Crónicas
Sum 41 + Simple Plan en Bilbao: Una juerga encomiable
«Pese a que es probable que lo de salir dos días seguidos ya ni lo contemplen, hay que reconocerles el mérito de haber sabido conectar con la gente joven y que sigan arrastrando multitudes al margen de los fans que todavía conservan desde los comienzos.»
24 septiembre 2022
Bilbao Arena Miribilla, Bilbao
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos (Madrid): Alfonso Dávila.
La edad es ante todo un estado mental. Lejos de convertirse en un tópico que justifique ese miedo a los ancianos que se difunde desde redes sociales y diversos ámbitos, es un hecho constatable que se puede demostrar de muy diversas maneras. Solo así podría entenderse por ejemplo que lo que antaño era música para críos hoy ya sea algo perfectamente respetable de tipos talluditos que se han buscado su hueco en la vida.
Lo cierto es que sorprende que Deryck Whibley, líder de Sum 41, en la actualidad posea los mismos años que un servidor, una prueba inexorable de que pasa el tiempo y de que nunca es conveniente repartir carnets de autenticidad que pueden volverse contra uno mismo. Y en una etapa vital similar andan también Simple Plan, otra banda de esas que esperaríamos encontrar en películas de chavales tipo ‘American Pie’ entre Blink-182 y otras cosas del palo.
No esperábamos ni de lejos que el pop punk siguiera teniendo tanta aceptación entre las masas, habida cuenta de que en la anterior visita a la capital vizcaína Sum 41 habían estado en la sala Santana 27 y ni siquiera la llenaron, por lo que nos contaron. Esta vez tocaban en un pabellón con todas las de la ley como el del Bilbao Arena Miribilla, con una abundante proporción de peña en la flor de la vida, muchos venidos de otras partes de la península y hasta del planeta, a tenor de los idiomas que se podían distinguir por el recinto.
Para ir abriendo boca entre grupo y grupo sonaban bandas que uno no escuchaba desde hace décadas, caso de Paramore, AFI o Fall Out Boy, entre otras. Reconocemos que unas cuantas pasadas les dimos en la época a todos ellos, pues a pesar de su evidente enfoque comercial, en realidad eran grupazos muy dignos con discos bastante reseñables si no nos dejábamos llevar por sectarismos.
Por motivos laborales no alcanzamos a llegar para Cassyette, sino para el inicio grandilocuente de Simple Plan, con la sintonía de ‘Star Wars’, si no me equivoco. El personal comió de su mano desde el principio y la verdad es que no era complicado meterse en el espectáculo de los canadienses con trallazos enérgicos como “Shut Up”.
Por desgracia, al de poco ya empezaron a brotar detalles repulsivos como eso de mover las manos de un lado a otro y entonces recordamos que en su día lo que a veces se nos iba de las manos de ellos era su exceso de almíbar, fiel representado por piezas tipo “Your Love Is a Lie”, entre otras. Dieron mucho la brasa con el tema de los saltos y la orden surtió efecto, puesto que lograron que todo el pabellón botara excepto algunos mayores y haters.
Nos quedamos con canciones como “Addicted”, habíamos olvidado lo guapa que estaba, “Where I Belong”, donde reivindicaron sus orígenes cuando iban a conciertos de NOFX, The Offspring o Lagwagon, o su éxito “I’m Just a Kid”, que es un temón. Eso sí, sobró por completo el popurrí comercial que se marcaron en el que sonó alguna cosa tan nauseabunda como Avril Lavigne o ese detalle del vocalista de hacer crowdsurfing con máscara y un traje ignífugo como si fuera a ir a la luna. ¿Simple precaución o paranoia?
Al margen del oropel, se marcaron un bolo decente, con buen sonido, aunque sobraran los comportamientos verbeneros de siempre. El espectáculo con las linternitas de los móviles durante “Perfect” fue realmente potativo. Debería haber una ley que prohíba tocar baladas en grandes recintos.
Menos mal que el rollo que llevaban Sum 41 era completamente diferente, algo que vislumbramos ya con su intención de saltar al ruedo al ritmo del “T.N.T.” de AC/DC. La puesta en escena era de estrellas totales, con llamaradas por doquier y lanzamiento de confeti, pero eso daba igual si se cascaban bombas punk como “The Hell Song” o “Over My Head (Better Off Dead)”.
Las palmas también irrumpieron poco después, pero aquí se pedían más walls of death, que son bastante más respetables que otras pijadas concertiles. El frontman Deryck Whibley no paró de moverse y de incitar a las masas, desde luego sudó la camiseta. “¡Qué buenos! ¡El mejor grupo del mundo!”, decían desde atrás. Bueno, molaban, pero tampoco nos pasemos.
En teoría la gira estaba centrada en el repertorio de sus álbumes señeros ‘Does This Look Infected?’ y ‘All Killer No Filler’, por lo que se les dio bastante cancha, especialmente al primero. Incluso incluyeron una suerte de medley frenético con “My Direction”, “No Brains” o “All Messed Up”, entre otras, por lo que no hubo momentos de aburrimiento.
Aparte de las ya mencionadas llamaradas, del mismo modo hicieron acto de presencia globos gigantes que Deryck se encargaba de explotar de vez en cuando y que desataron el entusiasmo desmedido de la peña. Si cumplen en el escenario, pueden soltar hasta elefantes de colores, no hay problema.
Bajaron el pistón con el inicio de “Walking Disaster”, donde volvieron a brotar los móviles luminosos, lo que hay que aguantar, pero no tardaron en meter zapatilla, que por supuesto desató pogos. Al igual que con Simple Plan, la entrega del personal fue desmedida, sobrecogía escuchar “With Me” entonada a pleno pulmón.
Su intención de no vivir de las rentas quedó clara cuando Whibley explicó que andan preparando un álbum doble llamado ‘Heaven and Hell’, pero que esa noche no tocaba hablar de eso, sino de homenajear a sus primeros discos, por lo que ahí sonó su hit “In Too Deep”, que por cierto aparece en la saga de ‘American Pie’.
El voceras trató de hacerse el simpático con el personal y preguntó cuántos habían visto ya a Sum 41 y llamó la atención la cantidad de asistentes que cataban por primera vez a los canadienses. Deryck evocó aquella época en la que aprendía a tocar la guitarra y se arrancó con el trilladísimo riff de “Smoke On The Water” de Deep Purple y luego con el de “Seven Nation Army” de The White Stripes, que encendió los ánimos de la afición, como era de esperar.
El medio tiempo “Pieces” no estaba mal para relajar, pero la calma duraría poco con una versión enérgica del popular “We Will Rock You” de Queen, a la manera del ‘Live Killers’, todo un detalle. “Still Waiting” mantuvo sus credenciales punk rock y no defraudaron con un no menos potente “Hooch” que dejó muy buen sabor de boca.
El respetable seguía coreando el riff de “Seven Nation Army” durante los bises, pero Deryck y compañía volvieron con ganas de tralla y un soberbio “No Reason” muy adecuado para poner a tono. “Mr. Amsterdam” no aflojó en absoluto y pusieron la guinda con el toque festivo de “Fat Lip” entre llamaradas, lluvia de confeti y más elementos que constataban el fin de fiesta.
Tal vez Sum 41 sean ya unos adolescentes cuarentones, aunque eso no quita para que puedan pegarse juergas muy encomiables de vez en cuando. Pese a que es probable que lo de salir dos días seguidos ya ni lo contemplen, hay que reconocerles el mérito de haber sabido conectar con la gente joven y que sigan arrastrando multitudes al margen de los fans que todavía conservan desde los comienzos. Para que luego digan que las nuevas generaciones ya no escuchan rock.
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