Crónicas

Mad Cool 2024 (jueves) con Pearl Jam, Greta Van Fleet o Mando Diao: El rock es eterno

«El rock volvía a ser protagonista en el espectacular cartel de Mad Cool Festival con Pearl Jam en cabeza y el impresionante cierre de Greta Van Fleet»

11 julio 2024

Mad Cool Festival, Espacio Iberdrola Music, Madrid

Texto: Alex Rico. Fotos: Alfonso Dávila y Henrique Pratas

Tras la jornada inaugural, en la que tuvimos entre otros a The Smashing Pumpkins, Nothing But Thieves, Garbage o Dua Lipa como principales reclamos (lee la crónica aquí), el segundo día de Mad Cool Festival abría a las 17:40 con una primera cita clara en nuestra particular ruta por la programación del evento.

Pearl Jam. Foto: Alfonso Dávila

Pese a la temprana hora (creo que fue un error poner su actuación en esa franja horaria), había bastante gente dispuesta a retar al sofocante calor que se vivía en el recinto para ver la maravillosa combinación de blues, rock sureño y un toque de música folk que nos ofreció Larkin Poe, el dúo de hermanas Rebecca y Megan Lovell, originarias del estado de Georgia.

Pocas bandas han sabido capturar la esencia del blues tradicional e imprimirle un sello contemporáneo tan personal que encaje a la perfección con el tipo de público actual como lo han hecho ellas.

Larkin Poe. Foto: Alfonso Dávila

Nada mejor que comenzar su concierto con el groove de “Summertime Sunset”. Si alguien de los allí presentes no había escuchado hasta ahora a estas hermanas, simplemente con este primer tema ya serían nuevos fans. Larkin Poe podría considerarse como las hermanas pequeñas de The Allman Brothers, por lo que la versión de “Jessica” sonó con las mismas raíces pero con una frescura contemporánea.

Si hay una razón de este distintivo y cautivador sonido de la banda es por la destreza de Megan Lovell con el lapsteel, mientras que su hermana Rebecca asume el rol de guitarrista y vocalista principal.

Dispararon la enérgica y magnética “Bad Spell”, “Strike Gold”, un nuevo tema llamado “Bluephoria”, que nos comentaron que salía justo esa noche en todas las plataformas, el “Wanted Woman” de AC/DC o “Bolt Cutters & The Family Name”.

Larkin Poe. Foto: Henrique Pratas

Tras haber acudido a su visita a La Riviera el año pasado, y después de este concierto en el Mad Cool, puedo afirmar que es de las mejores bandas del género que he escuchado en los últimos años.

Cuando se publicó el cartel de esta edición y vimos al grupo Motxila 21 a la altura del de Pearl Jam, muchos se preguntarían quién era esta banda que copaba una posición privilegiada en el segundo día de festival. Yo he de reconocer que los conocía, puesto que Marea los subió al escenario en el último tema de su concierto en el Wizink Center de Madrid y han colaborado con artistas como Ariel Rot y El Drogas.

Se trata de una banda única de Pamplona, que está compuesta por jóvenes con Síndrome de Down. Su nombre hace referencia a la trisomía 21, la condición genética que causa el Síndrome de Down, y simboliza la carga que estas personas llevarán a la espalda toda su vida. Un claro ejemplo que desafía y transforma las percepciones sobre la discapacidad, demostrando que la música no tiene barreras, como bien dice su canción “No somos distintos”. Bonita iniciativa y una experiencia que se llevarán para siempre.

Motxila 21. Foto: Henrique Pratas

Tras un breve paso por el escenario de Michael Kiwanuka y su folk-soul con Curtis Mayfield, Otis Redding o Van Morrison como referentes, saltamos a ver a la banda de rock sueca Mando Diao. Hay que reconocer el surtido de bandas que la nación escandinava ha regalado al mundo en todos los géneros: ABBA, Europe, Roxette, Ghost, Opeth, Backyard Babies, H.E.A.T o In Flames, por nombrar solo algunas de ellas. Aunque Mando Diao me recuerdan a una mezcla de otros dos compatriotas, Royal Republic y The Hives, gracias a ese denominador común que es el dinamismo que imprimen encima de un escenario.

Arrancaron con el rock and roll de “Frustration”, una apuesta infalible que reforzaron con “One Last Fire” y “Primal Call”. No sé si por el viento o por la zona donde nos situamos, pero tardaron unos cuantos temas en ecualizar que todo sonara correctamente. No faltaron las cartas de “All The Things”, que siempre me ha dado un aire a Frand Ferdinanz; la energía punk de “Down in the Past” o la retro “Black Saturday”, con ese aire electrónico que parece sacado de las pistas de baile de los ochenta.

Mando Diao. Foto: Henrique Pratas

Se despedían con energía al son de “Get In On” y la archiconocida “Dance With Somebody”. Siempre me habían hablado muy bien de Mando Diao, pero no había podido comprobarlo en directo hasta ahora. No se equivocaban.

Avanzaba la tarde y se abría el debate de si acercarse a los puestos de restauración para hacer acopio de comida y coger buen sitio en el escenario de Pearl Jam (aunque algunos llevaran desde primera hora aposentados en las primeras filas del escenario principal) o ir a ver a los británicos Keane. Hace poco se ha cumplido el vigésimo aniversario de su álbum debut, ‘Hopes and Fears’, con su característico sonido basado en el piano, y del pudimos disfrutar temas como “Bend and Break”, “Everybody's Changing”, “This Is the Last Time”, la archiconocida “Somewhere Only We Know” o “Bedshaped”, con la que cerraron su show.

Keane. Foto: Henrique Pratas

Y ahora sí, con un poco de retraso sobre la hora prevista. cerraba el Stage 1 la icónica banda de  grunge de Seattle Pearl Jam. Para muchos, el principal reclamo no solo del jueves sino de todo el festival. Todavía con el susto de semanas atrás, donde, en plena gira mundial, se vieron obligados a cancelar conciertos en Berlín y Londres debido a una “enfermedad en la banda”, la incertidumbre, afortunadamente, se disipó con el par de conciertos que ofrecieron en el Palau Sant Jordi días atrás, presentando su último álbum, ‘Dark Matter’.

Todos sabemos que es imposible que vuelvan a lanzar un ‘Ten’ o un ‘Vitalogy’, pero he de reconocer que es uno de los mejores discos que han parido en los últimos años.

Pearl Jam. Foto: Alfonso Dávila

Los primeros acordes de “Lukin” desprendieron esa ráfaga de energía necesaria para entrar en comunión colectiva con “Corduroy” y “Why Go” que hicieron que los pies se despegaran del suelo para volar directamente sin parada hacia 1991. Y ahí teníamos de nuevo Eddie Vedder, con su carisma inigualable, conectando de inmediato con los asistentes con su ya característica chuleta (y botella de vino) intentando dirigirse a nosotros en un castellano más que regular: “Bienvenidos. ¿Cómo estáis? No os veo muy bien… ¡os veo fantásticos!”, comentaba Vedder para apostillar que le encanta “esta ciudad, este país donde pasan cosas magníficas. Brindo por vosotros y por este festival”.

Inmediatamente, arrancaron la sentida “Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town” y el himno de liberación “Given to Fly”. Un repertorio que esta noche estaría bien equilibrado, combinando temas clásicos (faltó “Jeremy”) con canciones de su último álbum. Precisamente, repartieron del tirón tres canciones del este: “Scared of Fear”, “React, Respond” y “Wreckage”, que fueron bastante bien recibidas.

Pearl Jam. Foto: Alfonso Dávila

Aunque estén en la sombra, se nota la presencia de Josh Klinghoffer, a quien Pearl Jam fichó para los directos tras abandonar las labores de guitarrista de Red Hot Chili Peppers con la vuelta de John Frusciante, y el teclista Kenneth Gaspar, quien lleva tras las teclas más de dos décadas con la banda.

“Dejadme que os presente a mi gran amigo Stone Gossard”, dijo el vocalista, para que con su guitarra acústica comenzara los primeros acordes de “Daughter” mientras Vedder echaba otro trago a esa botella de vino siempre bien dispuesta en el escenario. Una presentación que fue recurrente miembro a miembro de la banda con el paso de las canciones, con Matt Cameron como protagonista en “Dark Matter” y el grandísimo Mike McCready que nos dejó una interpretación de “Even Flow” para recordar, un folio en blanco para su talento inagotable que nos regaló un solo ejecutado con la guitarra por detrás de la cabeza.

Pearl Jam. Foto: Alfonso Dávila

Como es costumbre, también tuvo unas palabras para su gran amigo Javier Bardem, al que dedicó “Unthought Known”. Pero si hay una canción en directo que es capaz de transportarme a otra dimensión es “Black”. La voz de Vedder es simplemente maravillosa, llena de dolor y nostalgia. No me cansaré nunca de escucharla.

Con “Running” y la incommensurable “Porch”, donde Eddie aprovecha para bajarse del escenario y darse un baño de masas, llegábamos a unos bises que arrancaban con una dedicatoria muy especial: “Quería dedicar esta canción a uno de mis héroes. Estoy feliz de poder llamarlo amigo, y a su hija Lua, es Miguel Ríos. Gracias por venir. No se puede encontrar un hombre mejor”. Y sin más presentación empezaron a sonar las primeras notas de “BetterMan” … ¡qué bien suena esta canción siempre en directo”.

Nos acercamos al final con un la enérgica “Do The Evolution” y “Alive”, para sentir en cada estribillo que seguíamos vivos… "Oh, I'm still alive". Se fueron con el “Rockin' In the Free World” de Neil Young, que convirtió en una fiesta todo el Mad Cool con Vedder regalando panderetas a diestro y siniestro entre el público mientras Jeff Ament y Mike McCready se cambiaban los instrumentos; y la emotiva “Yellow Ledbetter”, con guiño incluido a Motxila 21, posando Eddie Vedder una camiseta de ellos sobre uno de los monitores del escenario.

Pearl Jam demostraron anoche en el Mad Cool que siguen más que vigentes. De las grandes voces del grunge que reventaron los tabloides en los 90, ya solo nos queda Eddie Vedder… que nos dure para siempre…

Greta Van Fleet. Foto: Alfonso Dávila

¿Qué mejor que un chute de rock clásico y psicodelia tras la resaca de Pearl Jam? Pues Mad Cool nos ofrecía el mejor de los exponentes actuales, Greta Van Fleet. La banda compuesta por los hermanos Josh Kiszka (voz), Jake Kiszka (guitarra) y Sam Kiszka (bajo, teclados), junto con el batería Danny Wagner ha conseguido atraer a una nueva generación revitalizando el espíritu del rock clásico de los setenta con influencias de bandas como Led Zeppelin o Cream. Como dato anecdótico, su primera aparición en nuestro país fue precisamente en el Mad Cool en su edición de 2019.

Su ascenso ha sido muy rápido desde que lanzaron el EP ‘From The Fires’ y, sin casi tiempo para digerir ese éxito tan repentino, han despachado una trilogía de discos en cinco años que les ha permitido afianzarse en un status privilegiado dentro de la escena actual: ‘Anthem of the Peaceful Army’ (2018), ‘The Battle At Garden's Gate’ (2021) y ‘Starcatcher’ (2023).

Greta Van Fleet. Foto: Henrique Pratas

Había muchas ganas de verlos de nuevo en el escenario y se palpó desde el primer rugido de “The Falling Sky”, al que siguió uno de sus primeros éxitos, “Safari Song”, que nos invita a una primera expedición a la jungla de esos aromas a Led Zeppelin de sus inicios. Una expedición que se profundizó aún más con “Black Smoke Rising” y la densa selva de riffs poderosos de “Built by Nations”.

Nos pusimos a salvo con “Meeting The Master”, llevándonos a ese encuentro con lo divino combinando a las mil maravillas melodías místicas e introspectivas con explosiones de intensidad gracias a un Josh Kiszka rayando a gran altura. Turno para la grandiosa y celestial “Heat Above”, que nos demostró que la música es el vehículo que traspasa los límites terrenales con esas armonías vocales exuberantes, y la balada “Light My Love”, llena de suaves arreglos orquestales.

Greta Van Fleet. Foto: Alfonso Dávila

Greta Van Fleet es una banda de directo que se mueve como pez en el agua. Solo hace falta ver la interpretación de “The Archer”, con terreno para que Jake Kiszka dé una exhibición de virtuosismo y de cómo hacer llorar a una guitarra encima de un escenario mientras camina por una pasarela de fuego, u otro de sus temas bandera, “Highway Tune”, que abraza el espíritu indomable del rock and roll con el que cerraron el telón a un concierto que se hizo especialmente corto.

Durante la poco más de una hora que Greta Van Fleet dispuso sobre las tablas, nos montó en su máquina del tiempo sonora para transportarnos a la época dorada del rock clásico. De esta forma llegábamos al final de un agotador día que había merecido mucho la pena. ¡Mañana más!

Redacción
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