Crónicas

Septicflesh + Equilibrium + Oceans + Scar of the Sun en Madrid: Un placentero viaje por las catacumbas

«Hubo devastación sonora, sí, pero también esas atmósferas opresivas a cargo de unas orquestaciones tétricas y abrumadoras que ellos encajan en su música como muy pocos»

17 octubre 2024

Sala Nazca, Madrid

Texto: Jason Cenador | Fotos (Barcelona): Irene Serrano

Hay bandas que simplemente no fallan. Es como cuando uno va a un restaurante a tiro hecho, a comer un plato que siempre le deleita. Una receta segura, un placer garantizado. Lo mismo sucede con Septicflesh, una banda que es asidua a nuestro país en sus giras y para cuyos conciertos la posibilidad de decepción queda arrinconada a lo inverosímil. Los griegos volvieron a arrasar y a acunarnos en su sombría bestialidad con una eficacia inapelable.

Septicflesh

El primer entrante de este menú de jueves por la tarde lo pusieron los también helenos Scar of the Sun con un groove metal moderno repleto de buenas intenciones al que todavía le faltan, eso sí, algunos ingredientes que hagan más único y distinguible su sonido. “Swansong of Senses”, “Inertia”, “Anastasis” o “Gravity” fueron algunas de las balas que dispararon con oficio y visibles ganas de exprimir cada segundo de su breve actuación.

Oceans

Tomaron el testigo los alemanes y austriacos Oceans, con un concierto en el que profundidad y virulencia se entretejían dando forma a un tupido e irrompible metalcore con aires de post metal. Su propuesta, más genuina que la de sus predecesores, convenció de pleno, azuzada por el amplio rango vocal de su eléctrico frontman Timo Schwämmlein, certero tanto en las voces limpias como cuando su garganta abrasaba en unos guturales acribilladores que se abrillantaban cuando se tornaban más agudos. Eso sí, su atuendo, con una cazadora con motivos de pentagramas pese al ambiente cálido de una sala ya muy concurrida, nos hacía sudar casi por sugestión.

Muy bien planteados y con notable agudeza interpretativa, intentaron agitar el ánimo de los presentes, algo que en estas lides a veces no es sencillo. Y no lo fue, pese a la tenacidad del vocalista, que no desfalleció, instándonos a alzar los cuernos ante "I Sing Alone" y poniendo a prueba nuestras gargantas en "The Awakening". Para el tiempo de descuento dejaron la aplastante y casi deathcore "Spit", con la que exprimieron hasta el último segundo de una muy buena actuación en la que descubrimos a una banda con muchos argumentos que, si quema por el buen camino las etapas restantes hasta su maduración absoluta, no sería de extrañar un pronto regreso al frente de su propia gira. Era la primera vez que venían, pero seguro que no será, ni mucho menos, la última.

Oceans

Más acérrimos entre el personal tenían los alemanes Equilibrium, artífices, a mi juicio, de una de las mayores obras maestras del folk metal como es 'Sagas' (2008), un segundo disco que auguraba una carrera apoteósica que al final ha ido quedando lejos de las expectativas. El atrevimiento, la innovación y los inspiradísimos desarrollos de aquel disco fueron sucumbiendo ante una dinámica compositiva más previsible y comodona, aunque su característica sonoridad nunca ha desaparecido por completo y el público refrenda con justicia la efectividad de sus canciones.

Equilibrium

En cualquier caso, canalizar el talento en un escalafón notable de la escena internacional trae consigo ciertos requisitos a los que Equilibrium debería sopesar opositar. Es inexplicable que un grupo de su estilo, con buena parte de sus líneas melódicas conducidas por las orquestaciones o los instrumentos folkies, gire sin un teclista que interprete en vivo buena parte de lo que sale por los altavoces. No digo que sea reproducible y económicamente viable tocarlo todo en directo, pero que un porcentaje tan elevado de lo que se escucha esté directamente disparado tras pulsar el botón del play resulta inexplicable y devalúa mucho la experiencia de sus directos. Si a eso añadimos que ni tan siquiera llevan bajista, la sensación de orquesta se acentúa de una forma que no les beneficia en absoluto.

Equilibrium

Eso sí, todos los presentes sobre las tablas cumplen con creces su función y llenan de argumentos su renombre en el panorama. Saben enganchar al personal, y por eso "Legends" conformó un arranque rotundo y eficaz, tras la que "Renegades – A Lost Generation" empapó de un aura casi discotequera una rugosa y fornida base eléctrica al tiempo que el cantante, Fabi, nos instaba a levantar el puño. “Gnosis” les sirvió luego para reivindicar su más acuciante actualidad, puesto que se trata del último single de una banda que hace un lustro que lo publica un disco al uso.

Equilibrium

El mencionado vocalista es un auténtico torbellino sobre el escenario, y sus torrenciales guturales están a la altura de lo que una banda como Equilibrium demanda. Incorporado el pasado año 2023, su inclusión ha sido sin duda un acierto. Como también lo ha acabado siendo hacer de “Born to Be Epic” uno de sus emblemas sonoros, pues consigue recargar los tanques de energía del personal para vaciarlos con devoción ante su pegadiza melodía en contraste con sus aplastantes latigazos eléctricos.

En un concierto con tantísima música no interpretada en vivo, se agradeció la mayor prominencia de las guitarras en “Awakening”, sucedida por el punto álgido de su actuación a todas luces, la ejecución, espléndida he de decir, de “Blut im Auge”, el himno por excelencia de aquel añoradísimo ‘Sagas’ y único tema que pudimos escuchar de su mayor hito discográfico. Cabe resaltar, a todo esto, que del álbum que lo sucedió, ‘Rekreatur’ (2010), se olvidaron por completo. Comentó el frontman que “Blut im Auge” es una canción que significa todo para ellos, y el público respondió con entusiasmo a su llamada a un wall of death. No tuvo una respuesta tan masiva el circle pit solicitado ante “Cerulean Skies”, preludio de un final en alto y con el público volcado de la mano de “One Folk”, un coreadísimo y encomiable canto a la unidad y la fraternidad de la humanidad.

Equilibrium

Todas las miradas se posaron sobre el escenario de la Nazca cuando las luces se apagaron y una envolvente y lúgubre intro nos adentró en esas catacumbas sonoras donde Septicflesh porta con autoridad el cetro de mando. El inicio de su show no pudo ser más apoteósico, con la inmensa y devastadora "The Vampire from Nazareth", culminada con ese penetrante ofrecimiento del sol sobre el estilizado punteo de guitarra de Christos Antoniou. Acto seguido, "Neuromancer" hizo de aquello un auténtico hervidero.

Septicflesh

Ante un público muy entregado, el siempre carismático vocalista y bajista Spiros Antoniou, cuyas salvajes guturales rindieron de nuevo de lujo y que sigue aglutinando una presencia magnética en escena, presentó a la banda reivindicando su origen ateniense y advirtió de que, como otras tantas veces, habían acudido a Madrid a destruir. Y hubo devastación sonora, sí, pero también esas atmósferas opresivas a cargo de unas orquestaciones tétricas y abrumadoras, también disparadas, que ellos encajan en su música como muy pocos.

Incidiendo de nuevo en lo más venerado de su discografía, prosiguieron con “Pyramid God”, en la que el volumen del sonido pareció decrecer por momentos, aunque resultó inmensa, inabarcable, con ese giro de guion tétrico marca de la casa que sigue hipnotizando en vivo como el primer día. La lección de cómo clavarla tocando metal extremo en directo prosiguió con “Hierophant”, en cuyo interludio orquestal Spiros nos pidió ir con todo con la cabeza y con el corazón, a lo que el público respondió con inusitada entrega.

Septicflesh

Mortífera, despiadada y gloriosa fue después “Portrait of a Headless Man”, sucedida de “Coming Storm”, cañonazo de ‘Modern Primitive’ que no habían tocado nunca antes en directo hasta esta gira y en el que los silencios solemnes parecían abortar los latidos de nuestro corazón antes de desatar sobre él una tormenta de alto voltaje que ni el mejor de los desfibriladores.

De nuevo hubo contraste entre el sosiego sombrío y el encarnizamiento en “Prometheus”, sucedida de una “Martyr” para la que nos pidieron que volcásemos toda nuestra energía, lo cual sucedió en una química exuberante entre público y banda que devino en el mayor circle-pit de la velada. Las guitarras pesadas, colindantes con el thrash metal, de “A Desert Throne” nos trasladaron por un momento a la banda sonora de un futuro distópico desierto de humanidad al que pertinazmente parecemos encaminarnos como especie. Aviso para navegantes en clave de death metal sinfónico.

Septicflesh

Fue momento después para mirar por el retrovisor a 2008 con “Communion”, en la que la sala se vino abajo coreando esta estampida luctuosa y orquestal directamente dirigida a las puertas del averno a ritmo de la apisonadora batería de Kerim Lechner. Una sugerente y oriental melodía de buzuki nos introdujo a “Collector”, sucedida por una épica “Persepolis” con la que se despidieron por unos instantes.

Aclamados por el populacho, retornaron radiantes a escena para una última batida con la calma, antes de la que Spiros elogió a un asistente que, dijo, se sabía mejor las letras que él mismo. Augurando que la siguiente en liza versaba sobre un dios egipcio e instarnos a corearla, encararon la imprescindible “Anubis” para después felicitar al público por la que, posiblemente, había sido la mejor reacción a esa canción de lo que llevan de gira, según elogió el frontman. Definitoria como pocas, “Dark Art” puso la guinda a un placentero recorrido por las catacumbas del sonido que Septicflesh guía como casi ninguna otra banda. Lo dicho, son infalibles.

Septicflesh

Jason Cenador
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