Crónicas

Bilbao BBK Live Udazkena con Mando Diao + León Benavente + El Columpio Asesino: Subidón, caris

«Lo que nos llevaremos de esa noche es que hay frases que captan justo el estado de ánimo del público, como ese inocente “subidón, caris” que pronunció Cristina Martínez de El Columpio Asesino y que podría utilizarse para definir lo que sentían todos aquellos que experimentaban de nuevo un concierto de pie, la colisión de los cuerpos con mascarilla y la sensación de que ahora sí que estamos realmente vivos.»

8 octubre 2021

Bilbao Arena, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Quizás debería hacerse un estudio acerca de los damnificados por las sillas en los conciertos. Un servidor conoce múltiples ejemplos de gente que optó por no acudir a recitales en las restrictivas circunstancias que estaban vigentes hasta hace dos días, cuando nos obligaban a estar sentados y se coartaba de esta manera cualquier tipo de interacción con el artista, salvo el consabido dar palmas, que vale para este tipo de eventos igual que para discursos políticos. Por suerte, vamos dejando atrás esa época oscura de inquisición cultural, aunque todavía haya que soportar incongruencias como eso de solo poder beber si el recinto tiene un establecimiento hostelero en su interior. Otra espectacular creación de los que promueven el baile pero solo en discotecas.

Mando Diao

Al contrario de lo que sucedió en la jornada anterior, hubo gran aceptación de público desde el principio al cartel conformado por los suecos Mando Diao y dos nombres tan consolidados en el panorama nacional como León Benavente y El Columpio Asesino. ¿Quién se resistiría a comenzar el finde de una manera tan rotunda y encima con el añadido de poder estar de pie? Todavía nos sigue pareciendo de auténticos extraterrestres eso de ver a peña bailando, la de vida que nos hemos perdido en los últimos meses.

Abrieron una sesión más del BBK Live Udazkena en el Bilbao Arena los navarros El Columpio Asesino, todo un grupazo capaz de cambiarse los instrumentos como si fuera lo más normal del mundo y con el que se comete la profunda injusticia de encasillarlo en el mundillo indie, a pesar de que su propuesta musical sea oscura como un tizón. Tal vez debido a este motivo, apenas contaron con luz en el escenario, lo cual supuso una tortura para fotógrafos, pero un acierto a la hora de transmitir una atmósfera lúgubre, fiel a la esencia malrollista de sus letras.

El Columpio Asesino

Iniciaron un peculiar descenso a los infiernos con la instrumental “Ataque celeste”, la sintética “Huir” o esa suerte de pesadilla estajanovista llamada “Sirenas de mediodía”. La vocalista Cristina Martínez siguió desplegando tonos hipnóticos con “Arde Babel” y “La lombriz de tu cuello”. De la emoción de ver a peña levantada no pudo evitar que hasta se le escapara un “subidón, caris”, que varios asistentes luego repetirían a modo de santo y seña después del show. Finiquitaron su turno en escena con su himno “Toro”, que provocó saltos por doquier y gritos a pulmón, a la par que constató su profunda versatilidad en esa inmensidad difusa que va desde el post punk al rock alternativo. Enormes.

León Benavente era otro de esos aciertos sin margen de error en circunstancias normales. Así resultó desde luego la primera parte de su recital con “Cuatro monos”, “Ama” o ese “Estado provisional” en el que enfatizó lo de “Y resisto, como resisten en el barrio de Cabañal”. La batería de César atronaba y el frontman Abraham Boba andaba desatado, seguramente también presa de ese júbilo que te permite por fin conectar con la peña tras una larga temporada de muros artificiales levantados entre artistas y respetable.

León Benavente

Pero de repente, plof. Se fue el sonido y no pudieron arreglar el desaguisado hasta media hora después. Aquello cortó el rollo de manera radical, una pena porque estaba siendo un bolazo impecable, pero bueno, a veces estas cosas pasan. Por lo menos consiguieron retomar el entusiasmo previo y “Ayer salí” se coreó con la pasión de lo esperado, al igual que “Tipo D”, con cada estrofa clavándose en las entrañas, o el subidón frenético de “Gloria” que hizo olvidar todos los males.

Colocaron la guinda con un soberbio “Ser brigada” con la colaboración de Cristina Martínez de El Columpio Asesino. Debido al parón mencionado antes tuvieron que recortar su repertorio, pero eso no quitó la sensación de haber disfrutado de un espectáculo a un nivel extraordinario y con la peña emocionada como con ninguno de los otros dos grupos de la velada. Arrolladores.

Mando Diao

Con los suecos Mando Diao tenemos una especie de amor odio, por una parte nos gusta su indie rock de ínfulas garajeras, pero por otra hay otra faceta suya proclive al postureo que nos resulta repulsiva a tope. Para empezar, suelen salir siempre mamaos, lo cual provocó que la última vez en Mundaka montaran un vergonzoso numerito de camisetas mojadas muy del gusto de cualquier guiri borracho. Decidimos darles una nueva oportunidad, aunque terminaran una vez más con el torso desnudo, algo que solo se debería permitir si te dejas la piel en escena como Iggy Pop o Txarly Usher, y este no era el caso ni de lejos.

Eso sí, empezaron muy bien, con un trallazo como “Black Saturday”, deudor del aire new wave ochentero y hasta gótico de los The Cult del ‘Love’, clavaban hasta los movimientos. “One Last Fire” mantuvo el espíritu de la época de las hombreras sin perder ímpetu rockero a lo Billy Idol, mientras que “Society” bajó algo el listón sin llegar a desagradar. Se percibía cierta altivez en el vocalista Björn Dixgård, pero parecía que ahora se tomaban el asunto más en serio.

Mando Diao

Bordearon el punk en “Down In The Past” y se situaron con comodidad en el espectro rockero por el que eran conocidos anteriormente. No se entendió que así en medio del subidón nos cascaran una balada que no importaba a nadie, dejemos los agarraos para los guateques. Recuperaron algo de empaque con “One Two Three” y “Long Before Rock ‘n’ Roll”, por lo que pensamos que quizás habían visto la luz y daban el callo en directo, por muy borrachos que estuvieran.

Lo que no tiene nombre es que en medio de los bises, tras una explosión festiva como “Gloria”, se arranquen con otra pieza lenta que no pegaba ahí ni con cola. Ya podía el cantante tirar el pie de micro contra el suelo como un macarra de palo que el daño estaba hecho, por mucho que cerraran con un temazo como “Dance With Somebody”, estirado cual chicle mandando a la peña cantar hasta el límite de la exasperación.

Mando Diao

Luego me contaron que el cantante estaba cabreado con uno de sus pipas por un tema del micro, aunque el tipo miraba a la concurrencia por encima del hombro con una soberbia muy fuera de lugar. Un recital con momentos inspirados, en el que sobraron varias cosas, como las baladas o su impulso irrefrenable por quitarse la camiseta. Casi mejor que prueben el zumo de tomate para pasar la papa.

Lo que nos llevaremos de esa noche es que hay frases que captan justo el estado de ánimo del público, como ese inocente “subidón, caris” que pronunció Cristina Martínez de El Columpio Asesino y que podría utilizarse para definir lo que sentían todos aquellos que experimentaban de nuevo un concierto de pie, la colisión de los cuerpos con mascarilla y la sensación de que ahora sí que estamos realmente vivos. Lo contrario, era otra cosa.

Alfredo Villaescusa
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