Crónicas

The Hellacopters + The Peawees en Bilbao: Triunfo arrollador de las guitarras

«La fe continúa intacta. Por la gracia de Dios.»

1 junio 2024

Sala Santana 27, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Llenar un recinto hoy en día no es lo mismo dependiendo del caso. Casi sería insultar a la inteligencia comparar a los que agotan entradas apelando a algo tan animal como el físico, o borreguil, como lo que dictan los sonidos de moda, con los que consiguen abarrotar un sitio con las guitarras y la música con agallas como estandarte. Frente a la propaganda interesada de los que intentan relegar a ciertos géneros a la noche de los tiempos, he aquí hechos indiscutibles como panes que certifican que el rock sigue muy vivo, por muy desfavorable que sea la coyuntura para los que todavía poseen el vicio de tocar en directo.

The Hellacopters

Los suecos The Hellacopters tuvieron algo de visionarios ya en el 2005 cuando sacaron un disco titulado ‘Rock & Roll Is Dead’, obviamente sin vislumbrar la pestilencia de autotune y sonidos urbanos que nos invadiría en décadas posteriores. Pero no hace mal recuperar ese gesto para que muchos se den cuenta de que a este estilo quizás lo llevan matando prácticamente desde que nació. No olvidemos aquellas famosas palabras del crooner Frank Sinatra en modo bocachancla echando pestes y considerándolo “la forma de expresión más brutal, fea, desesperada y perversa”.

Por muchas veces que hubieran tocado en la capital vizcaína o en las inmediaciones, ahí estaban Nicke Andersson y compañía agotando entradas una vez más en una muy congestionada sala Santana 27. Como siempre, el cuello de botella se formó hacia la mitad del recinto y para avanzar a partir de ahí no quedaba otra que empujar. Luego en la parte delantera se estaba bastante cómodo, a excepción de los típicos pesados que piensan que es buena idea iniciar una conversación cuando se repartían guitarrazos por doquier.

The Peawees

Calentaron el ambiente de una manera impresionante los italianos The Peawees, que acumulan una trayectoria de casi tres décadas, ahí es nada, dándole a una peculiar mezcla de rock n’ roll, beat, punk o power pop. Para entendernos, abarcan todo lo que va desde The Beatles hasta Buzzcocks, lo cual indica una prodigiosa amplitud de miras.

El promotor Gorka de Noise On Tour nos dijo que esta banda había sido una apuesta personal de Nicke de The Hellacopters y lo cierto es que parecía muy del rollo del escandinavo, con una actitud total de comerse el escenario y legándonos joyas del calibre de “Wild About You”, “Bleeding For You” o “Don’t Look Back” de The Remains, que aparecía en el histórico recopilatorio de garaje ‘Nuggets’ de Lenny Kaye, fundamental en el desarrollo del punk. Maravillosos.

Nicke Andersson, al frente de The Hellacopters.

Lo bueno de acudir a un bolo de The Hellacopters es que constituyen una de las pocas certezas que nos ofrece la vida en tiempos de incertidumbre. Podrá subir el precio de la vivienda, el aceite o nos podrán acechar en cada esquina chalaos con motosierra que hablan con perros muertos, pero Nicke Andersson y los suyos son una garantía absoluta de que no cabe esperar una desviación radical del camino estipulado.

Ni siquiera la ausencia del carismático Dregen pudo restar eficacia a una banda que en las distancias cortas sigue sonando como un auténtico cañón. El sustituto a las seis cuerdas, LG Valeta, de los catalanes ’77, se comportó como un Hellacopter más y la química que compartió con Nicke durante la velada pareció algo de otra dimensión, impresionantes los duelos guitarrísticos que se marcaban ambos que bordeaban el contorsionismo. Si se consolida esta formación, apuesto a que no se quejaría nadie.

Nicke y Valeta levantando mástil.

El repertorio de la noche no fue tampoco lo mismo de siempre, a pesar de que levantaron el mástil ya desde el comienzo con trallazos impepinables como “The Devil Stole The Beat From The Lord” o “Carry Me Home”, que mostró su faceta más melódica. El sentido blues de “So Sorry I Could Die” nos confirmó que los escandinavos no se iban a conformar con aplicar un mero sota, caballo y rey.

Las líneas de bajo del comienzo de “Toys and Flavours” podrían servir de santo y seña para rockeros, una manera de identificarse en una época de postureo inmisericorde. Y “Born Broke” recuperó el sonido abrasivo del debut ‘Supershitty to the Max!’, aunque perdieran algo de fuelle con la tendencia habitual a divagar en esta pieza. Vale, se lo perdonamos, había que descansar también en ciertos momentos.

LG Valeta, un sustituto muy digno de Dregen.

Gustarán más o menos, pero lo que no se puede discutir es que se dejan la piel en cada show. Los numeritos que montan Nicke y Valeta en los punteos quizás podrían describirse más como coreografías que como espectáculos de rock al uso. Si al contemplar semejante despliegue de energía a uno no le entran ganas de pillar cualquier objeto alargado y subirse a una barra a puntear, definitivamente debería estar muerto. O a punto de hacerlo.

“Rainy Days Revisited” insufló versatilidad a un listado que ya de por sí parecía más variado que de costumbre, sobre todo por su parte intermedia, que era el terreno que permitía mayores licencias artísticas. El inicio y el final no epatarían a los que han visto a los suecos en repetidas ocasiones, aunque eso no quita para que se te siga poniendo la piel de gallina como la primera vez. Por este grupo un servidor se tiró una larga temporada llevando pantalones de campana, algo que en el mundillo del metal de la época era digno de perros verdes.

The Hellacopters

Volviendo al bolo, “Eyes of Oblivion” espoleó el ritmo de la velada a un nivel trepidante, esperemos que no desaparezca nunca del repertorio de directo, y “Everything’s On TV” era otra aportación que no merecía caer en saco roto. El rollo The Stooges de “Soulseller” siempre lo consideramos canela fina, miel que se deshace en paladares ávidos de electricidad y desenfreno, y lo mismo podríamos aplicar a la inevitable “By The Grace of God”, con una estampa impresionante con el personal levantado puños y gritando “hey” mientras Nicke y Valeta hacían lo propio con los mástiles. Inmenso.

Habría sido una hora escasa, pero a un ritmo vertiginoso y con una entrega desbordante. Todavía estaba en su mano otorgar una traca demoledora en forma de bises con “Hopeless Case of a Kid in Denial”, con un arranque de los que vuela hasta la peluca, o “Reap A Hurricane”, otro corte de nuevo cuño que podrían seguir tocando lo que les quede de vida. A la altura del resto de clásicos. Y la guinda fue, como era esperable, “(Gotta Get Some Action) Now!”, donde escuchamos al tipo de al lado decir: “¡La guitarra explota!”. Claro que sí, sería la deflagración más dulce del mundo.

Seguimos soñando con la posibilidad de que en algún momento recuperen “Baby Borderline” u otras piezas del álbum ‘High Visibility’, el disco con el que nos iniciamos en su culto. Pero no hay que ser avariciosos, no todos los días se vivía un triunfo tan arrollador de las guitarras ni la considerable sudada que nos pegamos. La fe continúa intacta. Por la gracia de Dios.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia otro grande recital del mejor Rock escandinavo por parte de THE HELLACOPTERS en la Santana 27 bilbaina a través de estos cañeros temas junto a THE PEAWEES los cuales estuvieron cañeros como digna banda telonera.

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