Crónicas
Queens of the Stone Age + Shanghai Baby: Mueve tus caderas…
«El final, inmejorable, vino introducido por la batería de Jon Theodore. “Song for the Dead” descargó ante el éxtasis total, tonos blancos que unieron escenario y público, y falsos finales. Estático infinito y a casa»
20 junio 2024
Noches del Botánico, Real Jardín Botánico Alfonso XIII, Madrid
Texto: Sergio Julián @sergio42 Fotos: Henrique Pratas
El rock es beberse una copita de vino en una noche con la luna llena mientras te encargas de controlar las luces de Queens of the Stone Age. ¿O el rock es darse de hostias con el de al lado en un amable pogo? El rock es levantar las manos y emular a Dio (o a Gene Simmons, ya le conocéis). ¿O quizá sea pedir matrimonio frente a una banda “más acostumbrada a tocar en fiestas de divorcios”? El rock puede que sea volver loca a la corteza motora primaria y no saber si hacer caso a la memoria muscular y reencontrarte con el headbanging o mover oscilantemente las caderas imitando a Josh Homme.
Todo tuvo cabida ayer en las Noches del Botánico, un bonito ciclo de conciertos en Madrid del que admiro la determinación de sus organizadores acumulando hito tras hito: una selección de conciertos transversal y seleccionada con un excelente gusto, un escenario principal en un marco que ayuda a crear momentos únicos, un recinto precioso y cómodo que invita a vivir la experiencia desde la apertura de puertas y todo un récord para un bolo en Madrid: 6,5€ la cerveza sin alcohol. No todo va a ser perfecto.
Entramos prontito; no nos dejaron pasar el paraguas a pesar de que había caído tormenta en Madrid apenas unas horas antes, pero la organización nos lo dejó guardar gratuitamente en la consigna (¡otro punto a favor!). Tras una vueltecita por el recinto y comprobar que a los artistas se les sigue yendo la flapa con los precios del merch (¿en serio vamos a normalizar camisetas a 40€ y sudaderas a 80€?), nos situamos en posición para ver a Shanghai Baby. A mitad de su concierto, un señor maleducado gritó a la cantante, guitarrista y alma del proyecto Ade Martín, ex-Hinds: “¿Quién es tu madre?” (¿o fue "Pásanos el contacto de tu manager", como nos cuentan en uno los comentarios de la crónica?). Me sentí mal por la banda.
Desconozco los lazos que han llevado a esta banda a poder telonear a los mismísimos QOTSA. Quizá tengan un manager buenísimo que les permite actuar en conciertos como este o también abriendo para Wolf Alice en la Riviera. En aquel concierto, en 2022, me lancé a calificar su concierto como “muy malo”. No lo suelo hacer, la verdad. Acababan de arrancar, las canciones estaban a medio cocer y aquello fue un poco desolador, especialmente viendo la fantástica escena rockera y alternativa española.
En esta ocasión, rompo una lanza a su favor. Las composiciones han tenido el tiempo suficiente para evolucionar, y a nivel de instrumentación la banda ha evolucionado una barbaridad. Sonaron a perfectas caras B de The Strokes “Is the Right Time”, “Checkmate” o “I Could Never”, pero donde realmente captaron mi atención fue cuando se arrancaron influencias más fronterizas con el noise/power pop, como “Take It You Say”, que recordó levemente a Alvvays, o “Dirty Paradise”, puro noise noventero de la escuela Sonic Youth en “Dirty Paradise".
El gran pero sigue siendo Ad, quien, a la voz, sigue estando muy, muy floja. No es incorregible; hemos visto a bandas triunfar mundialmente con vocalistas del montón, pero necesita trabajar profundamente en esa área.
Revisitando mi reseña de Wolf Alice, compruebo que escribí que “no estaban listos para este reto”, pero que no pasaba nada porque quizá lo estarían “dentro de poco”. No, todavía no están listos, aunque todo progresa adecuadamente, como nos decían en el cole.
Con un retraso de apenas un par de minutos y con la canción “The Kitchen / The Orgy” que Basil Poledouris compuso para la banda sonora de "Conan El Bárbaro" (no me jodas, si esto no es rockero…), salieron a las tablas Josh Homme, Troy Van Leeuwen, Michael Shuman, Dean Fertita y Jon Theodore. Queens of the Stone Age nos tenía deparado un concierto de dos horazas, con 20 grandes interpretaciones que rozaron casi todas las vertientes musicales que han explorado sus ocho LPs.
Arrancaron con “Little Sister” ante el delirio del respetable, con un Homme bailongo que desplegó un buen nivel vocal a lo largo de todo el bolo. Estuvo tranquilito y muy cariñoso, por cierto; nada de la rabia esa que hizo invitar en un lejano Mad Cool al respetable a saltar a una zona VIP semivacía. La edad, suponemos, o la elegante copita de vino situada sobre su ampli.
“In My Head”, también del ‘Lullabies’, fue la siguiente descarga, y con ella pudimos comenzar a descubrir su interesante juego de luces, no apto para epilépticos y que supo crear diferentes texturas para cada corte. Acto seguido se lanzaron a “Smooth Sailing”, del ‘…Like Clockwork’, en la que el vocalista y guitarrista demostró que se puede hacer falsetes (¡también es rock!) sin perder la dignidad, mientras que, entre tanto, Van Leeuwen pasaba de crear rollazo con el slide a fundirse en un solo con el líder del combo.
Homme se dirigió al respetable para celebrar lo “bonita” que estaba la noche y decirnos que nos quería. Poco después, confesó que España era “su país favorito del mundo”: “Os quiero un montonazo, mirad lo que estamos construyendo juntos. Es bastante increíble. Gracias por traernos aquí”, nos soltó. Nada de oés, “preparados para volveros locos” o animarnos a levantar los brazos. ¿El cariño también es rock?
“Paper Machete” inició la descarga de pistas del ‘In Times News Roman…’, que dialogaron de lujo con el resto de su discografía y demostraron estar a la altura de otros cortes. De su riff, con un marcado rollito Hives, pasamos a su ya clásico “My God Is The Sun”, muy celebrada por el respetable; de “Emotion Sickness”, con su estribillo popero / AOR, que fue cantado por el respetable en su tramo final, saltamos a “Turning on the Screw” de 'Era Bulgaris', pura entropía que se perdía entre wahwahs para luego encontrarse (o no).
Siguieron convenciendo corte tras corte: “I Sat by the Ocean” sonó de lujo, “Made to Parade” nos dejó un solo muy melódico y fluido que me recordó a la guitarra de Dickey Betts en “Jessica” y que consiguió llevar la catarsis al público, y “Carnavoyeur” dejó detallitos como ver a Troy punteando con una guitarra de doce cuerdas y a Homme poniéndose en el hombro un sujetador negro que le tiraron desde el público (¡muy rockero también!).
El setlist nos tenía deparado “The Sky is Falling”, pero una parejita que decidió prometerse frente a los Queens hizo que cambiaran de opinión: “No solemos prestar atención a la gente que se casa”, comentó Homme, pero estaba blandito esta noche, por lo que sea. Tras pedirle a la chica el cigar que llevaba en la boca y fumárselo para que los prometidos “se pudieran liar”, cambiaron la hoja de ruta para visitar el ‘Villains’ con “The Way You Used To Do”, saltada y bailada sin complejos. No hay nada que me mole más que una banda que cambia su setlist en pleno concierto, y nada más rockero como bailar después de que dos tortolitos se prometan amor eterno.
Hasta ahora, el concierto había rallado a un gran nivel, pero el último tercio fue, como se suele decir en los foros festivaleros, “histórico”. “Make it Wit Chu” llenó de rosita el escenario: momento karaoke, armónicos, improvisaciones y solos de sentimiento blues, siempre más interesantes que escalas power. Volver al blues, para mí, siempre será rock.
Después, tramo oscuro y de grandísimo nivel con la locura de “3’s & 7’s”, los recuerdos stoner de épocas pretéritas de “I Think I Lost My Headache”, que sonó de lujo especialmente en su coda, y una magnánima “Go With the Flow”, sostenida por el piano de Dean Fertita, agitada por el hiperactivo Michael Shuman y la enésima declaración de amor de Homme: “Todo esto es tan bonito… Podría quedarme aquí para siempre”.
El tramo final, tras unos de los más descoordinados "oés" que he podido presencial, fue descomunal. Primero golpeó “God Is in the Radio” del ‘Songs for the Deaf’, alargada entre solos (incluido uno de batería con la duración exacta). Después, “No One Knows”, con la que por fin el público se despreocupó de perder su posición en la pista y saltó a lo bestia para mezclarse y acabar, posiblemente, a diez metros de su posición original. Celebradísima locura.
El final, inmejorable, vino introducido por la batería de Jon Theodore. “Song for the Dead” descargó ante el éxtasis total, tonos blancos que unieron escenario y público, y falsos finales. Estático infinito y a casa.
Desde entonces, y hasta que escribo estas líneas de camino para ver a Robe en la Plaza de España de Sevilla, tengo una canción grabada en mi cabeza. No es “No One Knows” ni “The Way We Used To Do” ni ninguna otra de la discografía de Homme. Una canción incluida en ‘El fin de la década’ de cierta banda madrileña. Era inevitable.
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2 comentarios
Pedazo de resumen hacia el gran concierto que ofrecieron los rockeros alternativos QUEENS OF THE STONE AGE en tan conocido auditorio madrileño presentando su nuevo álbum junto a sus temas más conocidos.
Hay un error en la crónica, a Ade Martín no se le gritó "¿Quién es tu madre?", se le gritó "Pásanos el contacto de tu manager" después de que ella compartiese con el público que no se creía que pudiera estar tocando ahí.