Crónicas

Crónica de Roger Waters: Roger contra el mundo

«Si uno no está del todo de acuerdo con sus ideas políticas, debería saber cómo poner esas desavenencias a un lado y disfrutar del espectáculo»

24 mayo 2018

WiZink Center, Madrid.

Texto: Yorgos Goumas. Fotos: Alfonso Dávila

Resulta la mar de difícil intentar describir lo que puede significar un artista y su obra. Faltan las palabras para explicar por qué un cierto artista siempre está en tu pensamiento y cómo te ha acompañado en distintos momentos de tu vida. Lo más fácil sería decir que, simplemente, su propuesta artística nos resulta atractiva, resuena en nuestro interior, toca la fibra sensible, produce reacciones químicas… lo que sea. Roger Waters, y, por ende, Pink Floyd, es una de esas pocas bandas que, desde la primera nota, me llevan automáticamente a otros mundos. Su música melancólica, la visión lúgubre de nuestra sociedad, los pasajes musicales oníricos, el existencialismo asfixiante… todo eso y mucho más ha hecho que su música signifique mucho para mí. Consecuentemente, hacer una crónica fría de lo acontecido anoche no haría justicia al abanico de sentimientos que se reprodujeron en mi interior, sobre todo teniendo en cuenta que era la primera vez que veía a Roger Waters en directo. Sin embargo, en pos del rigor periodístico, pondré los hechos por encima de las emociones… En el caso de no hacerlo, haría falta alargar esta crónica hasta el infinito. Tendré a contener al Tom Wolfe (DEP) que llevo dentro.

Waters es un artista políticamente comprometido desde hace años, sobre todo con la causa palestina. Así que tener una canción grabada cantada en árabe como intro (con la imagen de una chica de espaldas sentada en una playa) y con las luces aún encendidas, no tendría por qué sorprender a los que le seguimos. Cuando finalizó, el horizonte de la playa se volvió rojo y las luces se apagaron mientras sonaba la intro del disco ‘The Dark Side of the Moon’, “Speak to Me”, y los músicos tomaban sus posiciones sobre el escenario. “Breathe” fue el primer tema en sonar; al tiempo, la enorme pantalla mostraba imágenes de carácter cósmico o metafórico con una bola metálica mutante como protagonista. Después del siniestro “One of These Days”, los relojes flotantes en la pantalla anunciaban la llegada del “Time”. Hay que decir que en todo momento el sonido, por lo menos desde donde Juan Destroyer y yo estábamos sentados, fue perfecto: se podían percibir todos los efectos de sonido en formato cuadrafónico. De esta forma, los despertadores, grabados originalmente por Alan Parsons, retumbaron por todo el recinto. Para un servidor, el primer momento verdaderamente emocionante llegó con “The Great Gig in the Sky”: la enorme pantalla transformó el escenario en una ventana al universo mientras las dos coristas, cuyas pelucas y atuendo las hacía parecer directamente sacadas de aquellas series televisivas de ciencia ficción de los años ’60 y ’70 (Thunderbirds, U.F.O.), duplicaban el tremendo vozarrón de la interprete original, Clare Torry. “Welcome to the Machine” estuvo acompañado por las imágenes que el ilustrador Gerald Scarfe había creado en su momento para el vídeo original. La primera concesión a su último disco de estudio, ‘Is This the Life We Really Want’, fue “Deja Vu”, corte con la orquestra pregrabada que tiene reminiscencias tanto del ‘Final Cut’ (1983) y del primer disco de Waters bajo su propio nombre, ‘The Pros and Cons of Hitch Hiking’ (1984). La segunda concesión vino en forma de “The Last Refugee”, acompañada por su videoclip en la pantalla; la tercera, “Picture That”, otra pieza políticamente comprometida aderezada con el sarcasmo ácido de Waters. No son malas canciones, pero palidecen entre tanto himno imperecedero. Además, es imposible obviar que esta última tiene un cierto aire a lo “Riders On the Storm” de unos tal The Doors. Consecuentemente, muchos aprovecharon para entablar conversaciones a todo pulmón o ir y venir entre asientos, haciéndonos levantarnos y sentarnos muchas veces con las consiguientes molestias. Ya sabéis, muchos de los asistentes sólo conocían un par de temas pero habían acudido por querer estar por ser un evento social "guay", piola o chévere, como dirían nuestros hermanos del Cono Sur.

Uno de esos temas era obviamente “Wish You Were Here”, la cual revolucionó a todo el recinto, unas 15 u 17 mil almas (no llegó al sold out del viernes). Su punteo inicial hizo que el WiZink se iluminara solo con los móviles, con el respetable coreándolo de pe a pa, mientras en la pantalla dos manos se acercaban lentamente sólo para empezar a deshacerse y no llegar a juntase: son esas ocurrencias de Waters las que hacen que le adore. El pabellón volvió a revolucionarse con el sonido del helicóptero y un foco similar al lde una luz de búsqueda: “The Happiest Days of Our Lives” se acercaba. Las imágenes del odiado profesor de la homónima película de Alan Parker se borraron, se encendieron las luces, arrancaba “Another Brick in the Wall”  y presenciamos la alineación de unos niños ataviados con los uniformes naranjas y un saco negro cubriendo su cabeza, cual presidiarios en la base de Guantánamo. Cuando se quitaron los sacos de la cabeza hicieron una coreografía rudimentaria siguiendo los movimientos de las dos coristas, cada una situada en cada punta de la fila. Posteriormente, durante el solo de guitarra, se quitaron el uniforme para lucir unas camisetas negras con la palabra “Resist”. Cuando los niños se bajaron del escenario al final de la canción, el mensaje apareció en la pantalla gigante. Waters comentó que había estado haciendo esto con miles de niños durante su gira mundial y nos pidió que estuvieramos orgullosos de esos niños, porque son nuestros. Dicho esto, a mí me pareció que todos ellos pertenecían a minorías étnicas, para enfatizar así el mensaje de la integración y el derribo de las fronteras que lleva preconizando Waters.


Tras el final del tema llegó el descanso. En una pantalla comenzaron a aparecer diferentes mensajes. Rescatamos algunos: “RESISTID AL ANTISEMITISMO, DISCRIMINAR A UNO A BASE DE SU RELIGIÓN O ETNIA ES OBSCENO, RESISTID A LAS POLÍTICAS ISRAELÍES QUE DISCRIMINAN A LOS PALESTINOS, RESISTID A LA MATANZA DE NIÑOS EN GAZA, RESISTID A NIKKI HAYLEY (la embajadora actual estadounidense en la ONU), RESISTID A LA PROPAGANDA QUE NOS RODEA, RESISTID AL NEO FASCISMO QUE ESTÁ AL ALZA (y aparecen los nombre de Trump, Le Pen, Nigel Farage y Putin, entre otros), RESISTID A LAS ALIANZAS CON DÉSPOTAS Y TIRANOS COMO MOHAMAD BIN SALMAH AL SAUD (el dirigente de facto en Arabia Saudí),  RESISTID A LA GUERRA CON IRÁN, RESISTID A LAS BRAVUCONADAS CONTRA RUSIA, RESISTID AL COMPLEJO INDUSTRIAL-MILITAR, RESISTID A LAS GANANCIAS HECHAS POR LAS GUERRAS, RESISTID A LAS FUERZAS POLICIALES MILITARIZADAS, RESISTID A LAS ASCENSIONES A TORTURADORES COMO PREMIOS, GINA HASPEL (la actual directora de la CIA) DEBERÍAS ESTAR EN LA CÁRCEL, LAS PROTESTAS SON EL SISTEMA INMUNOLÓGICO DE LA SOCIEDAD. LOS QUE LLEVAN LAS PANCARTAS SON LAS CÉLULAS BLANCAS MIENTRAS QUE LAS CÉLULAS CANCERÍGENAS SE VISTEN DE NEGRO, LLEVAN ARMADURA Y RIFLES Y LOS APUNTAN HACIA TI. SON EL SÍNTOMA DE UNA SOCIEDAD ENFERMA, RESISTID A LA IDEA QUE ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS… COMO LOS CERDOS O LOS PERROS, POR EJEMPLO.

No debería sorprendernos, estamos rodeados de cerdos, pero está bien que Roger Waters les ponga nombre. Por un mundo mejor.Más allá de gorrino volador, impresionante el primero de los conciertos en Madrid.

Publicada por MariskalRock.com en Jueves, 24 de mayo de 2018

Con este último mensaje, arrancó la segunda parte del concierto. Desde el techo bajó una especie de mecanismo longitudinal mientras sonaba una alarma industrial y los focos rojos parpadeaban. Dicho artilugio bajó hasta situarse un poco por encima del público y de allí empezó a surgir la famosa silueta de la ya inactiva central eléctrica del Battersea, inmortalizada en la portada del disco ‘Animals’ con las chimeneas echando humo y un pequeño cerdo flotante atado. “Dogs” fue cantada por el guitarrista californiano Jonathan Wilson, quien tiene un timbre parecido al de Dave Gilmour (y su melena de joven). Al mismo tiempo, varios miembros de la banda, con Waters incluido  -con máscaras de cerdos y perros- se concentraron alrededor de una mesa en la que se sirvieron de una copa de champán (una metáfora acerca de los negocios ilícitos entre los dirigentes mundiales y sus lacayos). En la Battersea colgante también se proyectaron frases, supuestamente grabadas en un punto de control israelí. Otras frases curiosas que aparecieron en un momento dado fueron “iLead” (Yo lidero), juego de palabras entre Yo y el "I" del Apple; “iFollow” (yo sigo), con imágenes de ovejas; o“iTeach (yo enseño), con caras de líderes religiosos. El tema acaba con la imagen de un niño palestino tirando piedras a un tanque israelí. El tema “Pigs” se le dedico íntegramente a Donald Trump. Su imagen apareció junto a palabras como “charade” (payasada), “joker” (estúpido), “fat chin” (papada) o “a laugh” (una farsa). Su cabeza se pegó al cuerpo de una mujer gorda en lencería, al de un cerdo y al de de un oficial nazi a quien Waters dedicó una peineta. De manera oportuna apareció el enorme cerdo volador, marca de la casa, con mensajes como “Manténgase humanos” o “La hucha de la guerra”. También aparecieron varias  de las famosas citas de Trump como “Agárrales por el coño”, “Si Ivanka no fuera mi hija, saldría con ella”, "Uno nunca puede ser demasiado avaricioso”, “Mi belleza yace en el hecho que soy muy rico” o “Trump es un cerdo”. En un momento dado, Waters levantó una pancarta en la que ponía “Pigs Rule the World” (Los cerdos dominan el mundo) y enseguida levantó otra que ponía “Fuck the Pigs!”.

Otro efecto sonoro inolvidable, el de la caja registradora, indicaba que ahora venía “Money” y curiosamente, una persona a mi lado, me pidió que diera 10 euros al chico que vendía cerveza para un gran vaso de plástico lleno de este líquido dorado, ya que él no llegaba al final de la fila y no quería molestar. En ese momento me acordé de que en el stand del merchandising una chaqueta universitaria costaba 100 euros mientras que una camiseta de tirantes costaba 35. ¿El dinero sigue haciendo que el mundo gire? Así es Waters: hay que amarle con sus contradicciones, sus luces y, sobre todo, sus sombras. Durante este tema hicieron acto de presencia otros líderes como Erdogan, la ministra británica Teresa May, Mariano Rajoy y otros jefes de estado que no gozan de la simpatía del bueno de Waters. Para “Us and Them”, también cantada por el guitarrista, vimos proyecciones de chabolismo, vertederos enormes, terroristas suicidas, el muro que separa Cisjordania, protestas, guerra y hambruna; y, en general, imágenes que dieron al tema otra dimensión más desgarradora; fue otro de los momentos más emotivos del concierto. “Smell the Roses”, otra pista del último disco de Waters que sonó mejor en directo que en el estudio, fue seguida por “Brain Damage”. Al final del tema, se proyectó una pirámide tridimensional compuesta por rayos láser que cubría toda la parte frontal de la pista. Así arrancó “Eclipse”.

Jonathan Wilson, guitarra y segunda voz de Roger Waters

Al final del tema, Waters agradeció el amor y la calidez tan “palpables” que le mostramos: “en un mundo lleno de maldad esto es justamente lo que necesitamos para combatirla”. Después hizo referencia a la cancelación de la reunión entre Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-Un, algo que según Waters ha movido el reloj de la destrucción nuclear a "un minuto de la medianoche". También nos pidió que le dijéramos a Piqué que le dijera a su mujer (Shakira) que no fuera a actuar a Israel: “Los países están gobernados por niñatos”. Tras estas palabras, arrancó “Mother”. A su final, cuando dice la línea “Mother should I trust the government?” (Madre, ¿debería confiar al Gobierno?), aparece la frase en castellano con letras enormes “¡NI DE COÑA!”. Para despedirse de nosotros reservó lo que yo llamo "el himno de los himnos rockeros" (permitidme ser parcial por una vez): “Comfortably Numb”. Para el segundo solo (el mejor en la historia del rock, si me permitís que sea parcial otra vez) se bajó del escenario y empezó a saludar a las primeras filas, algo que, para mí, tan sólo distraía de este solo tan bello.

Y así llegó a su fin esta actuación. Quizás demasiado politizada para mi gusto pero, tal como dije, hay que aceptar a Waters tal y como es. Si uno no está del todo de acuerdo con sus ideas políticas, debería saber cómo poner esas desavenencias a un lado y disfrutar, no solamente de uno de los mejores espectáculos de la historia del rock, sino de algunos de los temas imperecederos de este género. Composiciones que seguirán existiendo mucho más allá de la existencia terrenal de cualquier líder que quiera jodernos la vida. 

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Esta entrada fue escrita por Yorgos Goumas

2 comentarios

  • Hijo de Marhuenda dice:

    Estuve en el concierto y fue impresionante. En cuanto a lo que estuvo excesivamente politizado, creo que sabíamos a lo que íbamos y era justo lo que esperábamos y deseábamos de Rogers Waters, afortunadamente siguen quedando artistas tan comprometidos y necesarios como él . Y no estoy de acuerdo con que mucha gente de la que estaba en el concierto no se supiera más de dos canciones, como si de una estrella Pop del momento estuviéramos hablando. La gran mayoría de los que estábamos allí eramos fans de toda la vida de Pink Floyd. Y por último, la incoherencia de criticar el capitalismo con Money y vender merchandising, pues de algún lugar tiene que salir el dinero, aparte de la venta de entradas, para pagar todo esta gira y a los muchísimos integrantes que participan en ella.

  • Salva Colomina dice:

    Yo tuve la suerte de esta en el del viernes. Desde dond yo lo vi (6ª planta y centrado) no se veía bien el escenario y nos perdimos todos los mensaje que aparecían en los laterales de la Battersea. El sonido empezó mal pero poco a poco fue mejorando mucho. Una diferencia en el setlist. En lugar de Mother tocó Wait for Her del último disco (me hubiera gustado más Mother). En cuanto a espectáculo me gustó más el de The Wall. Lo vi más o menos en el mismo sitio y se veía espectacular. Estoy seguro que la gente de los laterales del WiZink disfrutó más que los que estábamos centrados.

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