Crónicas

Herrero: Besos de rock and roll

«En la recta final, se intentaron despedir con una contundente “Cicatrices”, pero, por supuesto, todos le exigimos un bis que pondría un broche espectacular a una noche inolvidable.»

28 diciembre 2023

Sala Honky Tonk, Madrid

Texto: Valle. Fotos: Henrique Pratas

A veces la vida pone delante de ti justo lo que necesitas. Resulta que, cuando Ludwig van Beethoven rondaba los treinta años, estaba pensando en suicidarse. Las secuelas de una infancia traumática con la prematura muerte de su madre y un padre alcohólico que lo maltrataba se sumaban a un continuo e insoportable tinnitus. Sí, ese incesante zumbido en los oídos anunciaba una inminente sordera que lo tenía amargado. Sin embargo, en aquella primavera, lo contrataron para dar clases de piano a una joven de la alta nobleza. Beethoven se enamoró y fue correspondido. Entonces, todo cambió. El amor le dio la ilusión para seguir viviendo y compuso, para ella, la sonata número 14, más conocida como "Claro de Luna". Ya, tal vez no sea la mejor composición del genio, pero, sin duda, es la más diferente. Lejos de la fuerza de sus enérgicas creaciones, "Claro de Luna" es etérea, espiritual y transmite, a todo el que la escucha, paz interior. Un síntoma evidente de la felicidad que sentía.

Finalmente, no le dejaron casarse con Giulietta. Sus padres ya la habían concertado en matrimonio a otro hombre de su mismo estatus social. No obstante, se sabe que, durante mucho tiempo, tuvieron encuentros furtivos en los que se repetían aquellos primeros besos de primavera.

“Besos de primavera” es uno de los temas que más me gusta de Herrero y puede que sea el más diferente. Cuando el brillante músico lo presentó en el gran concierto que nos ofreció el pasado 28 de diciembre en la sala Honky Tonk de Madrid, nos contó que es la única canción de amor de su álbum ('Nada es eterno') y, quizás influenciado por lo que algún idiota ha dicho, la llegó a calificar de cursi. ¿Cursi?... Lo que tú digas, tío, pero qué pedazo de obra.

No podía ser de otra manera y el espectáculo comenzó con una pieza en la que Herrero nos deleitaba al saxo, el instrumento que tantos éxitos le ha dado cuando tocaba para los mejores artistas de este país. El “Jungleland”, de "el jefe" Springsteen, volvió a ser el elegido y, enseguida, enganchaba con el tema que da nombre a su magnífico álbum. “Nada es eterno” daba paso a “Salto mortal” a través de ese empiece cantando directamente que tanto gusta y, después, llegaba el turno de una de mis preferidas por el alto nivel melódico, las transiciones y los arreglos: “Mañana quizás”.

El soft rock de Herrero es una inyección de energía que provoca todo tipo de emociones debido a su calidad. En directo, estos sentimientos aumentan porque él sabe rodearse de una banda de lo mejorcito del panorama musical. De esta manera, pudimos saborear el arte de Danny Penalver a la batería, de Arturo Ruiz al bajo y del siempre disfrutón Javi Quintana a la guitarra que, pese a su juventud, es uno de los más virtuosos guitarristas que conozco.

Antes de que todos cantásemos uno de sus hits, llamado “Mi ciudad, tu habitación”, Dani Herrero dirigió sus sentidos agradecimientos a todas las personas que habían colaborado en el disco y en la gira más, también o sobre todo, a su mánager Marta García Sarabia. Entonces, el artista Sergio Rojas subía al escenario a cantar a dúo “Miedo a bailar”, que sonó maravillosa, y, luego, para que la actuación no decayese, Herrero interpretaba con garra la famosa “Arriba los corazones” del añorado Antonio Flores.

Rafa Blas (Mägo de Oz) con Herrero

A estas alturas, el público estaba entregado e hizo suya una canción tan personal como “Vuelvo a soñar” y, tras la mencionada “Besos de Primavera”, nada menos que Rafa Blas, el nuevo cantante de Mägo de Oz y ganador de la edición del 2012 del concurso televisivo “La Voz”, hacía una aparición estelar y mejoraba, con unos preciosos agudos en el estribillo, el exitoso tema que Herrero lanzó tal que punta de lanza para su álbum y que se titula “Boomerang”.

En la recta final, se intentaron despedir con una contundente “Cicatrices”, pero, por supuesto, todos le exigimos un bis. Sergio Rojas volvía a subir a las tablas y juntos cantaron “Rockin’ All Over The World”, el rock and roll que popularizó Status Quo y que, ahora, ponía un broche espectacular a una noche inolvidable.

Así, mi triste diciembre volvía a ser un mes de esperanza, la pena que traía se desvanecía, la buena música me sanaba y, cuando todo esto sucedía, yo bailaba libre ahí, en frente de Herrero y su banda. Sonriendo mientras pensaba que, como ya sabéis, a veces la vida pone delante de ti justo lo que necesitas.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Cojonudo resumen hacia el rockero y cañero concierto que se marcó HERRERO y sus buenos músicos en la Honky Tonk madrileña presentando su nuevo álbum.

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