Crónicas

Mägo de Oz en Piedralaves (Ávila): Tocaba ser felices

«Casi dos horas de celebración para una localidad que acogió el evento con fervor. Permítanme la subjetividad indisimulada. No es día de recorrer polémicas recientes ni de exigir gustos propios en el repertorio. Hoy toca ser feliz»

26 julio 2025

Recinto Ferial Prado de San Roque, Piedralaves (Ávila)

Texto: Javier Pérez. Fotos: Sandro Santos

Hace seis años, casi en la prehistoria, Mägo de Oz tomó La Adrada (localidad colindante al lugar en el que nos encontramos hoy) en los últimos días de aquel verano de 2019. Yo, que andaba por allí para contarlo en esta casa, rebobiné en la historia hasta el inicio del milenio, cuando parecía que Txus y los suyos iban a descargar en Piedralaves, contando historias que casi nadie recuerda. El 26 de julio de 2025, ese círculo, por fin, se cerró.

Pasaban un par de minutos de las 23:30 cuando el sonido desde el escenario, con Megadeth allanando el camino, cambió de forma y volumen para avisarnos de que la cosa se ponía seria. Mägo de Oz tomó las tablas tras la apertura lanzada en la pantalla de fondo que vienen usando de introducción desde que pusieran en circulación ‘Alicia en el Metalverso’, y con Txus alzando los brazos sobre la espectacular decoración negra con tonos violetas y morados que luce en su batería, va apareciendo la banda al completo solemnemente sobre la tarima.

El tema elegido para levantar el vuelo es precisamente el que da nombre a su, por ahora, último LP de estudio; doce minutos de poderío, potencia y complejidad sonora bien ejecutada. Y con Xana tomando el centro para atronar con los guturales convenientes. Pero después de esa opulencia, cadencia y brillantez, soltar “Molinos de viento” metía en cintura al que quizá sólo pasara por allí.

“Luna de sangre”, uno de los cortes con más cuajo del metalverso, sonó a gloria bendita. Sin Isra Ramos, Rafa Blas solito se lo carga a sus espaldas; sobrado, te diría. “Diabulus In Música”, predilecta de quien suscribe, metió heavy metal a la noche. Sí, heavy metal, dejémonos de historias. Y nuevo contraste con “La posada de los muertos”. Venga, a cantar como locos eso de “alza tu cerveza”.

Hoy en día no es fácil que un setlist te pille a contrapié, porque es aún más sencillo enterarse de, más o menos, lo que va a tocar cualquier grupo a poco que le pongas interés, pero no por verlo venir deja de parecerme curioso que carguen con “La venganza de Gaia”. Otra vez Xana Lavey se pone al mando para dirigir “Te traeré el horizonte”, vía que marca dirección hacia el frontal del escenario para, sentados en banquetas y en acústico, casi recitar una entrañable “Por si un día te pierdes”.

Víctor de Andrés es ahora quien se encarga de charlar con el público; se le da bien y sabe conectar. Un poco de “Oé, Oé”, de “la cabra, la cabra…”, y sacudida sin reservas al reggaetón, y todos encendidos. “Hasta que el cuerpo aguante” remata la algarabía. Es ahora Salán quien se queda solo, nos deleita, retuerce su guitarra, casi nos acongoja. Y Ozzy toma la pantalla. Y cuela “Crazy Train”, “Paranoid”… Y vuelven los demás para sepultarnos con “Gaia”. Una interpretación a la altura de un corte que lo merece todo.

Tiempo de bises directos y eficaces. El grito de “Nunca mais” dispara “La Costa del Silencio”, y el confeti es disparado para cerrar con “Fiesta pagana”, y la hija de Ix Valieri acompañando a Rafa en las voces, con alegría y garbo.

Casi dos horas de celebración para una localidad que acogió el evento con fervor. Cifras oficiales hablan de cerca de dos mil entradas vendidas. Un éxito incuestionable. De paso, el gran grueso de la asistencia disfrutó después de la fiesta postconcierto que propuso Sonido FK, hasta pasadas las cuatro de la mañana. Un cierre a la altura.

No quiero despedirme sin agradecer al Ayuntamiento el trato exclusivo y exquisito hacia el equipo de MariskalRock. Nos invitaron durante dos días a vivir desde dentro lo que supone un concierto de esta magnitud: montaje del escenario, prueba de sonido, logística… Y, por supuesto, dar las gracias a todo el management de Mägo de Oz (y a la banda en sí), que facilitó las cosas hasta el infinito; y a Gustavo de GusMusic y Óscar Santos, promotor cultural de la velada, por enseñarnos de todo y ayudarnos en cada detalle que se nos ocurría.

Permítanme hoy la subjetividad indisimulada. No es día de recorrer polémicas recientes ni de exigir gustos propios en el repertorio. Hoy toca ser feliz. Como cuando allá por mediados de los 90, un titular en la HeavyRock que rezaba “Mucho Mago en el Canci, colega” (teloneando a Rata Blanca) puso en mi recorrido vital a los de, aún en aquellos tiempos, “Chus”.

Piedralaves por fin recorrió el camino de baldosas amarillas.

Redacción
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