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Crónicas

Black Sabbath con Ozzy Osbourne en Birmingham (Back to the Beginning): La emoción de vivir la historia en directo

«Mientras la locura se dispara y los fuegos artificiales iluminan el cielo, Black Sabbath se despide para siempre de los escenarios. Esta vez sí. Ha llegado el final»

5 julio 2025

Estadio Villa Park, Birmingham (Inglaterra)

Texto: Mariano Muniesa. Fotos: Jesús Figueirido

Una vez más, fue toda una aventura. Fieles a nuestra vocación periodística de estar al filo de la noticia y de huir del periodismo de corta y pega fusilando crónicas de otros medios, viajamos a la ciudad natal de Black Sabbath para ver su actuación final dentro de un espectáculo que superó todas las expectativas. Jesús Figueirido inmortalizó con su cámara los mejores momentos y Mariano Muniesa nos deja el relato de lo que se vivió ese ya histórico sábado 5 de julio de 2025.

Haciendo justicia a la historia

Tal vez no sea estrictamente necesario, pero me parece pertinente poner de alguna manera en contexto el cómo y el por qué fue posible que un evento como el del pasado sábado 5 julio en el Villa Park que en esta crónica relatamos llegara a celebrarse. Todo empezó a tomar forma a finales del pasado 2024, cuando Ozzy Osbourne declaró en su podcast The Madhouse Chronicles que sentía que la carrera de Black Sabbath había quedado "inconclusa" porque no se retiraron con Bill Ward a la batería. Hay que recordar que los Sabs dijeron adiós tras una extensa gira de despedida que les tuvo en la carretera entre 2016 y 2017. Los conciertos contaron con la participación de tres de los cuatro miembros fundadores de la banda: Ozzy, el guitarrista Tony Iommi y el bajista Geezer Butler, pero no del batería original, Bill Ward, quien se marchó de Black Sabbath varios años antes debido a una disputa contractual con la mujer y manager de Ozzy, Sharon Arden.

En ese podcast Ozzy pidió una verdadera reunión de la formación original, e Iommi, Butler e incluso el propio Bill Ward expresaron interés en la idea durante las semanas siguientes. Las conversaciones fructificaron y el regreso finalmente se hizo oficial con el anuncio del concierto “Back To The Begining” en febrero de 2025. Por única y última vez, y a pesar del precario estado de salud del cantante, Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, los cuatro miembros originales de Black Sabbath se subirían a un escenario para dar su último concierto y cerrar el círculo de su historia el 5 de julio de 2025 en el Villa Park Stadium del legendario club de fútbol británico Aston Villa, del que siempre se confesaron seguidores los cuatro miembros del grupo.

Una originalísima extravaganza

Recuerdo, de camino desde Londres a Birmingham, que comentaba con el Pirata que este concierto era en cierta manera como un cruce entre las fiestas de La Heavy y los antiguos Monsters Of Rock en Donington, dado que el formato era muy novedoso, tanto que no me extrañaría que se adoptase por parte de algunos festivales. Un festival de un solo día – como los festivales de Donington- con conciertos breves de varios grupos y jam-sessions, como solemos hacer en las fiestas de La Heavy. Tal vez solo de esa manera hubiera sido posible reunir en un mismo festival y un solo día al elenco de grandes leyendas que pasaron por el escenario del Villa Park.

Mariano Muniesa, El Pirata y Mariskal Romero en el banco de Black Sabbath. Foto: Rebeca Rods

¡Empieza el espectáculo!

Toda vez que superamos el formidable atasco que lógicamente colapsaba los accesos por carretera a Birmingham, al llegar a la ciudad el ambiente era, como os podéis imaginar, sensacional. Toda la ciudad invadida, como en cualquier gran evento heavymetalero, por miles de chicos, chicas, familias y gente de toda clase y condición con sus largas melenas, sus camisetas de Black Sabbath y de Ozzy Osbourne, larguísimas colas para la inevitable foto en el ”Black Sabbath Bridge” y todo además con una atmósfera impregnada de camaradería, complicidad, buen rollo, como en los mejores tiempos de las excursiones a Donington, Bang Your Head, Graspop o Sweden Rock. A medida que nos acercamos al estadio, la excitación crece. Se huele, se siente, se nota en el ambiente que vamos a vivir una experiencia inolvidable.

Abren la celebración unos Mastodon que se presentan en este concierto abriendo con “Black Tongue” y con un Nick Johnstone que evidentemente se reivindicará ante la ausencia de Brett Hinds, aunque con tan solo tres canciones solo pueda, por así decirlo, presentar credenciales. Digna, aplaudida y potente actuación la de los americanos, que culminó con una versión de “Supernaut” en la que se les unieron, precediendo de alguna manera las jam-sessions de los supergrupos, Mario Duplantier de Gojira, Danny Carey de Tool y Eloy Casagrande de Slipknot.

Rival Sons representaban el rock de corte más clásico dentro de esta primera fase del evento y su intervención, aunque necesariamente breve como correspondía en este momento, dejó un magnífico sabor de boca tanto con sus temas propios, “Do Your Worst” y “Secret”, como con su tema de tributo a la banda, “Electric Funeral”. Imagino que por ajustes de tiempo, Anthrax solo tocaron dos temas, “Indians” y una versión aplaudidísima de “Into The Void” que yo creo que nos dejó a todos con ganas por lo menos de una canción más de los neoyorquinos.

A estas alturas del concierto, y aunque la cosa no había hecho más que empezar, el estadio está prácticamente lleno ya y el ambiente es inmejorable. Grandes balones de playa con los colores del Aston Villa y los nombres del club y de Black Sabbath flotan por todo el crowd, las pantallas de video muestran los mensajes de apoyo, afecto y reconocimiento a Ozzy y a los Sabbath por parte de personajes tan heterogéneos y diferentes entre sí como Judas Priest, Jonathan Davis de Korn, Elton John, Joe Elliot de Def Leppard, Dolly Parton, el cómico Ricky Gervais o Marilyn Manson. Se suman pequeñas piezas cómicas en las que Ozzy aparece tanto como protagonista de películas de ciencia ficción como en clips de comedia que alguna vez se usaron como videos de introducción para sus conciertos: rociando un super-soaker durante la famosa escena de "Ezequiel 25:17…" de ‘Pulp Fiction’, reemplazando a Haley Joel Osment en ‘El Sexto Sentido’ o siendo el quinto Beatle en un montaje hecho con IA.

La intensidad no para. Es el turno de unos Halestorm cuya líder, Lzzy Hale, se revela una vez más como lo que ya ha demostrado ser, una fiera del escenario y una mujer empoderada como pocas en el mundo del heavy metal, atacando con tanta energía como sensibilidad tanto su versión de “Perry Mason” de Ozzy Osbourne en solitario como con “Love Bites (So Do I)” y “Rain Your Blood on Me”.

En modo alguno le van a ir a la zaga Lamb Of God, con quienes vamos a ver los primeros circle-pits de la jornada y que nos van a regalar una versión de “Children Of The Grave” fabulosa, que pone todo el estadio a punto de ebullición, aunque la temperatura exterior no sea demasiado calurosa -en torno a 21 o 22 grados- y contra todo pronóstico, no llueva, tal y como se había anunciado.

Llegamos al primero de los “supergrupos”, el que reúne en esta ocasión a Lzzy Hale, al guitarrista de Extreme, Nuno Bettencourt, el teclista de los Sabbath, Adam Wakeman, y el exbajista de Megadeth David Ellefson junto con Jake E. Lee y Mike “Puffy” Bordin, viejos compañeros de las andanzas de Ozzy en solitario en sus diversas formaciones.

Este elenco nos regala una sublime versión de “The Ultimate Sin”, tras la cual se produce el único incidente desagradable del día: la presencia, para mí inexplicable e injustificable de un apologista del genocidio sionista, cuya presencia fue recibida con evidentes y atronadoras protestas de todo el público, que le abucheó e insultó como se merece. Para quien no lo sepa, este pobre desgraciado, David Draiman, ha firmado en las bombas israelíes que han masacrado Gaza y se ha mostrado entusiasta seguidor de las políticas de Donald Trump.

Sammy Hagar

Repito, para mí, inaceptable que este neonazi de mierda estuviera en un evento para celebrar la cultura, la música, la hermandad, todo lo contrario de lo que representa el estado genocida de Israel. Afortunadamente, el público expresó de manera contundente su desprecio a este sujeto. Una vez que se fue y el escenario dejó de oler mal, “Believer” con Whitfield Crane de Ugly Kid Joe, Nuno Bettencourt, Scott Ian y Frank Bello de Anthrax nos quitó el mal sabor de boca de lo vivido anteriormente.

Alice In Chains tuvieron, a mi juicio, la habilidad y casi diría la genialidad de saber llevar a su peculiarísimo sonido y puesta en escena la más pura esencia Sabbath. Con el arranque de "Man In The Box", se podía sentir el espectro de Iommi y Butler en la interacción entre Jerry Cantrell y Mike Inez, todavía más denso y oscuro en “Would?” y en su versión de “Fairies Wear Boots”. Les pasó, sin embargo, lo mismo que a Tool; musicalmente impecables, pero… no conectaron con un público que en ese momento reclamaba otro nivel de energía.

Los franceses Gojira, una banda que se ha sabido consolidar ya a nivel internacional -su presencia en este cartel así lo corroboraba- fueron, en mi opinión, otros de los grandes triunfadores de este concierto. Su potencia en directo y su contundencia desde hace ya muchos años está fuera de toda duda, pero es en ocasiones como esta donde se refuerza y se reafirma. ¡Sensacionales Gojira! Increíbles sus interpretaciones de “Stranded”, “Silvera” y, por supuesto, de “Mea culpa (Ah! Ça ira!)” con la colaboración de la soprano franco-suiza Marina Viotti.

¡Sigue la extravaganza!

A partir de este momento del concierto, junto al actor Jason Momoa, que hace las veces de maestro de ceremonias, adquiere gran protagonismo en el show el guitarrista de Rage Against The Machine y Audioslave, Tom Morello, director musical del concierto que lidera el segundo de los supergrupos. Ahora, vamos a disfrutar de un triple duelo de baterías formado por Travis Barker de Blink-182, Chad Smith de Red Hot Chili Peppers y Danny Carey de Tool. Junto a ellos, Nuno Betterncourt, Rudy Sarzo, bajista ocasional de Ozzy, y el propio Morello interpretan una vibrante versión instrumental de “Symptom Of The Universe” que arranca de la audiencia una ovación realmente impresionante.

A esta le que sigue una nueva versión de este supergrupo en la que intervienen Billy Corgan, Adam Jones de Tool y K.K. Downing, exguitarrista de Judas Priest, este último recibido con unas muestras de entusiasmo estremecedoras, sobre todo cuando se devora el escenario atacando “Breaking The Law” y un “Snowblind” de Black Sabbath demoledoras. Sin embargo, incorporar al líder de The Smashing Pumpkins a cantar estos temas me pareció un error. Ni es el cantante adecuado por su capacidad vocal ni por su actitud. Es otro tipo de vocalista, por supuesto magnífico en su registro, su género y su estilo, pero para hacer esos temas hay que tener la potencia de un Ronnie James Dio o un Robert Plant. Y Billy Corgan no la tiene ni de lejos. Plausible su intento y sus ganas de hacerlo bien, pero estas piezas debió hacerlas otro frontman.

En la segunda parte de la jam se incorpora Sammy Hagar, quien ofrece una sólida versión de “Flying High Again” - ¡mi tema favorito de ‘Diary Of A Madman’, al que tengo asociados recuerdos maravillosos!- aunque en “Rock Candy”, Hagar parece sufrir problemas vocales y, en general, da la impresión de que la banda baja el pie del acelerador. Pero como si de un regalo del cielo se tratase – entiéndase la ironía-  Papa V Perpetua de Ghost se viste de gala para atacar una muy potente versión de “Bark At The Moon”, que vuelve a subir los decibelios ambientales.

Steven Tyler (Aerosmith)

Y entonces… hacen su aparición en el escenario nada menos que Steven Tyler y Ronnie Wood, quienes junto a Andrew Watt -productor de Ozzy Osbourne y de los Rolling Stones- Tom Morello, Rudy Sarzo y Nuno Bettencourt, se lanzan a una versión aplastante de “Train Kept’ A Rolling”, que culmina en un apoteosis absoluta, con “Walk This Way” de Aerosmith y “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin. Estamos tocando el cielo con la punta de los dedos…

Y ahora… ¡mandanga de la mejor!

Pantera

Con otra ovación ensordecedora, Pantera aparecen en escena abriendo su set con un contundente y agresivo “Cowboys From Hell”, al que sigue en otra demostración de brutalidad un “Walk” que arranca de todo el estadio una respuesta que hace temblar los cimientos de la centenaria edificación. Sí, lo asumo. No son lo mismo ni lo serán nunca sin Dimebag Darrell y Vinnie Paul, pero Zakk Wylde y Charlie Benante cumplen a la perfección y el paso de Pantera por este evento se saldará con una reafirmación en positivo de esta formación y de su capacidad de estar al nivel que se puede exigir en un evento de estas características.

Como apunté antes, Tool es una banda cuya calidad musical, capacidad de evolución y progresión esta fuera de toda duda, y creo que nadie puede negar que difícilmente puede explicarse la historia del rock contemporáneo sin ellos. Pero eso no se tiene que corresponder necesariamente con ser en directo una banda capaz de comunicar, de transmitir, de impactar. Y eso es sencillamente lo que pasó con Tool en el evento que estamos relatando: ejecución musical impecable y actitud irreprochable, pero… poca capacidad de comunicar, de emocionar. Se volvió a demostrar en su breve actuación. Admirable en cualquier caso, su versión de “Hand Of Doom”.

Tool

Donington’ 92, Madrid-Canciller’94, Dynamo’96… han sido tantas y tantas veces las que he visto a Slayer literalmente aplastar a la audiencia, que ello, unido a que ya tenía asumido que no volvería a verlos en directo, hizo que estuviera sumamente expectante por verlos de nuevo, y quién sabe si también por última vez. No defraudaron. Todo lo contrario, están en un estado de forma espectacular y en este breve showcase volvieron a dejar a todo el Villa Park con las pelotas y los ovarios literalmente en el suelo.

Auténticas bestias, arrasaron con todo y os confieso que me volaron la cabeza con sus versiones de “War Ensemble”, “South Of Heaven”, “Raining Blood” y “Angel Of Death” más su personalísima versión-tributo a Black Sabbath de “Wicked World”. Sencillamente, brutales.

No han perdido ni un ápice de fuerza, de energía, de agresividad. Tom Araya sigue manteniendo su carisma y Kerry King es un maestro de la guitarra en plena forma. Si esta ha sido la última vez, me quedaré siempre con un recuerdo maravilloso de esta banda a la que he seguido durante tantos años.

Slayer

Sería injusto decir que Guns N’ Roses fueron la decepción del concierto, pero sí hay que decir que no brillaron con la luz propia que creo todo el público esperaba y el acontecimiento merecía. Básica y fundamentalmente porque aunque la banda en sí lo dio todo y lo intentó, Axl Rose no pudo ofrecer ni mucho menos su mejor versión como vocalista, y ello se manifestó claramente en el primer tema de su set, el injustamente olvidado “Never Say Die!” de Black Sabbath de 1978, el primer tema que tocaron.

Guns N' Roses

Seamos sinceros, Ozzy Osbourne nunca fue un vocalista de la potencia de un Ian Gillan o un Rob Halford, pero sí sabia modular muy bien y dar la melodía y el tono adecuado a las canciones de Black Sabbath, entre ellas “Never Say Die!”. En ese intento, Axl Rose naufragó irremisiblemente. No le faltó actitud, no estuvo disciplente ni engreído como otras veces que le he visto – aún me acuerdo de la “fatwa” que sus fans femeninas ayatollahs lanzaron contra mí en 1993 por denunciar que estaba tomando el pelo a sus fans- pero simplemente, no llegaba. Y pasó lo mismo en “Sabbath Bloody Sabbath”, aunque la cosa mejoró en “Welcome To The Jungle” y “Paradise City”. Pero solo mejoró. Estuvo lejos del nivel que se había mostrado anteriormente.

Cuando Metallica salió a escena, se vivió otro de los momentos más vibrantes de la noche, mostrando su devoción y su admiración por Black Sabbath desde el principio con su versión de otro de esos clásicos ocultos y magníficos de la historia de los de Birmingham, además de ser de mis favoritos: “Hole In The Sky”, un hard rock heavymetalero brutal que abría su álbum de 1975, ‘Sabotage’.

Metallica hizo una actuación necesariamente breve pero llena de entrega, intensidad, potencia y que puso a todo el estadio a punto de caramelo para recibir a los grandes protagonistas de la noche. "Sin Black Sabbath, repito, sin Black Sabbath, no habrían existido Metallica", insiste James Hetfield después de ese inmejorable “Hole In The Sky”.  A partir de ahí, se mantienen fieles a la vieja escuela: “Creeping Death” y “For Whom The Bell Tolls” siguen siendo dos de los himnos que más remueven a los fans de siempre, que después estallan de júbilo con “Battery” y “Master Of Puppets”.

Metallica

La apoteosis final

Ozzy Osbourne

Ya se ocultaba el sol y se empezaban a encender las luces del estadio. La emoción se palpaba en el ambiente y estalló en las gargantas de los miles y miles de personas que abarrotaron el Villa Park cuando Ozzy, en su silla, su trono, apareció en escena y todos los corazones fueron uno para aclamar al cantante de Black Sabbath, que apenas podía ocultar su emoción al sentir esa entusiasta, calurosa y sincera bienvenida que su gente le tributaba.

La lucha del cantante con sus problemas de salud ha sido bien documentada, sobre todo contra el Parkinson – todo lo recaudado en este concierto se destina a fomentar la investigación en todos los campos para tratar de conseguir una cura para esa enfermedad-  y casi todas sus declaraciones en los últimos años han hablado de lo mucho que significa para él estar en el escenario, pero no es hasta que está allí, agradeciendo a los fans y llorando que se da cuenta de lo emocionalmente resonante que es.

La banda se deja la piel en los cinco temas que interpretan, “I Don´t Know”, “Mr.Crowley”, “Suicide Solution”, “Mama I´m Coming Home” y “Crazy Train”, siendo conscientes también del momento histórico que viven, quizá especialmente Zakk Wylde. Cuando Ozzy al terminar les da las gracias, sin duda nota la cuenta atrás cerca de su corazón. Se acerca el final de la fiesta. Pero va a ser un final grandioso, la mejor despedida imaginable para gente como ellos.

Geezer Butler (Black Sabbath)

La celebérrima intro de “Black Sabbath” anuncia su llegada al escenario, pero la banda cambia rápidamente de tema al colosal “War Pigs”. Si se mira desde determinado punto de vista, es una muy apropiada forma de reintroducir a Bill Ward, cuya batería siempre ha sido única, incluso en el género que él ayudó a inventar.

Es cierto que el enfoque jazzístico más rápido y fluido que tenía en su juventud no es evidente —esta es una versión más lenta y precisa—, pero poco importa. Es puro éxtasis. A continuación, llega el momento de que Geezer Butler brille. Su vibrante bajo en “N.I.B” una vez más le reivindica como un grande de verdad, que quizá injustamente ha estado siempre a la sombra de Tony Iommi, que se alza como un maestro cuando ataca el riff de “Iron Man” y los cuatro Sabs atruenan en una noche cuyo manto ya se extiende por completo en Birmingham. Sencillamente apoteósico.

Bill Ward (Black Sabbath)

‘Paranoid’ fue el primer álbum de heavy metal del Reino Unido en llegar al número 1 en 1970, así que no puede ser más apropiado que la canción principal que dio título a ese legendario trabajo sea la última que los miembros de Black Sabbath compartan en el escenario. Ozzy tiene que competir con un público eufórico por el volumen y la fuerza, insiste en que todos se vuelvan locos porque este es el último tema y mientras esa locura se dispara y los fuegos artificiales iluminan el cielo, Black Sabbath se despide para siempre de los escenarios. Esta vez sí. Ha llegado el final.

Con ellos se va toda una leyenda. Una parte de la historia de nuestra música, por supuesto, con sus luces y sus sombras, pero que nadie podrá volver a repetir.

The End

En la oscuridad de la noche en el regreso a Londres, mientras devoramos kilómetros y kilómetros, pienso en lo vivido y en lo visto y es cuando realmente asimilo que afortunadamente, he podido ser testigo una vez más de un episodio histórico como muy pocos tal vez volveré a vivir.

Y sobre todo, he podido vivirlo junto a mis grandes amigos y maestros. Al lado de Rebeca Rods, nuestro conductor Gustavo, Emilio Ortega y “Suso” Figueirido, he compartido esta vivencia con el Pirata y con Mariskal Romero.

Tres generaciones unidas por la magia de una banda irrepetible con la quisimos estar el día que nos dijeron adiós y, por supuesto, poder contarlo a todos y todas las lectoras de MariskalRock.

Mariano Muniesa
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