Crónicas
Eluveitie + Amorphis + Dark Tranquillity + Nailed to Obscurity en Madrid: Magia melódica, pureza folclórica y extrema melancolía
«una oportunidad magnífica de hacer un alto en la rutina y fundirse con ese poderoso, épico y evocador sonido con axiomático sello europeo de tres bandas de culto en el viejo continente»
16 noviembre 2022
Sala La Riviera, Madrid
Texto: Jason Cenador | Fotos: Alfonso Dávila
Los adoradores del metal melódico que combina brutalidad y emotividad con maestría y una recurrente exaltación de la comunión entre el ser humano y su entorno natural tenían una cita ineludible en el ecuador de una semana cualquiera de otoño, una oportunidad magnífica de hacer un alto en la rutina y fundirse con ese poderoso, épico y evocador sonido con axiomático sello europeo de tres bandas de culto en el viejo continente como son los suizos Eluveitie, los finlandeses Amorphis y los suecos Dark Tranquillity.
Abrieron la lata los germanos Nailed to Obscurity, que, como cuando abrieron para los propios Amorphis en el show en el que también concurrieron Soilwork y Jinger tres años atrás, antes de que ni pandemia ni guerra en Ucrania sacudiesen nuestro mundo, comenzaron a una hora difícil para muchos que, en pleno miércoles, acudieron deprisa y corriendo tras culminar su jornada de trabajo.
Ante una sala que iba aumentando su caudal de público poco a poco, el combo de death metal melódico sumieron al personal en su hondo y sombrío death metal melódico durante apenas media hora de actuación que, expeditivamente, decidieron exprimir al máximo, sin apenas margen para la charla y el esparcimiento. Melancolía y abrasión se fundieron en temas como “Black Frost”, “Protean” y “Liquid Money”, uno de sus últimos singles, antes de que su vocalista, Raimund Ennega, nos anunciase algo nuevo dando paso a su última canción publicada, “Clouded Frame”.
Con la larga “Desolate Ruin” dieron carpetazo a su más que decente actuación, y es que no hablamos ya de una banda bisoña en absoluto, puesto que llevan peleando desde 2005, buscando incansablemente un escalafón destacado en una escena en la que la personalidad sonora importa mucho para diferenciarse. Ellos la tienen y la combinan con talento y precisión.
Los siguientes en liza fueron los históricos Dark Tranquillity, uno de los buques insignia de esa irremplazable escuela de Gotemburgo cuya condición de “banda invitada” en esta gira no deja de ser sorpresiva. Es más, el mismísimo líder de los cabezas de cartel de la noche, Eluveitie, el también veterano Chrigel Glanzmann, reconoció abiertamente que los escuchaba con profusión en su adolescencia. Qué sentirá al tener una referencia así como teloneros de su exitosa banda años después.
Pese al que el sonido en La Riviera ese día no era el más deseable para un concierto de metal, con guitarras demasiado bajas y sin esa fuerza que piden a gritos bandas como las que protagonizaban el espectáculo, los suecos dejaron bien claro que siguen siendo infalibles, meticulosos hasta la extenuación y tan fieros en sus arrebatos más salvajes como profundos, intensos y finos en los fragmentos más acompasados. Y es que Dark Tranquillity es una muestra paradigmática de lo excelentemente bien que pueden convivir elementos del metal extremo con pasajes más livianos y digeribles.
Dado que el tiempo apremiaba, no concedieron un protagonismo excesivo a su último plástico, ‘Moment’, del que pudimos degustar la inaugural “Identical to None”, “The Dark Unbroken” y “Phantom Days”, y supieron encandilar a sus no pocos acólitos con piezas imprescindibles de su discografía como “Terminus (When Death Is Most Alive”, “Atoma”, una de las más celebradas de la actuación; y la concluyente “Misery’s Crown”, seguida con intensidad y devoción.
Además, el combo encabezado por el incombustible Mikael Stanne, cuyas voces sonaron abrasivas y efectivas, y que después se mezclaría, junto con sus compañeros de banda, con quien se acercase por la zona del merchandising, quiso tirar de nostalgia mirando específicamente a su álbum ‘Damage Done’. De aquel plástico de 2002 rescataron “Cathode Ray Sunsine”, que según el propio Stanne nunca la habían tocado de gira hasta el presente tour, y “Hours Passed in Exile”, otra que tampoco se ha prodigado por sus repertorios en años precedentes. Su show fue un aperitivo de suprema calidad que no nos hubiera importado disfrutar como uno de los platos principales.
El pequeño festival seguía adelante con una de sus bazas más ilusionantes, el show de Amorphis, quienes, como Eluveitie, a priori habían dejado de lado a nuestro país en la presente gira hasta que después del primer anuncio se confirmaron los conciertos en Madrid y Barcelona. Uno tenía la espinita clavada de no haberlos podido disfrutar en vivo en la pasada edición del Graspop Metal Meeting al haber coincidido en el tiempo con Deep Purple, y acudía a su llamada con un hambre voraz de deglutir su irresistible metal melancólico, intenso, profundo y arrebatador.
Lamentablemente, el inexplicablemente deficiente sonido de una sala que es referencia en el circuito de la música en vivo de la ciudad pese a luego dedicarse esencialmente a menesteres discotequeros, desdibujó mucho el show de los finlandeses, cuyas guitarras apenas se intuían. Sonó sin la fornida base mínimamente exigible para empaparse hasta el tuétano de su música, las melodías de guitarra que doblan las voces de Tomi Joutsen apenas eran perceptibles y la rocosidad de su base rítmica se tornó más bien en plastilina. La banda, esmerada, bien dispuesta y puntillosa en cada aspecto de su ejecución, aunque comedida en los gestos como es más o menos habitual, queda eximida de toda culpa: la negligencia partía de la mesa de sonido.
Pese a que prácticamente los asistentes, incluso en las primeras filas, podían charlar entre ellos amenamente sin gritar en exceso ni acercarse al oído del interlocutor dado el escaso volumen del concierto, pusimos nuestros cinco sentidos y todo el corazón en mimetizarnos cuanto podíamos de hechizantes canciones como la inicial y evocadora “Northwards” o la potente “On the Dark Waters”, en la que Tomi dio una lección magistral con su amplísimo y soberbio registro vocal, en el que caben las más abrumadoras guturales y unas voces limpias efectivas, rebosantes de carácter y profundidad, y muy bien entonadas.
Llamaba la atención la diversidad de las camisetas que portaban los componentes de la banda, pues el mentado Tomi vestía una de Pantera, el genial guitarrista Esa Holopainen se decantó por Johnny Cash y el bajista Olli-Pekka Laine escogió a sus paisanos blackmetaleros Beherit. Esa elasticidad en los gustos tiene su espejo en la riqueza musical de un combo que prosiguió el show con la granítica “Death of a King”, con sugerentes melodías orientales; la siempre fenomenal “Silver Bride”, “Into Hiding” (magnífico en ella el doblaje de voces entre Tomi Joutsen y su tocayo, el guitarrista Tomi Koivusaari), “Wrong Direction” y “The Moon”, abanderada de su más reciente disco, “Halo”, y espectacularmente bien recibida por la audiencia. Nadie duda de que se trata, por tanto, de otro disco fenomenal que ha cuajado a la perfección entre los fans de la banda, y van… todos desde que entró Tomi Joutsen a la formación.
En la recta final del concierto, lograron emocionarnos pese al sonido gracias a la majestuosidad de “Seven Roads Come Together”, la aclamada “Black Winter Day” o la genial “The Bee”, tras la que finiquitaron con la más imprescindible de todas, una “House of Sleep” que es todo un himno y fue masivamente coreada por un público que ya cuenta los días para volver a disfrutar de una banda que siempre es especial y que merece un sonido a la altura de su grandeza.
De nuevo, el sonido se pareció más a una broma de mal gusto que al de un concierto de primer nivel al comenzar los suizos Eluveitie su actuación con “Exile of the Gods”, todo un temazo que había visto la luz pocas semanas antes del concierto y que previsiblemente formará parte de su próximo álbum. Ya desde entonces nos rendimos a la impresionante, y digo impresionante sin avidez de ser hiperbólico, voz de Fabienne Erni, a día de hoy una de las piedras angulares de la banda con más protagonismo cada vez. Y no es para menos. La también arpista es una música de privilegiado talento capaz de llenar ella sola el escenario con su prodigiosa garganta y su contagiosa dedicación, y su coexistencia con las siempre devastadoras guturales del líder del grupo, el también multiinstrumentista Chrigel Glanzmann, es encomiable.
Afortunadamente, el sonido fue yendo a mejor (aunque la caja de la batería a veces pareciera la de Eskorbuto en un gaztetxe y las flautas del genio multiinstrumentista Matteo Sisti casi siempre había que imaginárselas) a medida que el concierto avanzaba. Tras unas muy solemnes palabras de agradecimiento por parte de Chrigel, que pese a que canta como una verdadera bestia suele hablar más bien bajito, “Nil”, una de las joyas de su discografía, fue la siguiente en caer, sucedida por “Deathwalker”, en la que la zanfoña de Annie Riediger y el violín de Carmen Busch deslumbraron. Sí, eran ciento y la madre en el escenario, todos y todas cumpliendo al milímetro con su papel y haciendo de aquello un banquete suculento de folk metal. No en vano, estamos ante la que probablemente sea la banda más en forma del género en Europa, sobre todo en su vertiente más céltica y volcada en los instrumentos de viento.
Fabienne retomó el protagonismo con “Epona” y “Anu”, cantada esta última a capela, para embelesarnos por completo con su increíble voz antes de que “A Rose for Epona” nos cautivase con su inconmensurable belleza. Más tarde, el guitarrista Rafael Salzmann se marcó un solo de guitarra repleto de tapping e inusual para una banda que nunca ha dotado de mucho protagonismo a esta faceta del instrumento de seis cuerdas, todo antes de “Thousandfold” pusiera aquello patas arriba.
Chrigel, entusiasmado y comedido a partes iguales, se rindió a un público entregado del que dijo que estaba “jodidamente loco” antes de dar paso a “Ambiramus”, sucedida por un solo de batería prescindible y la corrosiva, demoledora “King”, que a su vez dio paso a una de las piezas más completas y elaboradas de cuantas defendieron sobre el campo de batalla al pie del Manzanares, “Breathe”.
Pidió entonces Chrigel, cuya pericia a las flautas era asimismo fascinante, un aplauso para cada una de las bandas que precedieron a Eluveitie, y “Call of the Mountains”, cantada con pasión por todos los presentes, desembocó en un breve respiro que fue quebrado por las fulminantes “Aidus”, otro de los singles que han visto la luz este año 2022; y “Ategnatos”. No se iban a ir sin hacernos levitar con “Inis Mona”, una de las canciones más veneradas y emocionantes de la historia de un género, el folk metal, que Eluveitie ha llevado a un nivel supremo de excelencia también en directo.
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1 comentario
Pedazo de resumen hacia las curradas descargas que se marcaron estas tres pedazos de bandas en dicha gira conjunta por el viejo continente descargando sus cañeras propuestas en La Riviera madrileña presentando algunas de ellas sus nuevos álbumes caso por ejemplo de los fineses AMORPHIS.