Crónicas
Johnny Burning + The Soul Jacket: Lección de vida
«Toda una lección de vida la que nos ofreció ese domingo Johnny Burning, una manera muy digna de conjurar los demonios de la edad y entrar de lleno en una especie de segunda juventud, una época nueva en la que seguir caminando, con la conciencia del pasado, pero sin vivir exclusivamente encerrado en él.»
26 septiembre 2021
Iradier Arena, Vitoria (Álava)
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Reinventarse tal vez sea una de las cosas más importantes que uno debería aprender a lo largo de la existencia. No limitarse a permanecer a salvo en la zona de confort, sino animarse a explorar nuevos terrenos y asumir una dosis razonable de riesgo. Tomar las riendas del destino y convertirse en protagonista absoluto en vez de conformarse con ser un mero convidado de piedra.
Muchos artistas durante la pandemia han optado por adecuar sus espectáculos a la situación imperante en cada momento, conscientes de que esto a veces implicaba confiar en la suerte o en alguna deidad suprema, pues todo podía irse al traste de repente. A otros como Johnny Burning ese periodo les pilló en plena mudanza de piel y les sirvió para lanzarse al abismo con una carrera en solitario que constituirá un capítulo más de una longeva trayectoria que ya casi se acerca al medio siglo. Ahí es nada.
Y por lo que vimos en una sesión más de la edición especial del Azkena montada en el vitoriano Iradier Arena, será un apartado escrito con letras de oro. Lástima que no acompañara la misma generosa afluencia que hubo con El Drogas o Carolina Durante en las jornadas precedentes, apenas unos pocos fieles se concentraban en la zona de las mesas y creaban así una suerte de ambiente íntimo. Como si estuviéramos en realidad en un pequeño tugurio para noctívagos irredentos en vez de en un pabellón para conciertos multitudinarios.
Calentaron la desangelada cita los gallegos The Soul Jacket, un combo de un nivel técnico extraordinario, pero quizás no teníamos el día para tantas divagaciones como las que insuflaron en la primera parte de su repertorio. Era un grupo por completo a la vieja usanza, con un vocalista en la estela de Joe Cocker y unos desarrollos instrumentales a lo Blind Faith o The Allman Brothers para los que había que poseer cierta disposición para pillarles el punto.
Repasaron su último lanzamiento con “Let Me Stand”, aunque no empezamos a captar su onda hasta “Keep On Fighting”, con un inicio muy Hendrix. Los momentos más cercanos a The Faces también los disfrutamos, otro cantar era esa faceta psicodélica que se te podía hacer una brasa monumental si no había drogas de por medio. No obstante, para gustos, colores. Decir que fueron malos sería una injusticia tremenda. Los aficionados a la música setentera deberían escucharlos ya mismo.
Johnny Burning no necesita ninguna pose para conquistar un pabellón, le vale con tirar de oficio y mostrarse tal cual ante la peña, sin artificios y con mucha sencillez. Por eso se presentó como si estuviera actuando ante un grupo de colegas, diciendo “Estamos aquí, chicos, chicas”, igual que si regresara tras una larga temporada en el desierto.
Acompañado de una sección de vientos y de un discreto grupo de profesionales competentes, entre los que destacaba Nico Álvarez a la guitarra, Johnny demostró que hay mucha vida más allá de Burning. “Sé cómo vivir (No cómo morir)” cautivó por su aire stoniano y “Un duro invierno” parece casi un descarte de su antigua banda, dicho esto sin ningún matiz negativo, hay grupos de los que se aprovecharía todo, hasta las caras B. No tardó en mirar hacia atrás, en concreto hacia los tiempos de ‘Pura sangre’, un territorio en el que se sentía bastante cómodo, como dieron fe “Bestia Azul” o “Dolor”, entre otras.
En este contexto, quedaban cual guante piezas del último álbum de Johnny del tipo de “Malas tierras” o “Adicción”, no en vano a veces se antojaban una suerte de continuación de ‘Pura sangre’. Siguió la ortodoxia rockera con “Tú te lo llevas todo” y echamos un poco de menos los punteos del maestro Edu Pinilla, aunque Nico Álvarez tampoco era manco y aportaba mucha actitud.
A pesar del escaso personal congregado, Johnny no perdió la sonrisa en ningún momento, nos decía cada dos por tres “Os quiero” con ese tono de chulazo madrileño que no suena en absoluto moña. Que a sus años se ha despojado de complejos de autenticidad y demás lo demostró cuando se arrancó con la emocionante balada “Águilas”, que calificó como “un poco de resuello”, como decía su madre. Y en esa vertiente sosegada, no tuvo tampoco reparos en encadenar un soberbio “Como un huracán” de poner pelos de punta. “Para mí todo es rock n’ roll, las baladas, los medios tiempos…”, explicó.
“Muévete en la oscuridad” resultó otra gran elección, a pesar de que hubiera que escucharla sentado en una silla. Y al grito de “Un poquito más de rock n’ roll” nos presentaron “El diablo en el hoyo”, más clasicismo para el sector ortodoxo antes de la inevitable “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?”. Ya nos imaginábamos que sería imposible obviarla, aunque no nos hubiera importado cambiarla por “Es especial” o “No es extraño que tú estés loca por mí”, imperdonables ausencias de la velada.
“Jim Dinamita” levantó los ánimos de la afición, como era de esperar, al igual que “Ginebra seca”. “Todas las canciones tienen su historia, chicos”, nos decía Johnny como si fuera un catedrático del rock explicando la lección a sus atentos pupilos. Pero sin duda uno de los instantes memorables de la noche llegó con “Esto es un atraco”, que suena a gloria bendita la toque quien la toque. No pudimos evitar acordarnos de aquella espectacular versión cantada por Joaquín Sabina en la que había serias dudas sobre quién era más macarra, si Risi, Johnny o el propio cantautor.
“Mueve tus caderas” puso el broche final, pese a que se tornara un tanto incongruente escucharla sin siquiera poder levantarse ni hacer lo que sugiere el mismo título. Pero en fin, esperemos que termine cuanto antes esta pesadilla propia de regímenes totalitarios.
Toda una lección de vida la que nos ofreció ese domingo Johnny Burning, una manera muy digna de conjurar los demonios de la edad y entrar de lleno en una especie de segunda juventud, una época nueva en la que seguir caminando, con la conciencia del pasado, pero sin vivir exclusivamente encerrado en él. La chulería castiza no se jubila, baby.
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1 comentario
Extenso resumen de lo que dio de si ambos conciertos por parte de estas bandas en la capital vasca y que a falta de los históricos BURNING esta bien que siga en la brecha un ilustre de nuestro Rock como Johnny que a través de los temas de su banda madre lo bordó en esta gira que ya lleva tiempo inmerso.