Crónicas
BBK Bilbao Music Legends Fest con Status Quo, Hawkwind o Loquillo: Nostalgia por el raca raca
«Por mucho que nos digan ahora ciertos enteradillos que el rock es una cosa de viejos que no tiene futuro, ha quedado constatado a lo largo de dos jornadas que todavía es bastante capaz de mover ingentes masas que viven con emoción los conciertos a la vieja usanza con electricidad y demás.»
Del 24 al 25 de junio
Bilbao Arena Miribilla, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Supongo que al igual que hay gente que echa de menos las conversaciones cara a cara sin ninguna interrupción tecnológica de por medio, también habrá otros a los que les guste la electricidad a la vieja usanza. Un grupo solo ante el peligro, con sus instrumentos y punto, no hay que darle más vueltas. Tal vez el problema resida en que nos hemos vuelto tan exquisitos que proclamar la devoción por el cocido madrileño sea de rancios y en cambio poner por las nubes una emulsión de ostras es de auténticos modernos. Maravillas de la época contemporánea.
Después de unas cuantas ediciones del BBK Bilbao Music Legends Fest en el centro La Ola de Sondika (Bizkaia), lo cierto es que resultó un tanto extraño el cambio de ubicación al Bilbao Arena Miribilla, un lugar resguardado que vino bien dada la adversa meteorología anunciada para el sábado. El personal secundó la propuesta, pues más de 3.000 almas se dieron cita el viernes para ver a los maestros del raca raca Status Quo, mientras que el sábado también se logró una considerable afluencia tanto en los shows de Loquillo como de Paul Carrack, entre otros.
Las infraestructuras del actual recinto no eran malas y el sonido se mantuvo a un nivel elevado en líneas generales con alguna que otra excepción. Lástima que no se contemplara potenciar del mismo modo la vertiente gastronómica de la cita, pues cambiar la espectacular labor de la charcutería alemana Thate por palomitas y pizza como que no. Que no se pierda esa seña de identidad del evento.
Un derroche de electricidad y un tripi cósmico
Había ciertas propuestas que no se tornaban las más apropiadas para la hora encomendada. Es el caso de la cantautora vasca Anari, una suerte de Patti Smith euskaldun cuyo poso doliente no puede decirse que sea lo más idóneo para un festival. En sala tiene su punto, pero en grandes recintos temas desgarradores como “Orfidentalak” o “Epilogoa” se antojan algo fuera de contexto y únicamente aptos para los auténticos devotos. A pesar de este hándicap, la de Azkoitia ofició con su intensidad habitual, pues posee tablas de sobra, no en vano su trayectoria se remonta a finales de los noventa. Un aperitivo reposado.
Lo de Maika Makovski y su versátil banda parece de otra dimensión. No creo que existan demasiados ejemplos en la actualidad donde los diferentes componentes se cambien de instrumentos y resulten igual de competentes en cada uno de ellos. Para muestra, la hazaña de su líder y vocalista, que comenzó tocando el piano en la circense “Scared of Dirt”, tuvo tiempo de colgarse guitarra, y para la tercera pieza “Purpose” aporreó percusión con saña post punk.
“Reaching Out to You” evocó el legado de Billy Idol, mientras que el glam rock setentero brilló en la histriónica “The Posse” y les encajó cual guante la revisión del mítico “This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us” de Sparks. Por culpa de estúpidos prejuicios, mucho se ha atacado a las llamadas “mocatrices”, es decir, esas que son actrices, modelos y cantantes, pero Maika es una auténtica crack, pues canta genial, cumple de sobra el papel de frontwoman y no duda en ocuparse de otros menesteres si es necesario, cero divismos. Y no pasamos por alto tampoco la encomiable labor de Mariana (Sonic Trash) a la batería, natural de Basauri (Bizkaia), o la del ruso-leonés Sam Malakian (Kurt Baker), entre otros. Bolazo.
Y sin tenerlo previsto nos topamos en la terraza exterior de Miribilla a otra grande de las tablas como Micky Paiano de Micky & The Buzz, que montó una fiesta impresionante en un pequeño escenario que no daba abasto para acoger tanto curioso. Los más avezados quizás recuerden a la carismática vocalista por los tiempos de No Relax, pero en la actualidad sigue en activo con los punks Shöck y con este proyecto en el que explora otros sonidos añejos como el rockabilly.
Aparte de versiones poco evidentes, se marcaron cortes con los que es imposible que no se te vayan los pies, como “Coffee to Go” o la reivindicativa “Strong Woman” y tampoco hubo problema a la hora de enfilar una composición en italiano como “Una fetta di limone”. La banda al completo merecería mención destacada, en especial su tremendo guitarrista, pero nos quedaremos con el descomunal talento de Micky, que entiende a la perfección lo que implica entrar en escena. Como si Gilda hiciera rock n’ roll.
Las veteranas Girlschool mantuvieron la senda ascendente con otro recital cargado de clásicos del calibre de “C’Mon Let’s Go”, “Hit and Run” o su fundamental “Emergency”. La vocalista hizo referencia a las veces que habían estado en el País Vasco y probablemente el único inconveniente que se le podría poner a su descarga sería ese, que si ya has visto algún concierto suyo, ya te puedes imaginar por dónde van a ir los derroteros.
Hubiéramos agradecido que recuperaran “Please Don’t Touch” de aquel híbrido entre Girlschool y Motörhead llamado Headgirl, pero un tremendo “Bomber” de la banda del siempre añorado Lemmy Kilmister tampoco estaba nada mal. Predecibles, aunque a veces lo que mejor entra son los sabores atemporales de toda la vida.
Hay estampas que no se olvidan nunca. Como la de Rick Parfitt rasgando la guitarra delante de una torre de amplificadores que da en los morros a todos aquellos que en términos musicales consideran a Status Quo unos meros abuelos. Habían pasado ya bastantes años desde aquello, pero el comienzo de “Caroline” con el guitarrista Richie Malone, reconocido fan de Parfitt, dándole caña a las seis cuerdas evocó de inmediato gloriosos tiempos pretéritos.
La simpatía natural del líder Francis Rossi, con chaleco pero sin coleta, contribuyó a que muchos fieles de los Quo se sintieran como en casa, pese a que confesaran que habían regresado a nuestro país “solo por las chicas”. “Los chicos también sois majos… pero nosotros cada vez somos más viejos”, añadió el gracioso vocalista.
Lo cierto es que en la formación actual del grupo ya no están figuras indispensables como el mentado Parfitt o el igualmente relevante bajista Alan Lancaster, pero se lo montan de manera muy digna con el insolente talento de Malone y el teclista multifunción Andy Bown. Si a ello añadimos una ristra de himnos impepinables, poco más es necesario para disfrutar de una noche memorable de electricidad.
“Rain” reforzó ese agradable inmovilismo al que no le pedimos evolución ni experimentos mientras se cascaban punteos de los que llegaban al alma. “Beginning of the End” y “Hold You Back” levantaron el pabellón a base de ese bendito raca raca que habría que conservar en formol por los siglos de los siglos. Y la atronadora “What You’re Proposing” inauguró un medley en el que iba todo a velocidad supersónica, sin tiempo ni siquiera para aburrirse. “Again and Again”, con Malone a las tareas vocales, finiquitó esa suerte de revisión con el acelerador pisado a fondo.
Se acordaron de su último trabajo de estudio ‘Backbone’ con “Cut Me Some Slack” y “Liberty Lane”, que no se alejaban demasiado de la ortodoxia guitarrera. El éxito “In The Army Now” enfervorizó a los que venían solo a escuchar dos o tres temas, pero no se tardó en poner orden con “Roll Over Lay Down” y “Down Down”, que ralentizaron y apresuraron a su antojo.
El inicio inconfundible de “Whatever You Want” fue saludado con regocijo por la entregada afición, incluso los seguratas la grabaron con el móvil, y el entusiasmo no disminuyó un ápice con el celebérrimo “Rockin’ All Over The World” de Fogerty, con peña haciendo corros y abrazándose. Un epílogo de leyenda.
Pareció que habían terminado, pero todavía regresaron mientras alguno gritaba el mítico “one, two, three, four” de Ramones. Muy punk se tornó sin duda “Paper Plane”, toda una pieza frenética que explica por qué John Lydon (Sex Pistols) siempre tuvo en un lugar elevado a los Quo. Vaya derroche de electricidad.
En la terraza exterior del recinto catamos un poco al virtuoso local Gonzalo Portugal de Last Fair Deal, que le daba con notable destreza al rock setentero de poso sureño a lo The Black Crowes. Recientemente ha editado un EP titulado ‘On My Way’ y también se atrevió con una revisión tan poco habitual como el “She Came In Through the Bathroom Window” de The Beatles. Bravo.
Por pura ignorancia, la mayoría de los asistentes huyó en desbandada y se perdió el tripi cósmico de Hawkwind, que legaron un show verdaderamente espectacular con láseres, luces impactantes y diversas proyecciones para mantener el subidón. Comenzó el viaje con “Silver Machine”, cantada por el batería Richard Chadwick, que lleva ya más de tres décadas en la banda.
La verdad es que pillar el punto a esta gente casi a medianoche era una auténtica proeza, poco menos que pegarse un atracón de porros en ayunas, pero si conseguías alcanzar el otro lado de las puertas de la percepción de las que hablaba William Blake, te encontrabas a un grupazo inconmensurable precursor del protopunk y de mil cosas imprescindibles para entender la historia de la música moderna.
El líder Dave Brock, a sus 80 tacos, ofició con indumentaria playera, pero eso no le restó nada de autoridad para entonar cual profeta o pedir al respetable que no se durmiera antes de interpretar absolutas bañadas sonoras como “Born To Go”, con imágenes de cohetes despegando, o ese “Brainstorm” que pareció completamente improvisado.
Echamos de menos “Needle Gun” y alguna otra pieza más que nos dejara la cabeza en la quinta dimensión, pero suponemos que gran parte del atractivo de estos tipos que hacían círculos en el escenario como si estuvieran en una comuna hippie procede del frenesí del momento. Toda una revelación sideral.
Maneras reales
La segunda jornada del BBK Bilbao Music Legends Fest no congregó tanto público como la primera. La baja de Alan Parsons por una lesión de espalda pudo ser suplida con dignidad por Loquillo, que además hace escasas semanas había editado su álbum ‘Diario de una tregua’, pero la sensación imperante era que lo mejor ya había sucedido el día anterior. No obstante, nunca conviene dejarse llevar por las primeras impresiones, pues nos encontramos alguna que otra sorpresa.
Por motivos laborales no alcanzamos a llegar para Mikel Rentería & The Walk On Project Band, proyecto solidario que nació para dar visibilidad a enfermedades neurodegenerativas y que ha acabado consolidándose como un grupo a tener en cuenta en el panorama con influencias de The Jayhawks o The Dream Syndicate. No en vano el líder de estos últimos, Steve Wynn, colabora en el disco ‘Vida’.
Shirley Davis & The Silverbacks pusieron la primera nota atractiva de la tarde con soul a la vieja usanza y pinceladas rockeras o jazzísticas. Ya solo escuchar el descomunal torrente de poderío vocal de su cantante llamaba la atención, pero es que la banda de acompañamiento tampoco debería ser llamada así por la notable habilidad de sus componentes.
“Take out the Trash” posee la elegancia absoluta del género, al igual que “Keep On Keepin’ On”, con los vientos estallando y dejando su impronta a la manera de la ortodoxia Stax Records. Música con una clase impagable.
En la terraza exterior Santiago Delgado y los Runaway Lovers facturaron un recital al que sería una profunda injusticia considerar un mero aperitivo, pues lograron entretener a una respetable multitud apelando a las esencias y a esas cosas que le deberían gustar a todo el mundo como los Ramones. Soberbio en este sentido ese tema homónimo que dedican a la eterna formación neoyorquina.
“6 jerseys 6” era también toda una joya solo por sus referencias a Johnny Thunders, Siniestro Total, Desechables, Kaka de Luxe y otros grupos que deberían formar parte de la educación de cualquier persona decente. Aparte de eso, Santiago Delgado canta genial desde cualquier punto de vista, y tampoco conviene pasar por alto la pegada punk del afable batería Ricky. Más que un entremés.
La trayectoria del bluesman Walter Trout da hasta vértigo si uno se pone a mirar los grupos en los que ha estado, caso de Canned Heat o John Mayall & The Bluesbreakers, aparte de acompañar a colosos como John Lee Hooker, entre muchos otros. En 1990 pega el salto en solitario y desde entonces ha editado discos como churros, alguno tan relevante como para conseguir juntar a gente como Edgar Winter, Joe Bonamassa y varias figuras del género.
Lo cierto es que este señor superó nuestras expectativas, pues se marcó un blues de copa y puro como “All Out Of Tears” y mantuvo interés insuflando poso rockero en “Got A Broken Heart”. En determinados momentos había que pillarle el punto, pues al alargar temas no tenía nada que envidiar a Hawkwind, pero confirmó de sobra su condición de leyenda. Maestro.
Al que no disfrutamos nada fue a Paul Carrack, el llamado “hombre de la voz de oro”. Sus credenciales como miembro de Squeeze o Roxy Music podrían haber despertado cierto interés, pero ese se esfumó al comprobar que su propuesta para los conciertos era el pop comercial, el de su éxito con Ace “How Long” o el de la repulsiva “Over My Shoulder” de Mike and the Mechanics. Era el tipo de música que uno empieza a escuchar al cortarse el pelo o cambiar de vida. La pista sufrió una desbandada hacia las gradas. Aguantar aquello de pie podría ser duro.
Menos mal que Loquillo puso orden, aunque no se tratara de su mejor noche en cuanto a sonido, la voz desapareció en algún momento, y también notamos otros fallos en ese sentido. Pero cuando cuentas con las tablas suficientes y maneras reales, eres capaz de sortear cualquier tipo de eventualidad, mucho más si estás acompañado por tipos tan solventes como Igor Paskual, Josu García o el nuevo acompañante a las seis cuerdas llamado Pablo Pérez.
Pocos podrían resistirse a un comienzo tan enérgico como el de “Los buscadores”, que a estas alturas ya es todo un himno, el contraste de “Sol” o la rotundidad de “Planeta Rock”. Y no hablemos de esos inconfundibles gestos del Loco que deberían estar patentados y que demuestran que es un auténtico coloso de los escenarios.
Me dio un poco de vergüenza ajena el tema “La libertad”, que parece más propio de la Transición o de campañas electorales, pero volvió al nivel habitual con ese soberbio “Cruzando el paraíso” en el que despliega sus dotes de crooner. Sorprendió que se arrancara tan pronto con el clásico “El rompeolas”, aunque tal vez se debiera a la limitación horaria del recinto.
El inequívoco riff de “Personal Jesus” ya sabíamos que precedía a “Carne para Linda”, momento en el que el frontman siempre aprovecha para darse un garbeo por las primeras filas y desatar los ánimos de los fieles. Y no faltó tampoco la alusión al “Rock ‘n’ Roll” de Gary Glitter antes de “Rey del glam”, con Josu García e Igor Paskual poniendo posturitas con los mástiles.
La referencia al eterno “Baba O’Riley” de The Who engrandeció la aguerrida “Rock ‘n’ Roll actitud” y subió otro peldaño con “La vampiresa del Raval”, de las mejores canciones que ha compuesto en los últimos años y que ojalá conserve bastante tiempo en el repertorio. Y un fondo rojo como de cuadro nos recibió para “El Rey”, donde el Loco se animó incluso con un movimiento de caderas a lo Elvis.
No podrían obviar “La mataré”, por mucho que algunos ignorantes que no se han leído el libro de Sabino Méndez ‘Corre, rocker’ la quieran prohibir. Y en la recta final era obligado decantarse por “El ritmo del garaje”, con la multitud desatada y dejándose la garganta.
“Feo, fuerte y formal” permitió al respetable seguir desgañitándose antes del broche definitivo de “Cadillac solitario”, donde el carismático frontman entonó “nena” con ese desgarro característico que también había que registrar cuanto antes. Seguro que no son pocos los garitos que todavía a día de hoy la utilizan a modo de despedida antes de cerrar.
Por mucho que nos digan ahora ciertos enteradillos que el rock es una cosa de viejos que no tiene futuro, ha quedado constatado a lo largo de dos jornadas que todavía es bastante capaz de mover ingentes masas que viven con emoción los conciertos a la vieja usanza con electricidad y demás. La nostalgia por el raca raca continúa vigente.
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1 comentario
Extensisima crónica hacia los conciertos que se marcaron estas bandas sobresaliendo por encima de otras tres de las bandas más legendarias del Rock Británico como son STATUS QUO, GIRLSCHOOL o los HAWKWIND sin olvidar por supuesto a nuestro LOQUILLO junto a sus pedazos de musicos que fue de lo mejor de tal legendario festival bilbaino.