Óxido

Soy la tormenta

Leyenda Records (2021)

Por: Alfredo Villaescusa

8

Lograr un sonido contundente que se pueda llamar propio sin evidentes referencias a los ídolos es un largo camino para casi cualquier grupo. Los hay bendecidos que consiguen esa meta desde el primer disco, a otros tal vez les cuesta más, pero nunca debería perderse de vista ese objetivo fundamental para hacerse un hueco en el mundillo de la música. De copias descaradas y tributos solemos andar bien servidos, por lo que siempre se agradece un derroche de personalidad de esos que te obligan a pararte en seco y prestar atención.

Eso mismo sucede con el tercer álbum de estos navarros, que a pesar de no avergonzarse de sus referentes ochenteros, tampoco se limitan a reproducir señas de identidad ajenas, sino que crean las suyas propias. Una de ellas diría que es sin duda el peculiar sonido que han sacado a las guitarras, un mérito de los miembros que además se ve engrandecido por una impecable producción que subraya su potencia o el profesional diseño gráfico con espectacular portada a cargo de Adolfo WB Warbanner.

Respecto al contenido, no desmerece en absoluto el cuidado envoltorio, por lo que apelan ya desde “Solamente fuego” a los riffs vigorosos para agitar la cabellera, con una de esas letras macarras a lo Banzai o Ángeles del Infierno que tanto hacían falta en un género totalmente encorsetado. “Anzuelos” hace gala de un comienzo muy ochentero que podría recordar al “Piel de serpiente” de Sangre Azul, aunque luego endurecen la propuesta hasta convertirla en otro tema de los de alzar el puño.

“Mal vino” sigue una estela más clásica a las seis cuerdas y seguramente no pasará desapercibida para los fans de Judas Priest o Iron Maiden, mientras que “Me falta viento” cambia el rollo con una suerte de medio tiempo no exento de fuerza con estribillo poderoso. A la yugular parece dirigida “Te quieren muerto”, donde se hace necesario volver a destacar el trabajo de las guitarras, uno de los indudables puntos fuertes de este redondo.

“Ni tú ni yo” pisa el acelerador con ímpetu a tope y más ritmos para mover la cabeza y hasta pillar la escoba o cualquier objeto alargado en el tremendo solo que se cascan, seguramente el mejor del disco. La revisión “Oxidados 21” posee los mimbres necesarios en todo himno que se precie, con letra épica y aguerrida de las de elevar la garganta. El que busque experimentaciones en este aspecto se ha confundido de sitio.

Tras el derroche de intenciones anterior culminan esta reseñable obra con el homónimo “Soy la tormenta”, que no escatima en actitud ni en rasgos inequívocos de clásico. Fijo que en las distancias cortas atruena con la solemnidad requerida.

Hay un grupo por estos lares que habla de devolver el heavy a la clase obrera y uno a veces no sabe exactamente a qué se refieren, si a recuperar los cinturones de balas o sacar del baúl los elásticos rojos. Al escuchar a estos oriundos de Pamplona queda claro que lo que hacía falta era desempolvar ese tono suburbial a lo Obús tan maltratado por los modernos de turno que ahora se avergüenzan de los obreros y se diluyen en estériles luchas identitarias. Un producto de sabor añejo con ingredientes de calidad intachable.

Alfredo Villaescusa
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