Crónicas
Red Moon Yard: Grandes verdades y simples gestos
«Mientras los siete componentes saludaban al respetable recibiendo un merecido cariño, me di cuenta que el mensaje de paz, felicidad y amor había llegado. No fueron los incesantes aplausos ni los vítores»
18 octubre 2024
Teatro Eslava, Madrid
Texto: Juan Manuel Vallecillo. Fotos: Henrique Pratas
Es curioso cómo las grandes verdades se pueden reducir a un simple gesto. Los monjes budistas, por ejemplo, se rapan el pelo cuando mide dos dedos o cada dos meses por el compromiso de dejar atrás el pasado. Con esta pequeña acción, representan uno de los grandes principios del budismo, el de la impermanencia. Sí, lo cierto es que cada experiencia que vivimos es transitoria y eso hace más valioso el momento presente. Además, rasurarse la cabeza implica alejarse de la vanidad, un veneno que nos roba la identidad y nos lleva al vacío.
Vacío no estaba el Teatro Eslava el pasado viernes 18 de octubre. Al contrario, estaba lleno de un expectante público que esperaba ver y escuchar la nueva propuesta de Red Moon Yard, un grupo de rock que, aunque parezca imposible, consigue despegarse de la vanidad propia de este mundo para ser la primera banda budista. De esta manera y siguiendo su doctrina, nos hicieron valorar y disfrutar el momento presente durante toda su actuación.
Red Moon Yard es el proyecto liderado por Marcos Fermoselle, un exitoso empresario que llegó a ser presidente del Real Valladolid y que, desde hace bastante tiempo, abraza esta filosofía budista en la que profundizó tras ser un aventajado discípulo del prestigioso Lama tibetano Thubten Zopa Rinpoché. Con el fin de transmitir un mensaje útil y enriquecedor a la materialista sociedad actual, Marcos se ha rodeado de grandes músicos y ha grabado un reflexivo disco llamado 'Pureland', que presentó en el Wizink Center de Madrid el pasado mes de abril.
Para esta segunda presentación en la capital nos daba la bienvenida un mensaje sobre la pantalla que hablaba de felicidad y agradecimiento. Poco después, los siete músicos subían a las tablas y un comienzo místico nos adentraba en su universo. El tema nuevo “Inner” fue perfecto para envolvernos e introducirnos en el selecto repertorio de su primer álbum. Así, con ciertos aires de bossa nova sonó “September” y con influencias de Cat Stevens lo hizo “Paula”.
Aunque hubo varios momentos cumbre en la noche, uno de ellos fue la interpretación de “Hang Out”, divertida y con final carnavalesco. Raquel Martín, el imán más atrayente de la banda, soltaba la guitarra y, llevando el ritmo con un shaker, cantaba a dúo junto a Marcos y construía unos minutos inolvidables. A continuación, la dulce balada “Kissing Disorder” daba paso a la pegadiza “She”, el hit de Red Moon Yard. De este modo, ya preparados, nos embarcamos en la parte más espiritual del concierto.
Sin duda, fue un instante mágico cuando Fermoselle solicitó una ofrenda de luz y toda la audiencia encendió las linternas de sus móviles mientras sonaba la reflexiva “Samsara” y, seguidamente, nos presentaba la emotiva “Proud”, que habla del recorrido de nuestra vida, de los cambios y del camino hacia la felicidad.
Continuando en esta temática, la alegre “Lama’s Song” sirvió para demostrar el tremendo potencial al bajo de un músico profesional como Javier Schöendorff, mi preferido de todos pese a que Jorge García Tapia a la batería y Ángel Fermoselle, el hermano del líder, a los teclados, no se quedan atrás.
“Kappa 4” acaba con unos acertados toques rocanroleros que fueron idóneos para situarnos en la gran sorpresa que estábamos a punto de presenciar: Marilia Andrés, la vocalista y compositora conocida, sobre todo, por ser la mitad de Ella Baila Sola, subía al escenario para cantar con Marcos Fermoselle un maravilloso swing que desprende una energía especial, llamado “Weird Song”. El público aplaudía a rabiar, incluso, antes del espectacular duelo de guitarras que los geniales Kike Fuentes y Pere Mallen protagonizaron. Este último también supo enriquecer el estilo de la banda durante todo el recital gracias a la guitarra lap steel.
“Red Moon Yard” intentaba despedirse, pero el público nunca lo iba a consentir sin un bis más. Entonces, volvieron y presentaron “Hey Mo”, la canción que Marcos compuso a su esposa. Para terminar definitivamente eligieron “Queen”, un rock clásico de un contundente final.
Mientras los siete componentes saludaban al respetable recibiendo un merecido cariño, me di cuenta que el mensaje de paz, felicidad y amor había llegado. No fueron los incesantes aplausos ni los vítores. Resulta que había algo en nuestras caras, un semblante de plenitud que se reflejaba, además, en el brillo de la mirada.
Sin duda, como os decía al principio, es curioso cómo las grandes verdades se pueden reducir a un simple gesto.
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1 comentario
Pedazo de resumen hacia el gran concierto que se marcaron estos veteranos como son RED MOON YARD a través de estos rockeros y buenos temas en la Joy Slava madrileña.