Crónicas

Ilegales en Bilbao: Atrevimiento insolente

«Cuarenta años de atrevimiento insolente marcados a fuego. Y que sean muchos más.»

31 marzo 2022

Sala Santana 27, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Ir a la contra de los tiempos supuestamente modernos es muy sencillo hoy en día. Basta con renegar de las redes sociales, irse a vivir al pleno campo como un eremita y declararse enemigo acérrimo de oportunistas que siempre arriman el ascua a su sardina y favorecen debates maniqueos que solo entienden algo tan rancio como el “o conmigo o contra mí”. Quién nos iba a decir que viviríamos en un futuro tan del Siglo de Oro en el que la apariencia y la honra intacta se erigirían en valores supremos.

Los asturianos Ilegales no necesitan transformarse en defensores de damiselas desvalidas ni deshacedores de entuertos como nuestro querido hidalgo de La Mancha. Son hombres de acción, esos que le gustaban tanto al gran Pío Baroja, pues únicamente de esta manera se explicaría su reciente gesta digna de cruzados para recuperar sus instrumentos.

Con la pandemia ya remitiendo, el aplazamiento de las primeras fechas de la gira de ‘La lucha por la vida’ por una operación a su líder Jorge Martínez sentó cual jarro de agua fría para muchos. No fueron pocas las quejas que se elevaron tras conocerse que el bolo de Bilbao pasaba de un sábado a un jueves y que además comenzaba a un horario nocturno que hacía imposible compaginarlo con los transportes públicos habituales. Menos mal que no nos da por montar tanta gresca a los damnificados por los curros de tarde que llevamos eones padeciendo infinidad de meriendas musicales que se inician a horas más adecuadas para un respetable infantil que para adultos hechos y derechos.

A pesar de este leve hándicap, una nutrida multitud se congregó aquella jornada laborable para recibir la bendición de Ilegales, cuyo recital abrió fuego con una llamada a filas tan rotunda como la de “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido”, que les quedó muy niquelada sin que se sintiera la ausencia de Loquillo. “Si no luchas, te matas” tomó el relevo a tope de revoluciones y muy acertada se tornó la decisión de mantener el subidón con “Ella saltó por la ventana”.

La banda armada sonaba cañón, aunque después de contemplar la apoteosis ruidista de Triángulo de Amor Bizarro en la sala BBK, nos chocara al principio escuchar tonos tan limpios. El homenaje al sector hostelero de “Voy al bar” funcionó a la perfección, al igual que el grito de rabia “Chicos pálidos para la máquina”. Esa noche no tenían previsto conceder ni un minuto de tregua, pues casi enlazaron de la misma con “Te prefiero lejos”, que ganó bastante en las distancias cortas. No hay piedad para los condenados, como se suele decir.

El rollito funk de “Divino imbécil” añadió variedad al conjunto, mientras que la histórica “Ángel exterminador” llegó a la fibra sensible de la parroquia, lo esperable. “Agotados de esperar el fin” conservó ese poso emocional que también se cultiva en los conciertos de los asturianos, no todo va a ser bilis desatada. “El bosque fragrante y sombrío” reincidió en esa faceta delicada que a menudo engrandece su propuesta por su versatilidad.

Otro de los temas que sobresalió fue “Nunca lo repitas en voz alta”, que contó con la voz de ultratumba del disco, ojalá permanezca bastante en su repertorio. “Ahora vamos a tener la desfachatez de hacer un poco de tecno punk”, dijo Jorge antes de “Juventud, egolatría”, aquel corte que conjuró a los haters de las redes por su colaboración junto a Dani Martín y que en concierto se antoja un proyectil impepinable. Las dedicatorias tomaron protagonismo en “Eres una puta”, todo un dardo para esos individuos contemporáneos de piel fina capaces de ofenderse por la letra de una canción. Si antes esta escrupulosa susceptibilidad quedaba reservada a las autoridades eclesiásticas y políticas, ahora se ha democratizado hasta el extremo de que lo verdaderamente complicado resulta escribir algo que no moleste a nadie. Una auténtica proeza.

Y del descaro pasamos al arranque preciosista de “Enamorados de Varsovia”, una exquisitez que muchos consideran como uno de los grandes alicientes para ver a Ilegales en directo y que un servidor jamás lo refutaría. Pura crema, sí. “Regreso del vacío” era otra pieza para sibaritas, o por lo menos así lo entendemos por ese puente que establecen entre el rock contundente y el shoegaze. Maravilla total.

El brindis con los seguidores puso de relieve la reciente operación de Jorge al confesar que no debería beber alcohol y que le habían quitado algo benigno: “No me gusta que me coma un bicho desde dentro y a vosotros tampoco os gustaría”. En esta tesitura impetuosa encajó “Punki raro”, otro corte de los que sumó enteros en directo, al igual que “Estrella venenosa”, un tema procedente de Jorge y los Magníficos con letra punk por los cuatro costados y ese arreglo spaghetti western con el que le han lavado la cara en ‘La lucha por la vida’.

La recta final no tuvo desperdicio con himnos del calibre de “Destruye” o el inevitable “Soy un macarra”, todo una declaración de principios en época de ofendiditos. Echamos el resto con un colosal “Bestia, bestia” y enlazaron con “Mi amigo Omar”, donde retumbó el desafiante “¿Y qué?” que Jorge entonó con la máxima chulería posible.

Todavía faltaba munición con la que arremeter, como ese decálogo de actitud llamado “Todo lo que digáis que somos” que debería enseñarse en escuelas o ese vertiginoso “Dextroanfetamina” que te deja precisamente con ganas de repetir. A estas alturas habían cumplido más que de sobra, pero son tipos magnánimos, por lo que regresaron con bises generosos muy bien recibidos por la afición, caso de “Yo soy quien espía los juegos de los niños”, que fue saludado con la peña gritando “Hey” al principio, o ese “Tiempos nuevos, tiempos salvajes” con plena vigencia en la actualidad. Gracias por ayudar a tanta gente a levantarse.

La fiesta aún siguió con el ritmo ska de “¡Hola, mamoncete!” y terminaron de clavar la pica en Flandes con el macarreo de “Caramelos podridos” y un “Tengo un problema sexual” que moló más la última vez que la tocaron en el Kafe Antzoki con el personal desbordado a punto de irrumpir en el escenario. Las barreras naturales del recinto quizás cortaron algo de rollo, aunque la envidiable acústica de la que disfrutamos desde el inicio del concierto te hacía olvidar cualquier otro detalle accesorio.

Recordó Jorge en una ocasión aquella frase que pronuncia en “Mi deporte favorito” que dice así: “Mi atrevimiento suple mi total falta de belleza”. Y lo cierto es que en esas pocas palabras tal vez se pueda condensar en su mayor parte el pensamiento de Ilegales, pues ellos nunca pretenden ni ser los más guapos, ni siquiera sonar mejor que otros, pese a que lo consigan a base de tirar de puro oficio. Cuarenta años de atrevimiento insolente marcados a fuego. Y que sean muchos más.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extensa crónica hacia el gran concierto que se marcaron en tan emblematica sala bilbaina una de nuestras bandas mas históricas como son los asturianos LOS ILEGALES presentando su último álbum de estudio el cual y como siempre hacen lo han vuelto a bordar. Las mejores de las suertes para las restantes fechas de su gira ibérica.

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