Crónicas

Marah en Bilbao: El grupo preferido de Springsteen

«En definitiva, el grupo preferido de Springsteen no está ni de lejos muerto tras el abandono de Serge Bielanko para dedicarse a la escritura y a la vida familiar, pero seguro que todavía lo pueden hacer mucho mejor en las distancias cortas.»

21 abril 2023

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

El influjo que ha dejado el Boss se puede sentir en una amplia variedad de bandas que van desde el punk de Social Distortion o The Gaslight Anthem hasta el rock americano de Jesse Malin, otrora vocalista de D Generation hoy convertido en cantautor independiente rollo Ryan Adams, o incluso en un paisano suyo como Jon Bon Jovi, con innumerables guiños a lo largo de su trayectoria. No debería extrañar que una leyenda que creó un estilo único a base de jazz, blues, soul y rock n’ roll dejara tan impresionante legado con multitud de herederos por doquier.

Que te apadrine alguien como Springsteen es algo que emociona a cualquiera. No hablemos ya si encima compartes escenario con él, como les sucedió a los norteamericanos Marah, una banda que muchos descubrimos allá por alguna edición pretérita del festival Azkena. Su gira de reunificación, no obstante, había despertado cierta suspicacia al no contar con el guitarrista y compositor Serge Bielanko, uno de los dos hermanos que antaño componían la columna vertebral de la formación de Filadelfia.

Tal vez esto último provocara que la afluencia en el bilbaíno Kafe Antzokia no resultara tan desbordante como imaginábamos, aunque se registró una entrada bastante decente para una época con bolos por doquier. A nosotros nos bastaba saber que era uno de los grupos contemporáneos favoritos del Boss o que el escritor Nick Hornby, el autor de esa biblia para melómanos llamada ‘Alta fidelidad’, ya los había puesto en su punto de mira.

Nunca fuimos un talibán de las formaciones puras, por lo que no dudamos en dar una oportunidad a los Marah capitaneados por el sudoroso Dave Bielanko, con pose maldita y garganta aguardentosa a medio camino entre Spike de The Quireboys, el Rod Stewart de The Faces y Tyla de Dogs D’Amour, una voz de esas con sustancia que te raspa el corazón cual lija. Un caldero con una fórmula que no inventa la rueda, pero que entra bien en base a los selectos ingredientes utilizados.

De esta manera, tiraron de épica springsteeniana desde el comienzo con “Sure Thing” y alcanzaron seguramente el cénit de la velada con la soberbia “It’s Only Money, Tyrone”, mucho más acelerada que la versión original. Normal que entonces se subiera una señora al escenario para dar un beso en la mejilla al líder Dave Bielanko. Lo que podría llegar a ser imaginar un dueto con el Boss en esta canción. Pelos de punta.

Había peña muy fan, eso estaba claro con el detalle que acabamos de mencionar, o con el hecho de que no tardaron en bajar las escaleras del Antzoki para darse el consabido baño de masas. Su jovenzuelo guitarra y violín también se apuntó a esta liturgia que es todo un clásico en este recinto.

“The Catfisherman” les acercó al hard rock y “Coughing Up Blood” moló del mismo modo por su poso stoniano. El vocalista y guitarra Dave Bielanko, que estuvo sudando la gota gorda durante todo el bolo, dijo que nos quería y que iba a tomar una imagen mental de todos los que estábamos allí presentes. Un tipo agradecido, sí señor.

Relajaron ánimos con el folk de “So What If We’re Outta Tune (with the Rest of the World)”, que se entonó casi en penumbra y como nota emotiva no estuvo mal. Y “Freedom Park” alcanzó otro pico de la noche con su contagioso ritmo heredero de Sus Satánicas Majestades una vez más. Los trucos de Bielanko desde luego no pretenden deslumbrar por su originalidad, sino más bien apelar al componente emocional de los aficionados a la historia del rock.

“Santos de madera” la podrían cantar tranquilamente tanto el Boss como Willie Nile. La entrega del respetable fue tal que parecía lógico que el líder estuviera encantado al respecto. Hubo los que se quejaron del repertorio, aunque lo cierto es que en general se trató de algo proporcionado, salvo alguna que otra aproximación excesiva al folk.

La señora que se subió anteriormente al escenario volvió a hacer acto de presencia, pero los de Filadelfia anduvieron más a su bola. Alargaron “Point Breeze”, todo un clásico de su celebrado álbum ‘Kids in Philly’ y como broche final recurrieron a una versión tan poco habitual como “Before They Make Me Run” de The Rolling Stones, cantada además por el pipiolo guitarrista y violinista.

Un movimiento arriesgado que causó más estupefacción que otra cosa, anda que no tenían repertorio para desempolvar en vez de recurrir al cancionero ajeno, por ejemplo, “The Dishwasher’s Dream”, entre otras. Pese a que los ánimos no llegaran al tope en los últimos momentos del show, dudo que muchos salieran disgustados del concierto, puesto que no fueron pocos los que aseguraron que había sido mejor de lo que esperaban.

En definitiva, el grupo preferido de Springsteen no está ni de lejos muerto tras el abandono de Serge Bielanko para dedicarse a la escritura y a la vida familiar, pero seguro que todavía lo pueden hacer mucho mejor en las distancias cortas. Digamos pues de ellos lo mismo que a los estudiantes que poco a poco van consiguiendo levantar cabeza. Progresan adecuadamente. Esperemos que no se conformen nunca con el aprobado raspado.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto rockero que se curraron esta buena banda como son la banda de Filadelfia MARAH que tanto con temas propios junto con alguna que otra versión lo bordaron en la mitica Antzokia bilbaino.

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