estaría un Ozzy que no permite que ningún fotógrafo anónimo al que él y su oficina de management designan tome imágenes de él. Advertidos de ello, sólo me quedó hacerle una fotografía a la pantalla en la que se mostraba el nombre del Madman, e incluso así, la seguridad me puso problemas. Estaba prohibido usar cualquier tipo de cámaras, en el photopit y entre el público, ni siquiera las de bolsillo; eso sí, el bosque de móviles era imposible de talar.
Me dispuse, bajo el paraguas de un nuevo Final Tour, “No More Tours 2”, a ver al Madman en su última gira, que debido al estado físico en el que Ozzy se mostró, es mucho más que probable que esta vez sea la definitiva.
Con un frontspace apretado al máximo en las primeras filas, pero con menor afluencia de público que Iron Maiden, la desconexión de las luces y la mítica y enervante intro del “O Fortuna” de Carl Orff y la imagen de la cara de un lobo en las pantallas, “Bark at the Moon” explosionó con la furia de una caja de dinamita. Ahí ya pudimos comprobar el buen argumentario de una banda que distribuyó una agresividad y fiabilidad que no bajaría en ningún momento. ¿Y Ozzy? Afortunadamente, el vocalista mostró una voz que me recordó a lo que ofreció en el último concierto que pude disfrutar de él, aquella vez con Black Sabbath en el Graspop del 2016.
Tras el explosivo inicio de “Bark at the Moon”, los teclados de Adam Wakeman, hijo de Rick Wakeman -quién también tendría su parte de protagonismo en la gran actuación de Yes ft. ARW al día siguiente en el mismo escenario- , introdujeron un no menos apasionado, efectivo y disfrutado “Mr Crowley” que se fundió con otro clásico del ‘Blizzard of Oz’, en un efervescente “I Don’t Know”.
La banda estaba en todo lo alto, el sonido era excelente, el escenario estaba presidido por una pantalla gigante en su fondo y en ella, además de efectos e imágenes bien dispuestas, una cruz iba a hacer referencia en cada cambio y cada tema al contenido de éstos. Por su parte, la voz de Ozzy se mantenía a pesar de su postura estática, encorvamiento y prominente barriga. Zakk, con su ya clásica falda, despuntaba con sus salvajes punteos y unos solos que, de momento, moderaban su duración. En las líneas de bajo, el expeditivo Blasko parecía enloquecer, y Tommy Clufetos martilleaba la batería con tanta fuerza como horas antes lo había hecho Russell Gilbrook con Uriah Heep, cuando llegó el primero de los recuerdos de la etapa de Ozzy con los añorados Black Sabbath, en un logrado “Fairies Wear Boots”.
A partir de aquí, Ozzy ya necesitaba un estudiado descanso. Para ello otro clásico del ‘Blizzard’, “Suicide Solution”, un sentido “No More Tears” y el también single del sexto trabajo de Ozzy, en el que Lemmy colaboró componiendo cuatro de los once tracks, iban dando paso a solos cada vez más alargados de un Zakk Wylde que se desfondó en una solistada que recordaba a lo que el guitarra ofrece en sus conciertos con Black Label Society. Un solo de más de veinte minutos, apostado éste tras la segunda exposición de otro de los clásicos de Black Sabbath, “War Pigs”. En el solo, los ritmos marcados por Wakeman, Blasko y Clufetos iban interpretando partes de “Miracle Man”, “Crazy Babies”, “Desire” y “Perry Mason”. ¡Uuuuf!
Zakk interpretó sus solos en el espacio del photo-pit, frente a las primeras filas. Un buen detalle que no cambió el hecho de que las caras de felicidad de las filas más próximas al guitarrista fueran cambiando de expresión a medida que los minutos iban transcurriendo. Y para rematarlo, un nuevo solo, esta vez por parte de Tommy Clufetos. Otros casi diez minutos de exposición técnica, fuerza y entrega que llegaron a hacerse excesivos.
Ozzy, ya descansado, regresa con otra exposición de ‘No more Tears’, en este caso fue la ganadora de un Grammy “Don’t Want to Change the World” que volvió a encauzar el concierto a una parte más disfrutable. Parte que siguió en la línea con las interpretaciones del tranquilo “Shot in the Dark” y el speed de un salvaje “Crazy Train”.
Tras ello, la banda se retiró, mientras Ozzy le pedía a la gente que gritaran un “one more song…” que no tardó en producirse.
Para el encoré Ozzy distribuyó la emotiva y efectiva balada “Mama I’m Coming Home”, con Zakk empuñando una guitarra de doble mástil. Tras la calma, siempre llega la tempestad, transformada en el siempre imprescindible, delirante y aplastante “Paranoid” que daba punto y final a un show que me dejó un muy buen sabor de boca, con el único punto agridulce de que todo podría haber sido mejor si los solos no hubieran tenido tan maratoniana duración.
Josep Fleitas
Acabamos la tercera jornada intentando enviar textos y fotos para subir con inmediatez las crónicas que estáis leyendo, pero los dioses escandinavos no estaban con nosotros, por lo que nos vemos forzados a demorar su entrega. Aun así, nuevamente de camino al lugar de acampada, un día más nos sentimos satisfechos por lo visto, vivido y disfrutado.
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