Crónicas

La Élite en Bilbao: La nueva banda más honrada del mundo

«Si eres de los dinosaurios que todavía piensa que el rock está muerto, acércate a un bolo de la nueva banda más honrada del mundo. Encontrarás salas a reventar, con toda esa juventud que pensabas que había desaparecido de la faz de la tierra y una actitud que nada tiene que envidiar a la que sacudió al mundo a finales de los setenta.»

16 noviembre 2023

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

A una mentira hay que combatirla una y mil veces. Las que haga falta. Como, por ejemplo, esa creencia tan extendida que dice que los jóvenes ya no van a conciertos o que andan todos abducidos por los embriagadores cantos de las ponzoñas urbanas. Respecto a lo segundo, es evidente que no es así, si uno se fija en la pujanza de estilos como el post punk. Y en cuanto a lo primero, basta darse un garbeo por determinados bolos para convencerse de que existe vida más allá de los cuatro grupos de siempre y que hay bandas, que sí, que enganchan a la chavalería.

Esto último es el caso de los catalanes La Élite, que comenzaron grabando maquetas en un garaje y gracias a directos tan intensos como irreverentes han acabado convertidos en toda una referencia para entender la música de los últimos tiempos. Al igual que sucedió con el boom de Belako, ya han surgido grupos que siguen sus enseñanzas al pie de la letra en un movimiento que ellos mismos han catalogado como “nuevo punk”, el nombre precisamente de su debut discográfico.

Conocedores del espectacular tirón del que goza en la actualidad el dúo de Tárrega, acudimos al bilbaíno Kafe Antzokia con la esperanza de no ser el más anciano del recinto. A pesar de la colosal mayoría adolescente, por ahí divisamos en la lejanía al erudito ochentero Iñaki Gallardo y también nos topamos con María, la entregada fan de la música que no dudó en limpiar cristales de las escaleras para que nadie se cortara, tras la advertencia del propio grupo. Esto sí que es cuidar a los seguidores.

Con un leve retraso sobre la hora prevista, La Élite desató de un plumazo las gargantas y los pogos con un trallazo tan para ir de farra pastillera y lo que se tercie como “Nuit Folle”. No tardaron en mandar elocuentes mensajes como “Mata a tu jefe” y de exhibir pura actitud punk en la macarra “Todos me miran mal”, que lo mismo cita a Eskorbuto que a El Fary.

Ya era hora de que se subiera a las tablas gente con esa voluntad de incomodar a autoridades y otros estamentos oficiales de antaño. En una época de mil piel finas desbocados por metro cuadrado, debería valorarse como oro en paño esa irreverencia que parecía que nos habían quitado ya para siempre los que quieren seguir chupando del bote y diciendo lo que se puede y no se puede decir. ¿Derogación sin condiciones de la Ley Mordaza? ¿Pero qué locura está contando?

Precisamente, el vocalista Diosito hizo referencia a los agradecimientos en euskera de Pedro Sánchez durante la sesión de investidura y esa no fue la única referencia a la lengua de Gabriel Aresti durante la noche. Poco después, preguntaron cómo se decía “palmas arribas” y hasta cedieron espacio a una chica para que nos contara la traducción al euskera de Chuck Norris. Donostia, para los interesados. Vale, es muy malo.

A pesar de las anécdotas con las que sazonan sus recitales, lo cierto es que temones como “A 180 con mi monopatín”, que me recuerda al “Monopatín” de La Banda Trapera del Río, o “Sixpack”, con una intro que evoca a Eskorbuto, se antojan fabricados para desencadenar los pogos más salvajes. Y para lo limitado que pudiera parecer su palo en un inicio, logran acercarse en determinados momentos a las letras corrosivas de Biznaga o incluso a un sonido que asociaríamos con la movida madrileña, como “Pintando en un Cd”, con cierto aire a lo Alaska y los Pegamoides en su faceta punk.

“Contento de ser feo” siguió desatando el entusiasmo de la afición, con la peña casi pegándose por conseguir cantar en el micro que Diosito cedía con bastante alegría, ahí no había egos de ningún tipo, artistas y público eran lo mismo. Se pusieron filosóficos preguntando dónde iba el metro de Bilbao, que sonó casi tan profundo como cuando Holden Caulfield se preocupaba por el destino de los patos en invierno en ‘El guardián entre el centeno’.

Todo ello para presentar “Niño rata”, una criatura que mora en lugares donde no alcanza el suburbano. Imposible no acordarse en una letra tan cruda de Josu y Jualma, por algo incrustan por ahí el lema vital “mucha policía, poca diversión”. Recuerdo que cuando bajaba al foro y divisaba algún nacional enseguida nos venía a la cabeza el glorioso comienzo de “Maldito país”. Eskorbuto siempre en la memoria.

Somos de tierra de cocaína, no de speed, pero sabemos adaptarnos”, dijeron en un momento dado y desafiaron de paso ese puritanismo actual que nos venden como progreso. El carisma desbordante del dúo quedó más que patente en “Bailando”, uno de sus grandes himnos. La primera vez que la escuchamos en directo supimos que lo iban a petar. Y sin duda alcanzaron el punto álgido con un inapelable “Autosuficiencia” de Parálisis Permanente, donde contaron con la colaboración de Hofe, al que la concurrencia recibió con gritos de “lendakari”.

La peña comía de su mano, ya lo hemos dicho, algo comprensible con propuestas tan bienvenidas como que suene punk en todos los bares o encendidos elogios a la tortilla de patata. “Otra vez” volvió a elevar como nunca las gargantas en la que probablemente sea su pieza más sentimental. Este tipo de composiciones de abrirse en canal a lo Depresión Sonora gozaban de un predicamento considerable.

“Trainspotting”, que en estudio comparten con The Parrots, enfila la recta final y suena muy Eskorbuto el comienzo de “Marlburro”, donde no renuncian a solicitar el clásico numerito de mandar al personal agacharse y luego levantarse. Y más como despedida de fondo, “Me ha llamado El Tetico” se transforma en una invitación al baile, a la colisión de los cuerpos, hasta que se acaben las ganas. O las drogas.

Si eres de los dinosaurios que todavía piensa que el rock está muerto, acércate a un bolo de la nueva banda más honrada del mundo. Encontrarás salas a reventar, con toda esa juventud que pensabas que había desaparecido de la faz de la tierra y una actitud que nada tiene que envidiar a la que sacudió al mundo a finales de los setenta. Ya son un grupo armado.

Alfredo Villaescusa
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