Crónicas

Ginebras en Bilbao: Sangre de colorines

«Cuatro amigas cuya sangre brota a colorines, pura riqueza cromática capaz de epatar incluso a los muy fans de los tonos sobrios y la música depresiva.»

13 abril 2024

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Siempre han existido en la historia de la música grupos que podríamos denominar “placeres culpables”, esos que no confesarías de primeras que te molan por diversos motivos o que quizás no cuadran con una determinada imagen uno desee proyectar. Pero los prejuicios y la vergüenza se van perdiendo con la edad y llegados a un punto deja de importar hacerse el más auténtico o lo que tal o cual pueda pensar. Que cada cual abrace lo que le llame y que arda todo.

Las chicas de Ginebras entrarían de cabeza en nuestra categoría de bandas geniales que chocan con nuestros géneros predilectos por su luminosa alma pop o su afición a los coloridos extravagantes. No todo va a ser rumiar miseria a punta pala escuchando Joy Division o The Cure, también es necesaria la música animada, de subidón, eso que te pondrías antes de salir un sábado. Ah, y estas madrileñas, que se definen como “muy majetas”, también nos atrapan por melodías que evocan los sesenta que encantarían hasta a Joey Ramone.

Tal vez por el momento boyante que vive en la actualidad el sector del directo o por su creciente popularidad, el cartel de entradas agotadas andaba colgado en el bilbaíno Kafe Antzokia con meses de antelación. Hay que mencionar que en su anterior visita a la capital vizcaína la sala BBK estaba a reventar y su presencia en festivales veraniegos como Sonorama o BBK Live es recurrente. Por no decir que en su corta trayectoria ya han conseguido grandes hitos como tocar en el WiZink Center de Madrid.

Les habíamos visto cuatro o cinco veces y sabíamos de su tendencia a liarse la manta a la hora de hablar sobre las tablas, pero en aquella ocasión Ginebras estuvieron muy comedidas y no soltaron más que alguno de sus típicos chascarrillos, que también son una de sus señas de identidad, hay que decirlo. Un recinto a rebosar les recibió como a diosas, casi como si fueran ABBA, cuatro superheroínas tan idolatradas por la afición que hasta recibieron como regalo un espectacular dibujo realizado por algún fan. Esto sí que era devoción y lo demás tonterías.

Magüi, Sandra, Raquel y Juls están sin duda en uno de los momentos más dulces de su carrera y eso se notó desde que arrancaron con canciones tan perfectas como “Alex Turner” o “Crystal Fighters”, que constatan que se han pateado unos cuantos festivales como espectadoras, aparte de encontrar su particular Santo Grial del indie pop. Y si las letras no te sacan una sonrisa en algún instante, mejor que te compruebes el pulso. Su demoledora crítica a los modernos en “Vintage” es una obra de arte. Un misil directo a Malasaña.

“En bolas” mantiene el subidón sin problema, pegaría incluso en cualquier festival, y “Lunes negro” certifica el potencial de los cortes de su segundo álbum, ‘¿Quién es Billie Max?’. Bromean con el respetable eminentemente femenino previamente a “Cosas moradas” y se desatan con su personal versión de “Con altura” de Rosalía, con movimientos que se asemejaban a coreografías. Seguro que han visto también unos cuantos vídeos musicales.

Su experiencia como asistentes de festivales tenía que quedar reflejada en una canción y eso lo consiguen en “Qué gozadita”, que relata su paso por SanSan con referencia incluida a Mujeres, que dieron un bolazo de cátedra en su última visita al Kafe Antzokia. “Chico Pum” poseía un aire tan The Ronettes que Joey Ramone la habría adorado. Esa precisamente pareció también una de las preferidas de la concurrencia, pues se entonó a capela y lo de “quiero ser mamá” lo gritó hasta algún señor de cincuenta, pero la simpática guitarrista reivindicó el derecho de esta franja de edad a disfrutar del concierto. Sin complejos.

Anunciaron algo que más que una canción era “una receta médica” y estaba claro que hablaban de “Omeprazol”. La vocalista y guitarrista Magüi, que también tiene pinta de ser muy maja, se volvió loca y lo dio todo en el arrebato ska del final, con incursión incluida al público para desatar el bailoteo. Dijeron que habían metido esa parte con trompetas simplemente para que el personal se desfogara, objetivo más que cumplido entonces.

Hubo cierta confusión con un grupillo que no se sabía si eran amigas o novias, pero se trataba de una despedida de soltera, por lo que nada mejor que evocar encuentros casuales con “Metro de Madrid informa”, 100% herencia ramoniana, podría ser su “I Wanna Be Your Boyfriend”. Y encima lo que relata seguro que le ha pasado a más de uno, a veces los transportes públicos se tornan verdaderas pasarelas de modelos.

Basta ya de que la ropa rota y sucia sea cara”, dijo Magüi antes de la ya mencionada “Vintage”, de mis preferidas, por si no quedó claro. Impresionante cómo bordaron los coros. Podrán gustar o no, pero de lo que no cabe discusión es de que son un buen grupo en directo, se nota que tienen muchos bolos a sus espaldas.

Había una conexión especial con los fieles en la sala y compararon ese sentimiento con el que experimentan cuando van a Sevilla, según nos relataron. Los ánimos estaban por las nubes, era verdad, pero también había que relajar y Magüi se sentó al piano para “Muchas gracias por venir”, si no nos equivocamos.

“Desastre de persona” fue otra interpretación memorable, con la guitarrista cantando con bastante soltura algún fragmento, y preguntaron si Bilbao olía a sudor antes de “La ciudad huele a sudor”, evidentemente. Otro temón con ecos a Los Nikis, Airbag, y por supuesto, Ramones, piedra angular del sonido pop punk, entre otros géneros.

Se pusieron bailongas populares en “Rapapá” o “Paco y Carmela”, que intenta capturar precisamente el ambiente de una verbena de pueblo, por lo que Magüi ahí se metió al mogollón para desparramar. Y quedó tan satisfecha con la entrega del personal que exclamó: “¡Qué energía! ¡Quiero tocar aquí todos los fines de semana!”. Y sin desperdiciar un segundo se marcaron la guinda del dulzón pastel con “La típica canción”, todo un homenaje a los placeres culpables, a “cosas que odias pero reconoces que están bien”. El epílogo perfecto.

Cuatro amigas cuya sangre brota a colorines, pura riqueza cromática capaz de epatar incluso a los muy fans de los tonos sobrios y la música depresiva. Porque no todo va a ser llorar. De vez en cuando hay que abrir la ventana para ventilar, también de manera metafórica, y contagiarse del arrollador chute de positividad que propone esta banda cada vez más grande.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el buen concierto que dieron a su manera y estilo esta banda femenina como fueron GINEBRAS en el Antzokia bilbaino.

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