Crónicas

Guadalupe Plata + Kinki Boys en Bilbao: El espíritu de una congregación

«Frente a propuestas vacuas dirigidas a esa generación incapaz de retener la atención más de diez segundos, Guadalupe Plata aboga por mandar el móvil a cascarla y escuchar música con los oídos bien abiertos, una auténtica temeridad en los tiempos que corren. Tal vez por ese motivo en sus conciertos se respire el espíritu de una congregación en vez del de un evento corporativo en el que intentan venderte hasta el alma.»

24 agosto 2023

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Dicen que lo más complicado de conseguir en un grupo es una personalidad determinada que lo distinga de las miles de copias que pululan alrededor y no transmiten absolutamente nada. Seguramente sea verdad esto último, pero también existen aquellos a los que eso se les queda algo corto y aspiran a conformar todo un universo a su alrededor. ¿Por qué limitarse a crear unos pocos rasgos característicos cuando uno puede crear un mundo casi inabarcable? Y entonces quizás hasta dedicarse a poner nuevo nombre a las cosas, del mismo modo en que Bastián reconstruyó Fantasía en base a su imaginación.

Guadalupe Plata

Tanto los jienenses Guadalupe Plata como la coalición de talentos de Kinki Boys pertenecen sin duda a esa suerte de aristocracia que no es que posean personalidad, sino que hacen gala de un auténtico universo entero. Los primeros funden con la precisión de alquimista el surrealismo de Buñuel con el blues grasiento y pantanoso, la Semana Santa o ese halo santero que les coloca en otra dimensión aparte. Y los segundos han abierto la veda en tierra de nadie marcando terreno en un lugar indeterminado entre el rock n’ roll, el punk y el siniestrismo patrio.

De sobra es sabido que los conciertos de pago en plenas fiestas de Bilbao no suelen congregar una gran cantidad de público. Nada más entrar en el Kafe Antzokia parecía que íbamos a estar cuatro y el del tambor, pero por fortuna, cambió la situación, y al escaso medio centenar de amantes de la buena música que habría en un inicio, se sumó una considerable multitud que posibilitó que se creara el ambiente de las grandes ocasiones.

Kinki Boys

Abrieron la veda Kinki Boys, que acostumbran a tornarse infalibles en directo. Y la verdad es que se antoja complicado errar con un guitarrista tan solvente como Mikel García Mancho, el pulso a las cuatro cuerdas y la voz misteriosa de Marga Alday o el aporreo con actitud y tono chulesco de Jordi Vila, histórico integrante de los Trogloditas de Loquillo que merecería desde luego mayor reconocimiento.

Kinki Boys

El repertorio fue muy equilibrado, con macarradas como “Vete”, en la que Vila echa el resto a las baquetas y a la voz, y otras piezas más cercanas al after punk a lo Parálisis Permanente, como “Mi hermana gemela” o “Amor paranormal”. Creo además que esta vertiente siniestra es la que verdaderamente les proporciona personalidad, por lo que aplaudimos la alternancia a las cuerdas vocales cada vez con más frecuencia en los directos. Seguimos echando en falta “Esta noche” de Commando 9mm, todo un himno del punk madrileño que tocaban antaño, pero tampoco era cuestión de quejarse sonando “Redada en Ciudad Sumisión” de Obligaciones. Sin desperdicio.

Guadalupe Plata

Que Guadalupe Plata son como caballeros decimonónicos en plena era digital nos los constatan infinidad de detalles. Para empezar, esa costumbre de oficiar en penumbra, que para los fotógrafos es poco menos que una tortura, o que apenas hablen durante su actuación, algo que les engrandece, pues da a entender que ahí lo importante es la música y no los delirios o la moralina de alguien que se sube al escenario y por eso piensa que su discurso es importante.

Podríamos incluso afirmar que este ahora dúo se siente como pez en el agua en los recintos pequeños, pues si les hubieran quitado la mitad del escenario tampoco hubiera pasado nada. A los que les siguen desde hace un tiempo, quizás todavía les llame la atención el hecho de que ya no cuenten con ese barreño que proporcionaba un matiz aún más artesanal a su sonido, pero suplen de sobra esa ausencia entre el descomunal talento de Pedro y Carlos y la discreta aportación al tenedor y botella, si no me equivoco, de un invitado suyo.

Guadalupe Plata

Una suerte de rockabilly acelerado se antojaba “Hoy como perro”, con su ritmo de locomotora desgastada, aunque en realidad tampoco conviene centrarse en los títulos de las canciones, pues es muy probable que el repertorio se improvise sobre la marcha, o esa es la percepción que le queda a un servidor. Después de tantos años, la simbiosis entre Pedro y Carlos parece total, fijo que una mera mirada puede servir para decantarse por un tema u otro.

Pero hay algunas paradas que resulta inevitable hacer, caso de su clásico “Calle 24”, que siempre incita al bailoteo. Puntualizaremos en este aspecto que los movimientos que surgen entre el respetable en un bolo de estos señores no se tratan de herramientas de cortejo o de pura vanidad, sino algo más similar a esas ceremonias de iglesias evangélicas en las que se saca el diablo del cuerpo de alguien con coreografías se acercan a las de un coro góspel.

Guadalupe Plata

Y aquí las palmas tampoco son de verbena, no hay que pedirlas como si se mendigara amor, surgen de manera espontánea. Todo aquello que no esté preparado ni ejecutado con la frialdad de autómata, siempre en nuestro equipo. La vida debería vivirse sin guión. Como decía un colega, el que quiera garantías, que se compre una tostadora.

Entre la tónica mayoritariamente acelerada, supuso todo un punto de inflexión su adaptación de “El Cóndor Pasa”, canción peruana internacional que basta con escuchar unas pocas notas para imaginarse ponchos y flautas de pan. Conviene puntualizar que el dúo se lleva bastante a su terreno esta emblemática composición.

Siguieron favoreciendo el cuelgue hipnótico con “Huele a rata” o “Milana”, cuyo ritmo repetitivo les acercaba a Suicide, toda una paradoja, pues la banda de Alan Vega fue de las más vanguardistas en la historia de la música. Nos pareció incluso que evocaron el mítico “Ghost Rider” de los neoyorquinos, o lo mismo pudo haber sido su forma habitual de interpretar “Baby, me vuelves loco”, que dispone de una parte muy similar.

En su línea parca en palabras, Pedro de Dios pronunció un simple “Muchas gracias” para dar a entender que el recital había terminado, así sin grandes aspavientos. Todavía regresaron para unos bises, pero daba un poco igual, el público comía de su mano una vez más.

Frente a propuestas vacuas dirigidas a esa generación incapaz de retener la atención más de diez segundos, Guadalupe Plata aboga por mandar el móvil a cascarla y escuchar música con los oídos bien abiertos, una auténtica temeridad en los tiempos que corren. Tal vez por ese motivo en sus conciertos se respire el espíritu de una congregación en vez del de un evento corporativo en el que intentan venderte hasta el alma. Bravo por ellos.

Alfredo Villaescusa
Etiquetas: , , , , , ,

Categorizado en: , ,

Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Cojonudo resumen hacia el currado concierto que se marcaron los ubetenses GUADALUPE PLATA en el Antzokia bilbaino presentando su último álbum el cual caló bien por tierras vascas. Digna actuación de los KIKI BOYS como digna banda telonera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *