Crónicas

Uli Jon Roth en Bilbao: Leyenda por derecho propio

«Era simplemente una leyenda por derecho propio al margen de los grandes focos y pabellones, alguien que hace uso de su descomunal talento sin avasallar. Un resistente que se ha ganado su lugar a pulso en la historia de la música.»

7 noviembre 2021

Sala BBK, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Cuentan que una vez un fan se encontró con el histórico vocalista de Sex Pistols John Lydon y le dijo: “Eres mi héroe”, pero este, en vez de tomarlo como un cumplido, le contestó lo siguiente: “No soy ningún héroe, tío. Olvídate de los héroes, ese es mi consejo; yo no tengo héroes, no me sirven para nada”. Quizás el otrora Johnny Rotten vaya demasiado lejos en este asunto, aunque puestos a tener ídolos, lo mínimo que debería exigírseles es que estén a la altura de lo que esperamos de ellos. Que estén al nivel de su mito y no se anden arrastrando por los escenarios dando pena absoluta.

Conocemos unos cuantos ejemplos de esto último que no desvelaremos por una mera cuestión de educación. En el extremo opuesto, también hay por el panorama tipos que cumplen con creces sobre las tablas y parece mentira que se mantengan en ese estado increíble de forma a pesar de su avanzada edad. Sin duda a este grupo pertenecería de cabeza Uli Jon Roth, leyenda germana de las seis cuerdas que la mayoría de los fieles asociará a la primeriza etapa de Scorpions a comienzos de los setenta.

Da igual que su periodo junto a Klaus Meine y compañía fuera hace casi medio siglo, ciertos astros no se despegan jamás de una fase concreta y en este caso el recuerdo del legendario disco en directo ‘Tokyo Tapes’ sigue más que vivo en las mentes de los aficionados, por lo que pudimos corroborar echando un vistazo al paisanaje que abarrotó la bilbaína sala BBK. Y a uno de los protagonistas de tan emblemático lanzamiento no le importa que le asocien a ello, pues hace no demasiado sacó un álbum titulado ‘Scorpions Revisited’.

Con la voluntad de hacernos reverdecer laureles en ese aspecto, así se presentó Uli Jon Roth  junto a una notable banda que iba mucho más allá de las labores de acompañamiento. “All Night Long” fue la encargada de elevar de un plumazo los ánimos en el recinto y demostrarnos que por mucha pinta de hippie obsoleto que lleve sus capacidades a la guitarra continúan al más alto nivel. “Indian Dawn” mantuvo el listón a una envergadura aceptable antes de volver a alcanzar la estratosfera con “Sun In My Hand”, una canción sobre “el poder de la música”, como nos relató.

Que aquella era una cita irrepetible nos lo aseguró el propio hacha germano al decirnos que ese era el único concierto que daría en 2021, pese a prometer más shows para el 2022. El repertorio, concentrado en su paso por Scorpions, tuvo algún que otro detalle curioso, como ese “Don’t Tell The Wind” de Zeno muy especial para él, ya que había sido compuesto por su hermano, que murió hace tres años, según explicó. Muy acertado ese formato de cuentacuentos en el que nos desvelaba algunos datos del tema que iba a interpretar. Clase magistral total.

La épica “We’ll Burn The Sky” legó uno de los grandes momentos de la velada gracias a una soberbia interpretación a las cuerdas vocales de su bajista, que también hacía de cantante con una competencia asombrosa. “Es una obra de arte”, exclamaban algunos desde las butacas con evidente emoción. No entendimos muy bien por qué en ese recinto todavía se mantenía la normativa obsoleta de las sillas en los conciertos, pero bueno, para un domingo y el tipo de espectáculo que era no se antojaba descabellado.

En un sitio tan elegante como la sala BBK, con acomodadoras y todo, sorprendió que algún heavy se levantara de la butaca para alzar el brazo y agitar la cabellera con “In Trance”. Aquello estaba justificado por completo, fue brutal, con el bajista dejándose la garganta y hasta efectuando un alarde vocal final que cosechó infinidad de aplausos. A veces te encuentras versiones que dan vergüenza ajena, pero nada que ver con lo que vimos esa noche. Calidad a rebosar.

Suponemos que la intención de Roth y sus compinches era que nadie se durmiera, pues solo así se entiende que poco después se arrancaran con “Pictured Life”, pura crema para los aficionados. ¿Quién toca hoy en día temazos así? Es que ni los propios Scorpions, cuyo repertorio en la actualidad resulta bastante inferior si lo comparamos con lo que nos estaban regalando estos señores. Una delicia para los oídos.

Tal vez más en consonancia con la reputación de virtuoso del alemán estaba “The Sails of Charon”, un corte con influencias orientales a lo “Gates of Babylon” del que había incluso una adaptación orquestal, tal y como explicó Uli Jon Roth. Lástima que instantes más tarde se les fuera la pinza en una de esas tediosas jam sessions en las que se concatenan solos de casi todos los instrumentos y que un servidor piensa que son un auténtico cáncer de la música en directo. ¿Para qué demonios hacía falta un solo de teclado en esas circunstancias? Seamos serios.

Se piraron con este nefasto sabor de boca. Menos mal que por fortuna consiguieron arreglar el desaguisado a la vuelta tirando de un clásico inapelable, “All Along The Watchtower” de Dylan, aunque sonó más tipo la versión de Hendrix. Una de esas piezas que seguiría siendo una obra maestra hasta con flauta travesera.

Podrían haber abandonado el recinto en ese momento con la dignidad por las nubes, no se conformaron con eso, pues reincidieron en los homenajes con “Little Wing” de Jimi Hendrix, otra joya absoluta que encajaba totalmente en el rollo de Roth y con la que se terminaría de meter a la mayoría del respetable en el bolsillo. Como un señor.

Mira que en la actualidad los masturbadores de mástiles nos suelen aburrir bastante, pero lo que contemplamos en aquella ocasión nada tenía que ver con presuntuosos ejercicios de estilo. Era simplemente una leyenda por derecho propio al margen de los grandes focos y pabellones, alguien que hace uso de su descomunal talento sin avasallar. Un resistente que se ha ganado su lugar a pulso en la historia de la música. Con bolazos así se entiende.

Alfredo Villaescusa
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