Crónicas

The Who & Orquestra Simfònica del Vallés + Simon Townshed: Cuenta saldada

«The Who desplomaron el Palau con algunas impactantes versiones sinfónico-rockeras de sus grandes momentos compositivos en esta histórica cita»

14 junio 2023

Palau Sant Jordi, Barcelona

Texto: Josep Fleitas. Fotos: Markceröck

Hablar de The Who es hablar de la historia del rock escrita con letras tan brillantes como las que deben utilizarse para nombrar a los grandes que hicieron destacar el estilo en sus inicios. Precursores y alma mater de parte de las raíces del rock en una época en la que la palabra era sinónimo de rebeldía y manifestación antisocial, de cultura y antisistema, de fiesta y de ampulosidad musical, esas bases que llevaban lo del sexo, drogas y rock and roll tan al extremo como lo era la ambigüedad social que se vivía en el mundo, pero sobre todo en una Inglaterra sumida en un debacle social en la que las clases medias y populares vivían peleando por subsistir en un sistema que apretaba casi hasta el ahogo económico. De ahí que las expresiones de alivio y de protesta encontrasen una puerta por la que dejar entrar aire fresco y reivindicativo a la vez que expulsaba la presión del duro día a día.

En esa expresión, The Who supieron ser camaleónicos y ambivalentes, aferrándose a estilos que los hicieron populares entre los diferentes ámbitos y seguidores de unas vertientes que cada vez conseguían más y más seguidores. Así, su música era un compendio en el que los seguidores del rock, el mod, el pop, la psicodelia y el punk podían sentirse representados; y su éxito estribó en eso, en recrear esos modelos y no ser apedreados masivamente por ello, sino en despuntar con una receta arriesgada pero tan efectiva que a día de hoy los dos supervivientes de esa leyenda pueden darse el gustazo de recrear su música de la forma más ampulosa, acompañándola con una orquesta sinfónica al completo. Una experiencia que The Who acababan de poner en práctica de manera exitosa por EEUU y que en Europa, al menos por el momento, solo va a tener cuatro representaciones, siendo Barcelona, Florencia, Berlín y París las afortunadas ciudades en las que disfrutar de unos shows con carácter y esencia tan diferentes como originales.

Barcelona para The Who era una espina clavada. Tras haber actuado en el país en lugares como Zaragoza y Madrid (2006), y más tarde en Vitoria (Azkena), de la cancelación del concierto de Barcelona en julio de 2006 se comentó en su momento que los motivos personales aducidos podían traducirse de la falta de venta de entradas para el show. Debía doler mucho en el ego histórico de una formación acostumbrada a colgar sold outs en muchos de sus shows.

A pesar de que Daltrey y Townshend ahora rozan muy de cerca los ochenta, que los precios de las entradas estaban lejos de lo popular (entre 80 y 190€) y que el evento era entre semana, ver el Sant Jordi a tres cuartos de su aforo (conteo hecho con la premisa de que la pista central estaba modelada con sillas), y que iba a ser un concierto en el que la fusión no es precisamente tan atractiva como sí lo es especial, podemos decir que es un buen resultado final, una espina que ya no molesta en la historia de The Who.

Aunque no estaba anunciado y aún quedaba bastante para el inicio del concierto (21:30), por lo que la gente seguía entrando e intentando situarse y encontrar el asiento pertinente para acomodarse, a las 20:40 apareció Simon Townshend, acústica en mano, para, durante unos veinticinco minutos, amenizar la espera a base de temas propios como “The WayItIs”, “She Asked Me”, “I'm the Answer” o “Forever and a Day”, canciones que el guitarrista empleó para cuadrar una actuación de carácter melódico-sinfónica, que mostró que el peso de ser el hermano-de no tiene que ver con la calidad y destreza que Simon ostenta.

A las 21:30, puntuales a la cita y sin un escenario pretencioso, sin grandes alardes técnicos ni juegos de luces espectaculares, solo el efecto de dos pantallas laterales tampoco demasiado prominentes, subieron a escena los treinta y seis músicos de la Orquestra Simfònica del Vallés, que se vieron ampliados con la colaboración de la violinista principal Katie Jacoby y la violonchelista, también principal, Audrey Snyder, y una banda que contó con los teclistas Loren Gold y Emily Marshall, Simon Townshend a las guitarras y coros, John Botton en las líneas de bajo y el que fue gran motor impulsor de la banda, el turbo que dio empuje a un show que sin él y su carácter nada hubiera sido igual, Zak Starkey (hijo de Ringo Starr y exbatería de Oasis y The Waterboys), un buen partido que personalmente pienso que es el mejor relevo que Keith Moon ha tenido en la banda.

Por su parte, Daltrey, que durante el concierto se posicionó tranquilo, pausado y algo estático, pero que cumplió en todos los momentos y sorprendió en algunos en los que los agudos parecían imposibles, se escudó por el soporte de un Pete Townshend que mostró su carácter y genio no parando de "riffear" y "solistear", sacando en algunos momentos ese nervio que le caracterizó y que, aún con 79 años, sigue expresando, sin llegar a los extremos de antaño, claro.

El show "The Who Hits Back!" se dividió en tres partes: dos con orquesta y una central en la que la banda se expresó al modo convencional. Todo inició con una ampulosa intro, una “Overture” en la que Daltrey empujó con el uso de dobles panderetas y se descubrió el buen trabajo previo con una orquesta que sonó redonda y bien acompasada a la imprimación rockera que The Who expresaban.

Tras la previa y con un sonido quizás demasiado elevado que no dejaba definir bien las partes de la orquesta, Daltrey y Townshend mostraron que aunque los años pasan, siguen estando ahí no solo por añoranza y necesidad, lo hacen porque lo sienten y siguen motivados, cosa que mostraron y demostraron al menos con dignidad y entrega, la misma que expresaron en las exposiciones de “1921”, en el que Daltrey seguía empujando con sus panderetas, o en “Amazing Journey”, donde Roger perdió el micro tras lanzarlo al aire, pero supo darle un toque de humor que disimuló el detalle.

Siguió “Spaks”, en la que Townsend realizó un gran solo mientras Zak aplastaba con su batería de una forma sólida y contundente, mientras la orquesta incidía en el fondo del instrumental tema que, como los anteriores, representaban la fastuosa ópera rock ‘Tommy’. Ópera que tuvo seguimiento en el evento con las exposiciones, esta vez muy celebradas, de “Pinball Wizard” y la pieza final del álbum de 1969, “We’re Not Gonna Take It”, entonada por buena parte del aforo.

Con el público en pie, la parte más contundente de esta primera escenografía la aportó, cómo no, la intensidad de “Who Are You”, un paroxismo con la orquesta de fondo ejerciendo de Geiser mientras se entonaba el pegadizo estribillo y Townshend realizaba aquél típico molino de brazo que rascaba la guitarra en los dos compases. Un momento tan esplendido al que solo le faltó una de las explosiones que Keith, de tanto en tanto, dedicaba y que en su día a Pete le costó ver cómo su pelo ardía, sufrir de sordera y se hirió en un brazo con un pedazo de plato de la batería de Moon.

Con todo por lo alto, el final de esta parte fue mucho más mesurado, ya que tanto “Emminence Fornt”, cuyo ritmo funk fue entonado por Townshend, como “Ball and Chain”, lograron sumergirnos en una de las partes en las que el pop y la psicodelia se aunaron para formar parte de la leyenda aún viva de la formación británica.

Volvemos a la historia, y con ella la segunda porción del show. Ya con la orquesta sinfónica retirada, The Who nos mostraron esa energía rockera que les caracterizó y que, como decía anteriormente, Pete y Roger siguen preservando de manera más que correcta.

En ella disfrutamos de la pegadiza capacidad de “You Better You Bet”, ese ritmo de batería que tanto motivó a John Bonham, expresado de forma explícita en el enervante cuerpo de “The Seeker”. La progresividad vocal de “I Can See for Miles”, la exponencial y más que bien recibida “Substitute”, a la que le siguió ese single extraído de ‘Face Dances’ cuya letra revela esa parte implicada socialmente tan expuesta en la letra de “Another Tricky Day” y la suma de la efectividad de otro de los temas más celebrados y reconocidos de la formación, un himno que, al igual que “Who Are You”, fue parte de la B.S.O. de la serie C.S.I.. Evidentemente, ese fue el gran “Won’t Get Fooled Again”, un mastodonte en el que el sonido de bajo, los sintetizadores y, sobre todo el agudo de Daltrey, que dispuso de guitarra eléctrica para potenciar aún más el efecto enervante del himno, nos motivaron de una forma muy especial.

Quizás el esfuerzo vocal que Daltrey expresó en la ejecución de este hit, desgraciadamente, fue el que pasó factura a Roger en la realización de esa belleza de balada que es “Behind Blue Eyes”, en la que, para incrementar el feeling, participaron violines y violonchelo. ¡Una lástima!

Con la balada desentonada y un par de gallos en ella, acabó el segundo acto y, de nuevo, con la orquesta sinfónica del Vallés sobre las tablas, entramos en la parte final del concierto; una parte en la que antes de su inicio Daltrey agradeció el buen trabajo de la orquesta, para seguidamente desenfundar los pasajes de “The Real Me”. Con Townshend a la acústica interpretando con su voz profunda su hit “I’m One”, lo que propició un merecido descanso a Roger.

El cantante regresó con una voz mucho más matizada en “5:15”, ese viaje en tren que en ‘Quadrophenia’ proponía un buen solo de bajo, el que en la grabación del directo en el Albert Hall el tristemente desaparecido Entwistle se extendía en más de diez minutos y que, en esta ocasión, Botton solo hizo un guiño a él.

Los buenos coros, la psicodelia y un gran solo de Townshend en “I’m One” dieron paso a un fuertemente orquestado “The Rock”, que sirvió de antesala al intenso y fulgurante final en el que The Who inyectaron los pegadizos y más que celebrados “Love Reign O’er Me”, que contó con un gran solo de teclados por parte de Loren Gold; y ese destroza gargantas que se transmutó después de la presentación por parte de Pete de la banda, el agradecimiento a los asistentes y el recuerdo de Daltrey de que, por fin, habían podido hacer realidad un gran pendiente personal como era el actuar en la Ciudad Condal, así como grand final, The Who desplomaron el Palau con una impactante versión sinfónico-rockera de otro de sus grandes momentos compositivos, como es “Babe O’Rile”.

Estos dos últimos momentos del show se convirtieron en un incendio que parecía iba a avivarse con un bis, ya que, aunque la formación desapareció, la Orquestra Simfònica del Vallés al completo seguían ocupando su puesto, lo que hacía prever que el ensayado “My Generation” iba a poner el broche de oro al concierto, pero las luces del Palau se encendieron y con ellas se apagaron las ilusiones de disfrutar de ese himno subversivo y generacional.

Las caras de sorpresa se expresaron en la gente de la orquesta y en la nuestra misma por la no continuidad del show, un tachón que no disminuyó las dos horas y diez minutos de emociones que nos dejó este especial y espectacular momento que fue The Who Hits Back!

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Gran resumen hacia el pedazo de concierto que se curraron una de las mejores bandas de la historia del Rock como fueron los históricos THE WHO en tan mitico pabellón de la ciudad condal interpretando estos clásicos de la historia rockera y con orquesta incluida.

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