Zalez

Wolves Against Vampires

Autoeditado (2022)

Por: Alfredo Villaescusa

8

El mundo de la música instrumental podríamos considerarlo un universo aparte que vive al margen de lo que pegue o no en un momento dado. Ellos van a lo suyo y aquí paz y después gloria. Si te mola, pues bien, y si no, siempre puedes buscar otra cosa que se amolde más a tus intereses. Un plato que en ocasiones no resulta del gusto de todo el mundo, pero si te acercas con la suficiente atención, es probable que te acabe atrapando.

Ya nos hicimos eco hace un par de años del anterior lanzamiento ‘Survivors’ de Zalez, proyecto bajo el que se esconde David González, guitarrista de bandas como Frontline, Propaganda o Arde la Tierra.  Por aquel entonces nos llamó la atención el hecho de que este inquieto músico no seguía los patrones habituales del género, esto es, ombliguismos virtuosos de esos de los que hace falta una predisposición especial para aguantarlos, sino una insólita contundencia que desde luego podría enganchar a fans de Fear Factory o Machine Head.

Tras una intro que nos sumerge en una atmósfera tenebrosa por medio de una guitarra española, este segundo trabajo se pone serio con la homónima “Wolves Against Vampires”, que le da al metal contundente en la senda de los grupos antes mencionados o incluso de los primeros Metallica, no sería descabellado que algún fragmento te haga pensar en obras cumbres como ‘Ride The Lightning’ o ‘Master of Puppets’.

“Harmonics From The Stars” posee un comienzo bastante épico y juega con las atmósferas por medio de sugerentes punteos, la batería atronadora, por su parte, aporta la solidez necesaria para que el conjunto no se quede en agua de borrajas. “Time Machine” sigue una línea similar y nos vuelve a demostrar lo importante que resulta para Zalez eso de crear ambiente, algo que puede parecer sencillo, pero no lo es en absoluto.

“Howling Symphony” quizás sea la pieza más cercana al heavy metal tradicional, sobre todo en lo que respecta a las seis cuerdas, en este sentido hay punteos que podrían evocar a los In Flames de la época de ‘The Jester Race’ o ‘Whoracle’. Y “The Neverland” supondría un peldaño más en busca de una tierra que quizás no exista, tal y como sugiere el mismo título de la canción. Aquí probablemente tengamos desarrollos instrumentales de lo mejor del redondo, sin dar la brasa ni descuidar la potencia, como se ha venido haciendo hasta ahora.

“Isobaric” cierra este breve álbum ofreciéndonos interesantes melodías que cumplen el cometido de mantenernos atentos y a la vez permitirnos hasta mover ligeramente la cabeza, ya hemos avisado que en este caso un disco instrumental no implica necesariamente que haya que tomarse esta propuesta con calma.

Tal y como nos explicó su responsable en una entrevista, en esta reválida continúa presente ese estado de “evasión y motivación” del que hablaba que nos incita a mantener la tensión y ver qué sorpresa nos depara el siguiente tema. La cohesión funciona una vez más a un nivel encomiable.

Alfredo Villaescusa
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