Fito & Fitipaldis: La casa por los cimientos

La verdad es que pocas cosas le quedan ya por hacer a Fito en esto de la música. Alcanzó su techo con el concierto de San Mamés del año pasado, porque, ¿qué sería ya lo siguiente? ¿Llenar un Estadio Metropolitano? ¿Llenar dos? ¿Tres? ¿Para qué? Si total, se escucha mejor en el Wizink... y en el "Cada vez cadáver Tour" llenó cuatro en 2022.

Estadísticas aparte, lo que esto deja claro es que si Fito sigue componiendo música y saliendo de gira es única y exclusivamente por una razón: porque le encanta. Así que, una vez más, ha reunido a sus Fitipaldis para lanzarse a la carretera apenas unos meses después de terminar el mencionado "Cada vez cadáver Tour", con el que presentó su último disco.

Esta vez, y como ya hiciesen en 2012 y 2013 con una gira que terminó alumbrando el álbum 'En directo desde el Teatro Arriaga', Fito y Fitipaldis se han embarcado en la que han denominado "Gira de auditorios y teatros". Porque, para qué complicarse con el nombre.

En aquel entonces -y perdón por volver a los números- llenaron durante cinco días el Price. Diez años más tarde, y a pesar de las quejas que hubo en su momento por el precio de las entradas, han sido cuatro. Y es que, esta vez, Fito ha querido dejarse el viernes de descanso (que de meter otro concierto ese día también lo habría llenado en pocas horas).

Porque le seguirá encantando componer música e interpretarla en directo, pero, como demuestra con el paso de los años y de los discos, también la tranquilidad de tenerlo todo bajo control juega un papel muy importante en su carrera. Insisto, que ya no empieza la casa por el tejado...

Esa fue la sensación que desprendió el primero de los cuatro soldouts de Fito en el Teatro Circo de Madrid, de que mucho habría que liarla para que el concierto no saliese como él tenía previsto (de hecho, los setlists están siendo idénticos en toda la gira).

Que algún músico se tropezase sobre la batería y tirase todos los platos, que alguien del público saltase al escenario y se pusiese a tocar la guitarra de Carlos Raya… Quizá con Platero o los primeros años de los Fitipaldis todavía, pero desde hace ya mucho tiempo sus shows no dejan lugar alguno a la improvisación.

Tómese como algo bueno o malo, pero desde luego cumple con el cometido de tener a sus masas contentas. Porque sí, otra cosa curiosa de los conciertos de Fito desde hace muchos años es la variedad de su público, ya que puedes encontrarte tanto al típico rockero con la cartera atada a una cadena que viene de hacer previa en el parque bebiéndose unas litronas como al tío con la bandera de España en la muñeca que acaba de tomarse unos gin-tonics en un bar del barrio de Salamanca. Aunque, bueno, esto último pasa sobre todo en el Wizink.

Ciñéndonos a lo estrictamente musical, uno de los grandes atractivos de esta "Gira de auditorios y teatros" es que Fito está rescatando algunas canciones que ya difícilmente se van a poder escuchar en cualquier otro concierto. Temas que son, muchos de ellos, de hace casi veinte años, pero que por esta sensación de que parece que el tiempo no pasa para Fito da la impresión de que son de anteayer.

Es el caso, por ejemplo, de “Me acordé de ti” (‘Antes de que cuente diez', 2009), “Sobra la luz” (‘Por la boca vive el pez’, 2006), “A la luna se le ve el ombligo” (‘Los sueños locos’, 2001) o las deliciosas “Ojos de serpiente” y “El funeral” (‘A puerta cerrada’, 1998), de cuando Fito aún estaba en Platero.

Todas ellas aderezadas, salvo la traca final compuesta por sus hits más comerciales y que interpretaron en el formato eléctrico clásico, por multitud de instrumentos como el contrabajo, el violín, la mandolina, la steel guitar o incluso un serrucho. Sí, de los de cortar madera.

Fito estaba muy feliz: Le plantó un beso en la cara al backliner cuando este le cambió la guitarra -luego se la devolvería lanzándosela al aire, aunque esto ya no es novedad en él-, se marcó una intro de “Que me arrastre el viento” de lo más psicodélica, tocó un tema de Fetén Fetén (“Me quedo aquí, la canción más bonita que jamás he cantado”, dijo Fito) -banda formada por los nuevos Fitipaldis Jorge Arribas y Diego Galaz-, e incluso se pegó un bailecito de pies rápidos durante de esta última que fue muy aplaudido.

Pero es que, además, consiguió transmitir ese buen rollo al resto de músicos, hasta el punto de que el mencionado Jorge Arribas, en los bises de “El funeral”, se dio un paseíto por el patio de butacas mientras interpretaba con su acordeón pequeños extractos de canciones populares como “La cucaracha”, “Buen menú” o “Los nardos”.

Dos generosas horas de calculado show con un interminable aplauso final que dictó sentencia: A la gente le gusta mucho Fito y a Fito le gusta mucho la gente y hacer música. ¿Puede existir mejor combinación?

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