Crónicas

Medina Azahara: Un nombre eterno

«Pudimos ver a una banda revitalizada, compacta, que se lo pasa en grande encima de un escenario y que puede seguir dándonos mucho rock andaluz»

14 julio 2018

Revilla de Camargo, Cantabria.

Texto y fotos: Fernando Martínez

Medina Azahara fue el protagonista musical de las fiestas del Carmen en la localidad cántabra de Revilla de Camargo el pasado 14 de julio. Los de Córdoba descargaron 17 temazos de rock andaluz durante una hora y cincuenta minutos.

Hay que admitir que la formación actual de Medina es brutal, aunque sus últimos discos no han colmado mis expectativas. De hecho, he pensado más de una vez que ha tocado techo en su carrera. Al fin y al cabo, “Todo tiene su fin”, como reza la letra de una de sus versiones más populares. Eso no quita que en directo sea una banda que no defrauda y que, posiblemente, está viviendo su época más potente.

La célebre intro de “Bidaiah” de su disco ‘Árabe’ congregó a todos a las primeras filas. Fans y curiosos se agolpaban en las primeras filas para poder ver bailar una danza oriental a una bailarina ataviada al más puro estilo árabe. Acto seguido, la agrupación entró con “Ven junto a mí” para dar inicio a un notable concierto. Empezar así, desde luego, es sinónimo de éxito. Todo el público pasó a cantar y corear “Palabras de libertad”, un gran tema de letra con contenido. Musicalmente es rápido; tiene buenos teclados, buen solo de guitarra de Paco Ventura y, sobre todo, estribillo ganador: es de esas canciones que te levantan, ideales para el directo. “Sólo un camino” y “Velocidad” fueron las dos siguientes y evidenciaron el potente fiestón que se estaba montando allí.  El guitarrista, por cierto, salió con una preciosa guitarra ESP negra con la que tocó las dos horas que duró el concierto.

La actuación sigue con cortes que no defraudan a nadie como “Qué difícil es soñar”, publicada allá en el 85 y en la que hacen partícipe al público con los coros. En España se escriben canciones con buenas letras… y esta es buena. “Tierra de Libertad” funciona muy bien y con “Córdoba” nos trasladamos a esa ciudad siempre bella y sin fin, como dice su letra. No faltó el clásico “La tierra perdida (O.U.A.)”, una denuncia a las guerras en las que siempre los niños son los más perjudicados. Sonó algún tema más antes de llegar a “Hay un lugar”, nada monótono y con una nueva muestra contenida de virtuosismo. La banda tenía a todo el público en el bolsillo, muchos de ellos venidos de otras provincias de la península. Hasta ahora, catorce temas habían sido celebrados por todo lo alto: se notaba que la gente se lo estaba pasando en grande y disfrutando bastante de la noche calurosa en Revilla. Hay que decir que el sonido no fue todo lo bueno que se esperaba, debido a que el equipo contratado para el evento dejaba que desear.

Manuel Martínez aún mantiene una buena voz, aunque es cierto que sigue apoyándose en el público en exceso. Paco Ventura es feliz tocando sobre el escenario. Se le ve siempre con una sonrisa: un gran tipo y uno de los mejores guitarristas que tenemos en este país; descaradamente influenciado por Ritchie Blackmore, deja que se note, rindiéndole homenaje en cada nota introduciendo los matices neoclásicos que tanto han influenciado posteriormente a Malmsteen y que ahora son parte del bagaje de tantos músicos. Anoche le llovieron sujetadores y alguna que otra prenda íntima que acabó, como si de un estandarte se tratara, en el mástil de su guitarra.

Manuel Ibáñez, a los teclados, experimenta para darle nuevos aires a algunas partes de los temas en directo. Quiero destacar, en especial, al bajista cordobés Juanjo Cobacho, un tipo lleno de vida y alegría; aporta un componente escénico brutal y se nota que su técnica está inducida, en gran parte, por las líneas de bajo de John Paul Jones, Roger Waters, Roger Glover, Glenn Hughes o John Entwistle, entre otros.

Medina Azahara para unos minutos para enfilar los bises: “Necesito respirar”,  “Paseando por la mezquita” y, tras esta, la versión de Los Módulos “Todo tiene su fin” (cara B de su segundo single editado en invierno de 1969, en la cara A tenían "Nada me importa”). Llegado este punto del concierto, Manuel Martínez invita a cantar junto a él a Nuria Canales, una cantante cántabra muy seguidora el grupo. Tras esta sorpresa, nuevo descanso de escasos minutos para volver con la intro del “Smoke in the Water” de Deep Purple y las presentaciones de los músicos del grupo. A llegada la de Manuel Ibáñez, nos regala la intro del “Jump” de Van Halen.

En definitiva, la actuación de Medina Azahara terminó (¡cómo no!) con “A toda esa gente”, la culminación perfecta a una fiesta que vivimos todos los que nos acercamos hasta Revilla de Camargo. Pudimos ver a una banda revitalizada, compacta, que se lo pasa en grande encima de un escenario y que puede seguir dándonos mucho rock andaluz. Su larga carrera y su entrega les ha convertido en una formación consagrada repleta de éxitos para llenar varios setlist sin problemas. Tienen nombre para que les sigan llamando y tocar sin tener que presentar nuevo trabajo.

Redacción
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