Effe + Cuatro Madres en Bilbao: Palabras muy vivas

Effe

Una buena dupla de rock urbano se había montado en la bilbaína sala Azkena un sábado de carnaval en el que la mayoría seguramente andaría a otras cosas en vez de ir a conciertos. No pasaba nada, nos sobraban las cotorras y los que acuden a los saraos únicamente para figurar.

Por un lado, los turolenses Effe, con cuatro discos ya a las espaldas y colaboraciones tan lustrosas en su último trabajo como Ramoncín o Kutxi Romero (Marea). Y por otro, los navarros Cuatro Madres, con una trayectoria no tan extensa, pero con ganas idénticas de prender fuego a los escenarios. Una coalición que sin duda debería haber cosechado éxito similar al de La Gripe en el mismo sitio el día anterior con entradas agotadas.

Pero ya se sabe que el tema de la asistencia a conciertos no es una ciencia exacta y a veces influyen variables ingobernables al margen de cualquier pensamiento lógico. Con todo, bastante hazaña ya se antojaba abrirse solo paso en un escenario tan competitivo como el de la capital vizcaína en los últimos tiempos.

Cuatro Madres

Ante un respetable no demasiado numeroso, pero participativo, se presentaron Cuatro Madres, que hacían una suerte de rock urbano enérgico con un cantante muy entregado que podría acercarse a una versión salvaje de Santi Balmes de Love of Lesbian. Contaban además con piezas muy válidas del calibre de “Yo confieso” o “El regreso”, aunque su momento glorioso llegó con la brillante adaptación que se marcaron de “Vidas cruzadas” de Quique González, con la colaboración de Fabian, vocalista de Effe. Para seguirles la pista por completo.

Con el pabellón bien alto, Effe tampoco iban a dejar pasar la ocasión de reencontrarse con su público bilbaíno, que si sigue la tónica de esta noche, cada vez será más numeroso. Ya les habíamos visto en la gira anterior, por lo que conocíamos el potencial de su rotundo grito de la España vaciada. Si su disco ‘Ni realidad ni quimera’ de 2019 atrajo la suficiente la atención, con ‘Los días de palabras muertas’ han pegado un salto considerable en cuanto a composición, con sus letras poéticas alcanzando picos admirables.

Effe

“Como, cuando, si” supuso el pistoletazo de salida para una banda que a buen seguro se entrega de idéntica manera acompañe o no la asistencia. En aquella ocasión no habría multitudes, pero el vocalista Fabián se encargó de recorrerse la sala y así hacer sentir que en realidad todos formaban parte de la misma comunidad.

“Me muero” mantuvo el tipo y demostró el inmenso poderío vocal de Fabián, que en directo canta igual o mejor que en estudio. Frente a aquellos que en las distancias cortas se desinflan sin vergüenza alguna, aquí más bien se trata de una indiscutible demostración de talento. Y eso por no mencionar su esfuerzo por intentar levantar a un respetable un tanto hierático. Profesionalidad al cubo.

Fabián de Effe y Jerry de Cuatro Madres.

Reivindicaron el terruño en “Una tierra sin huellas”, una actitud todavía necesaria con zonas de la península completamente olvidadas por sucesivos gobiernos y que incluso recibieron el desprecio de los que acabaron convertidos en un partido de muffins y pancakes. Uno de los instantes de la velada lo vivimos en “El último”, donde invitaron al vocalista Jerry de Cuatro Madres y así poder devolver el favor de la actuación anterior. Aparte de eso, dicha pieza probablemente sea de las más conseguidas de su último trabajo, por lo que era imposible errar con unos mimbres así.

“De papel y plata” remitía a sus maestros Marea, pero también a Sínkope o al evangelio ineludible de Extremoduro. Fabian siguió intentando que la concurrencia se moviera por lo menos un poco y antes de “El zaguán” animó con las palabras: “La barra no se cae, podéis bailar”. No tardaría el vocalista en introducirse entre la concurrencia y aprovechar el paseo para bailar con una chica o plantarse delante de la mayoría de asistentes al bolo. Que no se diga que no había cercanía.

Effe

Recordaron a Kutxi Romero en la genial “A la sombra de una encina”, uno de los puntos álgidos de su repertorio, y Fabián hasta emuló a Freddie Mercury con el clásico numerito de repetir “eooo”. Medidas desesperadas para desperezar, aunque si no lo hacían temazos del calibre de “A deshoras” o “La copla del rock & roll”, un servidor diría que se trataba de un caso perdido.

Y nunca estará de más censurar el postureo inmisericorde en el que vivimos y acordarse de la gente que todavía, en 2024, pernocta en la calle. Ahí estaba “Sin nada” en memoria de todos esos héroes anónimos que pueblan nuestras ciudades. “Tu sinsentido, mi sinrazón” rubricó una velada en la que no hubo margen alguno para el aburrimiento.

Effe

Sigo pensando que este grupo se merecía una cantidad bastante mayor de fieles, pero no habitamos en un mundo justo, ya se sabe. Por muy adversas que se tornen las circunstancias, siempre habrá lugar para reivindicar a las bandas que se preocupan por el mensaje y aspiran a legarnos letras que dejen bastante más poso en el espíritu que otros lamentables textos que nos meten hasta por los ojos. Hay palabras muy vivas. Y encima acompañadas de música.

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Alfredo Villaescusa

Eclecticismo en vena. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos.

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